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Aprende a controlar el hambre emocional

Es posible que llegues a casa de malhumor, que estés aburrido o que estés con ansiedad, y que tu mayor deseo en ese momento sea comer ese pedazo de pastel que hay en la cocina o coger esas pipas que hay en la despensa. ¿Te ha pasado alguna vez? Eso se debe a que sufres hambre emocional.

Este tipo de hambre se produce cuando se utiliza la comida para sentirse mejor, pese a que no tengamos apetito realmente. Las personas que la sufren suelen sentir una imperiosa necesidad por comer de forma impulsiva y descontrolada, de forma que gestionan las emociones negativas a base de atracones de comida.

¿Por qué se produce?

Hay varias emociones que son propensas a hacernos sentir ese hambre voraz sin venir a cuento. Estas son el aburrimiento, la soledad, la ansiedad, la ira, el estrés, el enfado… Es decir, una serie de emociones negativas de las que nos queremos olvidar mediante la comida. Nos alimentamos más para así tener la sensación de estar mejor, sin pensar realmente que el problema que nos ha llevado a este punto sigue estando allí, pero no sirve de nada. Como intentamos mejorar el estado de ánimo mediante el atracón pero no lo conseguimos, creamos una sensación de decepción y tristeza que se suma al malestar anterior, por lo tanto, es como el pescado que se muerde la cola.

Estos atracones pueden acabar provocando sobrepeso en las personas que lo sufren, o desembocar en trastornos alimenticios como la bulimia o la anorexia.

¿Cómo aprendemos a gestionarla?

Primero de todo, debemos tener en cuenta que este hambre voraz es seguramente mental. Si hacemos las cinco comidas al día, no es posible tener hambre, por lo que podremos reconocerla fácilmente si nos sobreviene. Estos son algunos consejos a tener en cuenta para combatirla:

  •  Realiza técnicas de relajación y respiración: cuando aparezca el hambre emocional, tener estas técnicas a mano puede ayudarnos a controlar el momento de imperiosa necesidad por comer. Si respiras profundamente un par o tres de veces, es probable que no comamos de forma tan compulsiva.
  •  Piensa que el antojo es mental: cuando te apetece y necesitas alguna comida de forma imperiosa, debes saber que no es un hambre fisiológica. Necesitas controlar tus impulsos para no recurrir a la comida con los problemas.
  •  Distráete con otras cosas: como el hambre emocional es mental, si ocupamos nuestra mente con otra actividad, conseguiremos distraerla para que no vaya a atracar la nevera. Podemos probar con salir a dar un paseo, llamar a alguien por teléfono, hacer algún deporte…
  •  Bebe agua antes de comer: de esta forma llenaremos un poco el estómago, reduciremos el ansia por comer y conseguiremos calmarlo antes de pegarnos el atracón.

Lo que debemos tener claro es que si el problema es recurrente, debemos acudir sin falta a un nutricionista y/o un psicólogo. El primero nos puede dar consejos para cambiar estas conductas perjudiciales para nuestra salud, y con el segundo profundizarás en la raíz del problema para poder solucionarlo. Acudir a un profesional es siempre la mejor opción para actuar de forma paralela contra el hambre emocional.