Nutrición

Qué es la nutrición funcional y en qué se diferencia de las dietas para bajar de peso

Propone un enfoque diferente, con una mirada integral de la salud, basada en la evidencia científica.

Ni menús impresos con las comidas detalladas para los 7 días de la semana, ni pesajes periódicos, ni eliminación de grupos enteros de alimentos, ni conteo de calorías. Ninguna de esas características, propias de muchas dietas tradicionales y de otras no tanto, forman parte de la nutrición funcional, un enfoque diferente que busca abordar de otra manera la alimentación y su íntima conexión con la salud.

«La nutrición funcional es un área de estudio de la nutrición y tiene su perspectiva en la medicina funcional, que es una ciencia integrativa basada en evidencia científica y que comprende la interacción entre todos los sistemas del cuerpo, enfatizando la relación entre la bioquímica, la fisiología los aspectos emocionales y cognitivos del organismo. Se diferencia de la nutrición clásica porque integra al organismo como un todo en el que se tienen en cuenta aspectos físicos, emocionales y del entorno, todo esto con la finalidad de lograr en la persona una vitalidad positiva», explica Paola Hernández, docente de la Licenciatura en Nutrición de la Universidad ISALUD.

Las dietas tradicionales, tal como las conocemos, tienen un principio y un final, y se plantean un objetivo principal, como bajar una determinada cantidad de kilos en cierto tiempo, plantea.

En cambio, el plan alimentario en el que se basa la nutrición funcional busca mejorar los hábitos de la persona que consulta, educándola para que los incorpore como parte de un estilo de vida que pueda sostener en el tiempo.

«El problema radica en que la mayoría de los pacientes vienen enfocados en un objetivo relacionado con el peso y no con mejorar los hábitos, que en consecuencia también van a tener un efecto en la balanza. Por eso es importante visualizar el objetivo en función de las decisiones alimentarias, del cambio de hábitos, el manejo del estrés y el aumento del movimiento y no en función de la cantidad de kilos que queremos pesar», sostiene.

Cinco principios de la nutrición funcional

La profesional resaltó que la nutrición funcional tiene 5 principios básicos y detalló cada uno de estos para poder entender el por qué de la mirada integrativa.

1. La individualidad bioquímica

Significa que cada tratamiento es personalizado porque cada organismo es diferente, tiene un metabolismo, necesidades, desequilibrios y una respuesta a los principios activos de los alimentos diversa. A partir de esto, cada plan debe ser individualizado no sólo en la cantidad de calorías, sino también en los principios activos a elegir.

2. El tratamiento centrado en la persona

Plantea que el estado de salud y de enfermedad es resultado de una sumatoria de factores: alimentación, ejercicio, genética y ambiente. Hay cuestiones que no se pueden modificar, como la genética, pero sí en lo demás.

Hoy se sabe que la alimentación genera ciertos cambios a nivel epigenético. Por ejemplo, si una persona tiene una dieta equilibrada, rica en nutrientes y antioxidantes, esto va a tener un impacto en cómo se va a expresar la genética, y si es rica en ultraprocesados, también.

Por eso, centrado en la persona, conociendo el presente y yendo un poco hacia atrás en su historia, podrá detectarse si hay factores que gatillan ciertos síntomas, como por ejemplo migrañas, insomnio, distensión abdominal, diarrea, constipación, fatiga, o cansancio crónico y trabajarlos a partir de la alimentación.

3. El equilibrio nutricional y la biodisponibilidad de nutrientes

Es uno de los puntos más importantes en el que se diferencia de la nutrición clásica, porque brinda protocolos para tratar y ayudar a que el organismo termine de desintoxicar al cuerpo y no se trata de las dietas detox de moda, sino que se refiere a favorecer a que el hígado y el riñón cumplan las función de desintoxicar sin saturar todo el sistema.

Además, tiene en cuenta la importancia de que el intestino esté sano para absorber correctamente todos los nutrientes que los alimentos nos brindan. Si el intestino tiene alguna deficiencia, se suplementa. Pero todo va a depender de cada paciente particular.

4. La salud como vitalidad positiva

Es el fin último en la nutrición funcional. Habla de lograr el bienestar completo físico, mental y social, dejando de normalizar patologías que creemos cotidianas porque nos habituamos a ellas.

«Si siempre estoy inflamada y consulté al médico sin respuestas, o si siempre siento dolores de cabeza previo a mi regla, o la acidez constante aplacada con medicamentos, desde la nutrición lo que se busca es trabajar sobre esta sintomatología para que la persona logre ese bienestar positivo que sería la expresión máxima de salud», detalla Hernández.

5. La matriz de interconexiones metabólicas

Son las herramientas que se utilizan durante la consulta para el diagnóstico nutricional. Se incluye un cuestionario de rastreo metabólico, donde se analiza cuales son los síntomas del paciente y si tienen relación con deficiencias nutricionales.

También se utiliza el sistema de antecedentes, gatillos, mediadores y síntomas (ATMS), y luego una matriz de interconexiones metabólicas, propia de la nutrición funcional. Esta es una herramienta que busca representar las interrelaciones que hay en todos los procesos químicos del organismo y cómo se expresan en el paciente, lo cual posibilita la visualización de los desequilibrios orgánicos para, con eso, poder apuntar a un tratamiento personalizado.

La nutrición funcional presta atención a la interacción entre genética y ambiente. Foto Shutterstock.

La nutrición funcional presta atención a la interacción entre genética y ambiente. Foto Shutterstock.

Genética y ambiente

Consultada sobre la importancia de los antecedentes, gatillos, mediadores y síntomas (ATMS) y para qué sirven, la docente expresó: «En los antecedentes se busca conocer la historia de vida personal y familiar del paciente, la cual se relaciona con sus hábitos alimentarios, la historia de la enfermedad, el nivel de actividad física que tenga y si hay enfermedad presente en la familia que tiene alguna raíz genética», precisa.

Y continúa: «El gatillo evalúa los factores alimentarios y ambientes actuales que son los que desencadenaron el síntoma que manifiesta. Acá se incluye el estrés emocional, físico y mental, alguna cuestión relacionada con la presencia de xenobióticos o con alguna intoxicación con metales pesados. Los mediadores analizan las sustancias que causan o perpetúan ciertos síntomas clínicos que terminan generando la sintomatología en el paciente, como por ejemplo, situaciones inflamatorias, hormonas o neurotransmisores que son producidos y liberados a partir de las actividades de gatillo».

Hernández subraya que este tipo de abordaje no se reduce solamente a pacientes con obesidad o sobrepeso, sino que aplica a todo individuo que quiera mejorar su estado general y disminuir el riesgo de patologías crónicas.

«Hay una frase que dice: La genética es el arma y el ambiente el gatillo, es decir que más allá de los genes, la manera en que comemos, nos movemos y manejamos el estrés va a determinar si esos genes se van a manifestar o no», concluyó.

Fuente: www.clarin.com

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