¿Alguna vez has estado durmiendo y repentinamente has tomado conciencia de que estás soñando? ¿Has tenido sueños donde has sentido miedo, pero a la vez has experimentado algún grado de lucidez, y tú mismo te has consolado diciéndote que todo está bien?
Esta experiencia de descubrir que estás soñando se llama “sueño lúcido”. Estos sueños tienden a sentirse tan reales y vividos como la vida cotidiana, y en ellos los sentidos del gusto, olfato y la vista son intensificados.
Esto sucede porque en el momento que alcanzamos la lucidez nuestro cerebro se despierta y empieza a funcionar con normalidad dentro del sueño, logramos tener acceso a todos los pensamientos y memorias de nuestra vida sin notar la diferencia.
Este fenómeno es conocido desde la antigüedad. Homero, en su obra la Odisea nombró la lucidez desde uno de sus protagonistas, y filósofos como Aristóteles y Descartes la plasmaron en sus textos.
Los budistas tibetanos han expandido la práctica de los sueños lúcidos a una forma de arte, ellos creen que el sueño es una forma de conectarse más profundamente con el alma. En Suramérica los chamanes utilizaban ampliamente los sueños lúcidos para establecer contactos con los guías espirituales, trayendo de vuelta de sus viajes respuestas que servían de ayuda a la tribu.
El término de “sueño lúcido” corresponde al psiquiatra Holandés Frederick Van Edén en el año 1913, pero el primer estudio corresponde al Marqués de Saint Deys reflejado en su libro “Los sueños y cómo controlarlos” en el año 1867.
Según algunos estudios, los sueños lúcidos pueden darse de forma espontánea o ser inducidos, es decir, podemos controlar intencionalmente todo lo que sucede en el proceso onírico. Se pueden desarrollar las habilidades para tenerlos como mismo hacemos con manejar, nadar o pintar. Requiere disciplina al principio, pero con el tiempo podemos hacerlo sin esfuerzo.
Desde el punto de vista clínico, lo sueños lúcidos pueden ser terapéuticos. En pacientes con esquizofrenia, producto de este trastorno psicótico, el paciente puede romper con la realidad con respecto al mundo real usando los sueños lúcidos. La sintomatología se reduce porque al haber más actividad del lóbulo frontal se incrementa la capacidad de poder discernir lo que es real de lo derivado de una alteración psicótica.
La mayoría de las personas hemos tenido sueños lúcidos, pero como sucede con los otros sueños los olvidamos. Usualmente perduran en el recuerdo debido a la experiencia vivida de poder hacer lo que uno quiere.
Cuando experimentamos estos sueños nuestra realidad personal se expande, comenzamos a sentirnos más seguros, como cuando tomamos aire fresco, y estas sensaciones afectan otros aspectos de nuestras vidas. Las limitaciones personales comienzan a disolverse y sentimos que estamos más en control de nuestro destino. La intuición y la imaginación se incrementan notablemente.
Lo más importante de los sueños lúcidos, es recordar lo soñado, de nada sirve tener un sueño lúcido sino vamos a recordar dicha experiencia. Debes despejar tu mente antes de dormir, enfocarte en tu respiración y alejar todos los pensamientos. Debes hacerte el propósito de hacer memoria de tus sueños al despertar. Un consejo útil es que al despertar permanezcas inmóvil mientras recuerdes tus sueños, esto facilita el acceso a la memoria, ya que los cambios bruscos en la química de nuestro cerebro impiden recordarlos.
Hacer controles de realidad es primordial. Durante el día debemos preguntarnos si estamos soñando, por ejemplo: chequear el reloj para ver si la hora cambia, taparnos la nariz y respirar, etc. Con práctica haremos lo mismo en el sueño, cuestionaremos la realidad y tomaremos conciencia que estamos soñando. Los sueños lúcidos se activan con algo que sea absurdo o imposible en la vida real.
No existe ningún peligro con los sueños lúcidos, al contrario, es una experiencia agradable. Nadie corre el riesgo de sufrir ningún trastorno psicológico, perder la noción de la realidad, o entrar en un trance como la película Incepción (Origen), de Christopher Nolan. No debes sentir miedo porque la fisiología del cerebro reinicia su actividad cada 90 minutos con un ciclo de la misma duración, por lo tanto, no es posible que todo el sueño transcurra en la fase MOR (Movimientos Oculares Rápidos) que es cuando se producen los sueños lúcidos.
Los sueños lúcidos nos sirven para buscar soluciones creativas a situaciones complicadas, y enfrentar nuestros miedos. Si logramos enfrentar nuestros temores con éxito en el sueño, esto influirá en los miedos reales en estado de vigilia.
No se deben confundir los sueños lúcidos con un “falso despertar”, que es cuando la persona cree que ha despertado sin haberlo hecho en realidad. Este tipo de sueño está iluminado con la misma claridad que los sueños lúcidos.
El soñador ni tan siquiera cuestiona que está soñando, piensa que está despierto y puede soñar que se levanta, que está desayunando y preparándose para el trabajo, poco a poco los elementos del sueño van sucediendo hasta que sucede algo que le causa un shock y despierta realmente.
Algunas veces los “falsos despertares” pueden ser recurrentes y podemos tener ciclos en el que despertamos de un sueño para despertar nuevamente en otro sueño y así sucesivamente. Lo normal es tener uno o dos despertares falsos, pero yo he escuchado personas que tienen más. La película antes mencionada, Incepción, expone los despertares falsos de una forma espectacular porque los sueños dentro de los sueños son otro tema de esta.
Los sueños lúcidos nos ayudan en nuestro proceso evolutivo espiritual, son un paso para recordar quienes somos y cuál es nuestro destino.
Fuente: elnuevoherald.com
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