Crianza y maternidad Sociedad

Las “malas madres” pasan al frente: más mujeres le dicen adiós al manual de la mami feliz

El mandato es doble: hay que ser madre pero, además, hay que ser buena madre. Desde la academia, el cine y la literatura la maternidad se pone en cuestión: como destino femenino y como un lugar de felicidad absoluta. ¿Existe el famoso “instinto maternal”?

Si en vez de criarlos ella, prefiere que lo haga una niñera y trabajar todo el día. Si no le da la teta hasta los dos años. Si no cocina. ¿Y si cocina pero no cocina sano? Si no le importa que tenga el mejor traje del jardín o tenga siempre el pelo perfecto. Si no va nunca a buscarlos a la escuela. Si no puede ir a las reuniones. Si no hace la tarea con ellos. Si se anima a mostrarse sensual junto a ellos. Si no suspende todo cuando el nene tiene una rayita de fiebre. Si no quiere todo el tiempo hablar de los detalles de la vida de sus hijos. Y hacerlo con una sonrisa, claro. ¿Dónde estaba la madre cuando se lastimó? ¿Dónde estaba la madre cuando se portó mal? ¿Dónde estaba la madre cuando repitió de grado? ¿Dónde está la madre ahora?

Como una especie de manual no escrito de la “buena madre”, ese listado interminable de reglas y preguntas circula en las redes sociales, en las reuniones de escuela, en la consulta del médico, en las novelas, los noticieros, las revistas y los diarios, también en la mesa familiar y muchas veces entre amigas. A cada paso las madres se topan con un dedo que las señala y monta la sospecha, o al menos la pregunta: ¿Será que soy una “mala madre”?

La idea de la “mala madre” nace de la idea de que hay una “buena madre”. “Y eso tiene que ver con un imaginario social que establece lo que se espera de una mujer-madre: toda una cantidad de expectativas acerca de qué debe hacer y qué no, pero además de cómo debe sentirse haciendo eso. Es como un ideal, que es una construcción, y que entonces es inalcanzable”, explica a Infobae Antonella D’Alessio, cofundadora de la Red de Psicólogxs Feministas y docente de Introducción a los Estudios de Género de la Facultad de Psicología de la UBA.

Workin' Moms (está en Netflix) cuenta las historias de cuatro mujeres con hijos bebés: una que siente que se arruinó la carrera, otra que tiene también que criar a una hija pre adolescente, una que prefiere estar más en el trabajo que con su hija y otra, lesbiana, que ve cómo la maternidad rompe su matrimonio.
Workin’ Moms (está en Netflix) cuenta las historias de cuatro mujeres con hijos bebés: una que siente que se arruinó la carrera, otra que tiene también que criar a una hija pre adolescente, una que prefiere estar más en el trabajo que con su hija y otra, lesbiana, que ve cómo la maternidad rompe su matrimonio.

Eleonor Faur, doctora en Ciencias Sociales y autora de El cuidado infantil en el siglo XXI. Mujeres malabaristas en una sociedad desigual, explica que al contrario de lo que se cree, la idea de la “buena madre” es relativamente nueva: “Asociar el ser mujer con la maternidad es algo que se afianzó en la Modernidad, entre los siglos 19 y 20, y que se basa en dar por supuesto que todas las mujeres aspiran a ser madres y que además ese es su máximo deseo”.

De ahí surge, continúa Faur, la idea de que el “encierro en el rol maternal y en el ámbito doméstico nace de una suerte de abnegación hacia sus crías”: “Esa idea no se impone sola, sino que se sostiene en políticas públicas y todo un aparato jurídico, sanitario y moral que la sostiene y reproduce. Así se construyó una idea muy poderosa que realmente filtró no sólo las políticas sino las subjetividades de hombres y mujeres, porque durante demasiadas décadas fuimos criados y criadas en ese espacio cultural, con ese tipo de representación sobre lo femenino, lo maternal, sobre un deseo aparentemente natural”.

Amparo Aguilar es autora de
Amparo Aguilar es autora de «Malamadre”, un documental que reúne testimonios de mujeres madres que apuntan directo al corazón de esa idea de la maternidad como realización y lugar de felicidad, y hablan de cómo se siente y vive la maternidad real.

¿Cuándo te sentís una mala madre?

“No quiero renunciar a mi carrera profesional”. “Dejo a mis hijos 8 horas al día en una guardería desde los 6 meses”. “Trabajo todo el día y los mando a actividades extraescolares para poder ir al gimnasio”. “Al médico los lleva el padre porque a mí no me gusta”. “Siempre trato de que otro padre o madre los lleve y traiga para no tener que ir yo”. “Nunca puedo ir a buscarlos al colegio”. “Estoy feliz cuando alguien los viene a buscar y me quedo sola en mi casa”. “Sueño con irme una semana de vacaciones al año sin mis hijos”. “No me gusta cocinar y no pienso pasar mil horas preparando una comida casera elaborada”. “Al primero intenté darle la teta y la pasé mal. A los 3 meses ya le di mamadera. Al segundo ni lo intenté”. “Contrato a una niñera para poder salir a comer con amigas una vez a la semana”.

La catarata de respuestas ante la pregunta de por qué o cuándo te sentís mala madre parece infinita, pero no lo es: hay dos grandes temas que las aglutinan: la disputa entre la maternidad y la vida personal –sea estudiar, trabajar, salir, ir al gimnasio o hacer deporte, leer, ver series y hasta dormir- y el fastidio por algunas tareas que se suponen inherentes a la maternidad. PlayManifiesto «Soy Malamadre»

“Son un montón de cosas las que se esperan de la mujer-madre, pero pueden resumirse en la idea de la madre abnegada: la madre que deja todo por sus hijos e hijas, pero que además de hacer las cosas que tiene que hacer, tiene que sentirse de una determinada manera: feliz. El mandato es que, además de cumplir con todo eso, tenés que estar contenta cumpliéndolo. Porque el mandato de fondo es que cuando seas madre vas a ser feliz”, explica D’Alessio, de la Red de Psicólogas Feministas.

Una de las primeras en apropiarse de la idea de “mala madre” y convertirla en bandera pública –el debate alrededor del mandato de maternidad es histórico en el feminismo- fue una creativa publicitaria española, Laura Baena: en 2013, a los 32 años y con una hija de 2 decidió fundar el Club de Malas Madres, una comunidad virtual que hoy reúne a decenas de miles de madres, pero que también tiene su sede en Madrid, un blog, un canal de YouTube con videos, un manifiesto y hasta una línea de ropa.

Para la misma época, en Argentina salía Mamá Mala. Crónicas de una maternidad inesperada. No era el primero en ahondar en desarmar la ecuación de maternidad feliz para ahondar más bien en las angustias, frustraciones y malestares. Pero iba más lejos al usar la palabra “mala”. Carolina Justo von Lurzer es Doctora en Ciencias Sociales e investigadora del Conicet, especialista en el cruce de comunicación, género y sexualidades, construyó a ese personaje a través de una catarsis pública en Facebook después de parir a su segundo hijo. Sus posteos fueron tan populares que se convirtieron en un libro.

«Mamá Mala. Crónicas de una maternidad inesperada» es el libro en el que la Doctora en Ciencias Sociales e investigadora del Conicet, Carolina Justo von Lurzer, construyó un personaje a través de una catarsis pública después de parir a su segundo hijo.

“En los 8 años que pasaron entre mi primer y segundo hijo, yo desarrollé una conciencia feminista, desde la formación y desde la militancia, reflexioné sobre mi lugar en el mundo como mujer, los mandatos, las desigualdades, y empecé a darme cuenta de que todo eso que yo tenía tan claro que eran imposiciones sociales y yo podía combatir y desnaturalizar se me hacían carne cuando me sentía todo el tiempo juzgada en mi rol de madre, y sobre todo, en mis emociones y en la experiencia que estaba atravesando”, dice Carolina Justo von Lurzer .

“Lo que me pasó fue que no lograba conectar con esa maternidad y entonces se me juzgaba: lo que me venía de alrededor era que si yo había buscado ese bebé no solo tenía que estar feliz y completa, sino que además, a pesar de eso, tenía que darlo todo. Me di cuenta de que no cabe ahí el malestar de la maternidad. Si lo decidiste, tenés que estar feliz. Es una exigencia de devoción y apego. Y yo no podía responder a esos mandatos como feminista ilustrada, me dolían y me hacían sentir una mala madre para todos lados: para los mandatos convencionales y para los mandatos antimaternales de los feminismos. Porque yo efectivamente quería sentirme bien con mi maternidad”.

Ahora, mientras en España es suceso el libro Mamá Desobediente, de la periodista y escritora Esther Vivas, en la cartelera porteña lleva dos meses el documental “Malamadre”, de la realizadora Amparo Aguilar: reúne testimonios de mujeres madres que apuntan directo al corazón de esa idea de la maternidad como realización y lugar de felicidad, y hablan de cómo se siente y vive la maternidad real.

«Mamá desobediente» es el libro de Esther Vivas que busca contribuir a pensar la maternidad desde una perspectiva feminista, apelando a una maternidad desobediente a la establecida por el sistema.

“Nació de mi propia experiencia de maternidad, de encontrarme en ese lugar donde lo que hacés no es lo que se espera que hagas. De cómo se espera que seas madre: porque yo fui madre joven y para mí también había unos mandatos más de clase media de qué iba a pasar con mi carrera. No es lo mismo para todas, pero a todas las mujeres se nos dice cómo y cuándo tenemos que ser madres”, explica.

Y aclara: “Malamadre no es en contra de la maternidad, sino en contra de la obligación de ser una madre perfecta, que es la exigencia que se nos impone: ser una buena madre no es amar a tus hijos, sino ser una madre perfecta según una cantidad de parámetros imposibles”, dice Aguilar. Play»Malamadre», trailer oficial

Para la cineasta, eso se transforma en una carga“Aunque lo que construye la idea tiene que ver con el señalamiento que se hace desde afuera, el castigo surge en nosotras: el sentimiento de ser una ‘mala madre’ se te arma solo, sobre todo cuando no tenés con quién contrastar que eso que te está pasando es algo que puede pasar, y que encima es común. Entonces me paro y digo: ‘Paren, porque si todas somos malas madres, entones será que no lo somos’”.

Para Aguilar, no hay mujeres que en algún momento de la maternidad no hayan sentido que hicieron algo mal, o que la decisión que estaban tomando era por su propio bienestar y no por el de sus hijos.

“Decir que somos malas madres es anular un poco esa idea, vaciarla del sentido que se le da. Porque si además, ser buena madre es todo eso que se hace imposible, bueno, entonces vamos a habitar el otro lado con menos culpa y a reconocer que pasan un montón de cosas que se alejan del ideal que nos habían planteado y que nos habíamos planteado, porque creo que nosotras estamos más preparadas para esa contradicción: yo puedo decir que no aguanto más a mis hijos sin dejar de quererlos”.

Una escena de
Una escena de «Historia de un matrimonio», protagonizada por Scarlett Johansson y Adam Driver. En la película, los abogados que los representan en su divorcio ponen en tela de juicio la forma de ser madre de ella y la paternidad de él.

También hay ahora en Netflix dos películas, Malas madres Qué esperar cuando estás esperando, una serie, Madres trabajadoras (Workin’ moms), y la nominada a varios Oscar Historia de un matrimonio, que tiene un monólogo que se viralizó en estas semanas porque sintetiza ese ideal de la madre perfecta desde el que se mide a las madres y que la abogada (Laura Dern) le dice a su clienta (Scarlett Johansson), mientras preparan el juicio de divorcio:

“La gente no acepta madres que beben demasiado vino, le gritan a sus hijos, y les dicen estúpido. Lo entiendo, yo lo hago también. Podemos aceptar un papá imperfecto. Enfrentémoslo, la idea de un buen papá fue inventada recién hace 30 años, antes de eso se esperaba que los padres fueran silenciosos y ausentes, poco confiables y egoístas (…) Pero la gente no acepta en absoluto esos mismos sentimientos en las madres. No los aceptamos estructuralmente, y no lo aceptamos espiritualmente. Porque la base de nuestro cuento judeocristiano es María, madre de Jesús, y ella es perfecta. Es una virgen que da a luz, apoya incondicionalmente a su hijo y sostiene su cadáver al morir. Y el papá no está ahí, ni siquiera hizo el coito (…) Siempre serás evaluada con un estándar más alto. Es jodido, pero así es como es”. 

Eleonor Faur lo explica así: “Estamos llenos de íconos que arman esta idea de la madre santa y perfecta, empezando por la Virgen María: una madre que no tuvo ni deseo sexual ni sexo, que solo es madre. La iglesia tuvo muchísima influencia y la sigue teniendo. Y por supuesto la escuela, las leyes, todos los discursos que nos rodean y que hacen una parafernalia de loas a la buena madre. Historizar sirve para mostrar que no hay nada natural en la maternidad, no hay instinto. Eso, entre muchas otras cosas, es lo que vino a desarmar el feminismo”.

Quemar el manual de la buena madre

“La malamadre es entonces también la mujer con deseos fuera de la maternidad, la que quiere dedicar tiempo a estudiar o formarse, a viajar; la que elige trabajar, la que quiere vivir una sexualidad plena. O la que que decide no tener hijos: porque como la mujer es madre, la que no quiere ser madre es malamadre también”, explica la cofundadora de la Red de Psicólogas Feministas D’Alessio. “Cualquiera de esas mujeres a las que la maternidad ‘no les alcanza’ son enseguida miradas con sospecha y puestas de ese otro lado que es el que no cumple con el ideal”.

Las consecuencias del ideal de la buena madre, sigue la psicóloga, son muchas: “¿Cómo hacemos para no ser ‘malas madres si siempre tenemos que elegir entre nosotras y la maternidad? Por esta falsa idea de que ser mujer es ser madre. Y que ser una buena madre implica una cantidad de tareas a cumplir de determinada manera y además con la imposición de que tenés que estar feliz. Esto genera culpa y la culpa es un sentimiento muy poderoso que nos hace hacer cosas que no queremos pero de las que sentimos que no podemos zafar”.

La abogada que representa a Scarlett Johansson es quien le dice, en un monólogo memorable, todo lo que se espera de
La abogada que representa a Scarlett Johansson es quien le dice, en un monólogo memorable, todo lo que se espera de «una buena madre».

Según la especialista, las madres viven presionadas por esas expectativas tratando de hacer lo que hay que hacer que nunca es alcanzable y, lo más grave, la mayoría ni siquiera puede hablar de esto: “La culpa produce cuadros de ansiedad y depresión en las mujeres. No poder hablar de lo que nos pasa, enferma. El silencio enferma. Imaginate cuando no podés ponerlo en palabras para vos misma. Esto es algo que para la mayoría de las mujeres todavía no se puede decir”.

Y señala que en el consultorio ven que, incluso cuando la violencia de género es un tema que está en la agenda pública y del que se habla, “el mandato recae sobre las madres hasta tal punto que hay mujeres que sufren violencia y sienten culpa de desarmar la familia: porque la madre es la garante principal y última del bienestar de los hijos, carga con toda la responsabilidad: los tiene que educar, alimentar, vestirlos, cuidar, pero además tiene que estar siempre, porque cuando les pasa algo la pregunta es dónde estaba la madre”.

“Malamadre no es en contra de la maternidad, sino en contra de la obligación de ser una madre perfecta
“Malamadre no es en contra de la maternidad, sino en contra de la obligación de ser una madre perfecta», dice Amparo Aguilar, autora del documental «Malamadre».

“Desarmar la idea del manual: no solo del que nos quieren imponer, sino también del que muchas veces nos imponemos. La maternidad es una construcción, social y del vínculo, en la que hay contradicciones como en cualquier vínculo y en la que hay errores y aciertos, sin absolutos”, reflexiona Faur, que además en estos días termina de ensayar con su hija, Ana Minujin, una performance en la que desde la sociología y el arte indagan en el vínculo madre-hija, y que ganó el concurso de periodismo performático de Revista Anfibia y que justamente se llama Todo vínculo es un WIP (Work In Progress).

“Es tiempo de desarmar toda esta adjetivación de la maternidad: la madre buena y mala, pero también la madre con apego, la madre feminista, cualquier categoría de madre que implique una fórmula”.

«Hay que quemar todos los manuales de la buena madre”, dice Aguilar. Y advierte: «No es una cosa individual: para poder quemar el manual, hacen falta políticas públicas».

Aguilar coincide: “Las feministas de clase media también tenemos un manual con el que mandatamos a otras mujeres. Entonces, hay que quemar todos los manuales de la buena madre, que son buenas madres diferentes según donde estés”. Pero advierte: “No es una cosa individual: para poder quemar el manual, hacen falta políticas públicas. Solo con un Estado presente que garantice ciertas cosas es posible para un montón de mujeres tomar una cantidad de decisiones sin que eso sea un caos o imposible. Para que cada mujer, cada familia, pueda elegir cómo va a encarar la crianza”.

D’Alessio agrega: “No existe esto de los tips: como que si hacés estas diez cosas tu hijo va a ser feliz siempre y vos vas a ser una buena madre. Esas son las tramas que el patriarcado armó y hay que desarmar. Y para eso se requiere lo mismo que se armó para esta mirada de la buena maternidad: políticas de Estado. No creo que exista ese bienestar de la maternidad hasta que no haya una contención social, hasta que el rol paterno no termine de desarmarse. Una buena madre no es sola. No puede serlo. Hay una frase que dice que para criar a una persona se necesita una tribu: es así”.

Fuente: www.infobae.com

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