Con el sol como testigo asomando por el horizonte, la artista y docente María Lazarte, todos los días se acerca hasta la playa y dibuja sobre la arena diferentes mándalas que tienen una característica compartida: son efímeros. Su duración sobre la arena depende de las condiciones climáticas, del movimiento de las mareas, de la presencia o no de la lluvia y de los pocos pasos de caminantes que se acerquen a la zona. Es cierto, el balneario céntrico de Villa Gesell durante este año tan particular se convirtió en un desolado desierto de arena. Sin turistas de paseo, solo quedan las pisadas de los geselinos que se acerquen a la costa.
En pleno invierno, allí cuando empezó este proyecto Lazarte, la salida del sol era cerca de las 8 de la mañana y la temperatura rondaba los 0 grados. Por eso, las pisadas eras casi nulas. Hoy, para poder hacer esas obras de arte en compañía del amanecer debe llegar cerca de las 6 y media de la mañana y la rutina la repite de lunes a lunes, sola, al alba y con su botella de agua. «A veces estoy cansada y digo ‘mañana no voy’. No hay nada ni nadie que me obligue a hacerlo; pero me despierto sola, me quedo en la cama y ya miro la ventana y pienso en cómo va a ser el amanecer y no me lo quiero perder», cuenta Lazarte.
¿Quién es María Lazarte?
María lleva 18 años viviendo en Villa Gesell y aunque es oriunda de Lomas de Zamora, abrazó de tal forma al mar Argentino que en sus diferentes mudanzas fue acercándose cada vez más cerca de la costa. Cosa excepcional para Villa Gesell que encuentra a casi todos sus habitantes lo más lejos de ese húmedo y frío mar que en el invierno es tan penetrante como helado.
Es profesora de arte de diferentes escuelas de la ciudad balnearia, dicta talleres, ahora con modalidad virtual, participa de diferentes actividades culturales y desde hace casi cuatro meses comenzó este proyecto al que llama «Hoy«. «Lo cierto es que no sé hasta cuándo podré hacer esto porque en épocas comunes yo trabajo en las mañanas. Así que aprovecho hoy: hoy puedo hacerlo, mañana no sé. Y por eso se llama así, en homenaje al tiempo que tenemos, la única certeza. Encontré en esto la libertad plena. Siempre con el dibujo y la pintura estoy condicionada, varío los estilos, soy efímera en mi producción».
Comenzó sus estudios relativos al arte en Lomas de Zamora, siguió por la escuela de Bellas Artes, por entonces «La Pueyrredón» (ahora UNA) y se quedó a vivir en Villa Gesell luego de haber viajado por distintas partes de América latina y de que situaciones económicas y amorosas de por medio la lanzasen a esta ciudad balnearia, donde nació su hija hace 16 años. Su producción artística siempre se mantuvo pero fue mutando y pasó por diferentes técnicas. Hoy, el arte efímero y sobre la arena asegura que se convirtió en su cable a tierra.
A veces las prohibiciones refuerzan los valores. Fue así como sucedió con las playas geselinas. Declarado el aislamiento, los paseos por la playa quedaron negados así que cuando se levantó esa restricción las ansias por el encuentro con el mar habían crecido para muchos. «Si bien ya hace cinco años que dibujo sobre la arena, esta rutina y este sentido surgieron a partir de la pandemia. Específicamente cuando habilitaron los paseos por la costa. Vivir a dos cuadras del mar y no poder ir teniendo además tiempo disponible fue para mí un sufrimiento».
Por eso, cuando el 8 de junio se habilitó el acceso a la playa, Lazarte no dudó y se apresuró para llegar a ver la salida del sol. Otra experiencia poco común y que Lazaerte había olvidado hacer entre rutinas laborales y hogareñas. «En 18 años solo una vez había ido a ver el amanecer. Cuando llegué esa mañana, me puse a dibujar sobre la arena y le saqué una foto al primer mandala que hice, con el sol saliendo de fondo y no pude creer la maravilla que me estaba perdiendo y lo tomé como una rutina. Veo el amanecer, dibujo y saco fotos. Después vengo a casa, edito las fotos, las intervengo, las subo a las redes y comienzo mi día laboral».
El ritual en el que los geselinos descubren cómo está el tiempo
Ya se volvió un ritual no solo para ella sino para todos los seguidores de este proyecto porque Lazarte sube, ni bien vuelve de su rutina matutina, las fotos que sacó del dibujo sobre la arena del día a sus redes. Ya desde temprano y a medida que se van despertando, todos los geselinos van descubriendo cómo está el día, soleado, lleno de niebla, nublado. Solo la lluvia la detiene.
Lo que empezó como algo sencillo y simplemente con un palito en la mano, comenzó a crecer. Hoy ya llega con rastrillo en mano, siempre a la misma parte costera y comienza lo que será su obra del día. «Justamente el arte efímero es eso: una respuesta frente a la producción y al consumo desatado. Esto no lo podés comprar, solamente te queda la foto, el recuerdo, la experiencia. Como en todo arte efímero siempre hay un registro, pero la obra en sí no existe. A veces queda algún rastro de un día para el otro, depende de los distintos factores climáticos. Y pienso que si quedó por algo es. Retomo los restos, y de alguna manera entra a jugar el pasado para construir el presente, somos lo que pasamos también». Agrega feliz por el proyecto que la ayuda a pasar este año excepcional, con la esperanza de poder continuar con «Hoy» mucho tiempo más. «Ojalá pueda hacerlo por mucho tiempo más. Me imagino con más rastrillos y con gente alrededor que se quiera sumar e intervenir y podamos hacer arte colectivo».
Fuente: lanacion.com.ar
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