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La apasionante historia del faro del Fin del Mundo

En el extremo sur de la Patagonia, allí donde los vientos soplan helados y se confunden los océanos, el temible Capitán Kongre lidera una banda de piratas sin escrúpulos. Su modo de ganarse la vida pronto se verá amenazado con la instalación de un faro al cuidado de tres fareros: Vázquez, Moriz y Felipe. Los piratas darán muerte a dos de ellos, pero el valeroso Vázquez logrará sobrevivir para cargar contra los malhechores con la ayuda de John Davis, un náufrago estadounidense de origen escocés.

Es la síntesis de Le phare du bout du monde (El faro del fin del mundo), novela del francés Julio Verne, que luego de su publicación en 1905 volvió muy popular al faro de San Juan de Salvamento. Si hoy se rodara la serie, seguramente llevaría el subtítulo «Basada en hechos reales».

Es que más allá de la imaginación del célebre escritor, el título de su novela no era en absoluto caprichoso. El faro original estaba emplazado en el cabo San Juan de Salvamento, un promontorio rocoso ubicado en el extremo oriental de la Isla de los Estados, provincia de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur. Este cabo es el punto más cercano en Argentina a las islas Malvinas, a tan sólo 356,4 kilómetros de distancia y en el momento de su inauguración era efectivamente el más austral del mundo.

Un faro, mil naufragios

«Si bien Julio Verne inventó la existencia de estos piratas que encendían y apagaban la luz del faro para engañar a los navegantes, el lugar era tal cual lo describía. Allí están el Cabo San Diego, el estrecho Le Maire o la Isla de los Estados. También coincide la cantidad de naufragios que él menciona en la novela, porque el faro estaba mal ubicado. Sucede que era la última luz ante lo desconocido, muchos barcos intentaban orientarse con su señal y terminaban chocando contra la costa o los islotes que lo rodean. El resto es novelado», señala Carlos Pedro Vairo, investigador, museólogo y director del Museo Marítimo de Ushuaia, donde se levanta una réplica del faro original a escala 1:1.

Inaugurado el 25 de mayo de 1884 por el Comodoro Augusto Lasserre, el enigmático faro del Fin del Mundo fue emplazado en el extremo oriental de la solitaria Isla de los Estados, en el Puerto San Juan y a 60 metros de elevación sobre el abismo, desde donde partían naves hacia un horizonte mayormente desconocido, como las dos expediciones a la Antártida que comandó el Barón Adrien de Gerlache en 1897 y 1899.

La construcción de la réplica del faro San Juan de Salvamento en el Museo Marítimo de Ushuaia en 1997
La construcción de la réplica del faro San Juan de Salvamento en el Museo Marítimo de Ushuaia en 1997

«A este puerto iban a proveerse de agua potable, comida y madera. También llegaban a reparar las embarcaciones después del cruce del Cabo de Hornos. Don Augusto Lasserre lo bautizó San Juan del Salvamento por la Estación de Salvataje construida en el lugar para prestar auxilio a los náufragos. Su instalación fue recomendada por Don Luis Piedra Buena -propietario de la Isla de los Estados-, al Gobierno Nacional, y luego se sumó al proyecto el Presidio Militar», explica Vairo, que como director del Museo Marítimo participó en la reconstrucción del faro original.

En medio de ese clima hostil, azotado por los vientos gélidos del sur, dentro del faro vivían 6 torreros, y el jefe con su esposa en una casita aledaña. Estaba construido en madera de lenga, tenía 16 lados y apenas 5 metros de alto, ya que por estar emplazado sobre un peñasco no precisaba de mayor altura. Su diámetro era de 9 metros y en el centro se erguía un mástil de 25 metros donde iba colocada una bocha redonda de zinc, que era la señal diurna.

En medio de la bruma, entre olas embravecidas y roquerías traicioneras, por las noches el faro estaba iluminado por la luz tenue de las lámparas de petróleo dispuestas en una habitación. El faro era el guía solitario de aquellos barcos en la ruta hacia el Pacífico. Un escenario propicio para naufragios, cuentos de galeones, balleneros y extraviados buscadores de oro.

«Las siete lámparas de kerosene estaban dentro de la casita (faro) y dos lados con sus ventanas dejaban pasar la luz al exterior. Cada lámpara tenía su reflector, y juntas constituían un farol cuyos cristales eran una gran lente. Se calcula que iluminaba entre 5 y 7 millas, protegiendo por primera vez la navegación de la zona. También había un camarote con cuchetas, un estar cocina, un depósito para repuestos y un depósito de víveres en el entretecho», precisa Vairo, autor de los libros La isla de los Estados y el faro del fin del mundo y Otros faros del fin del Mundo.

Para reconstruir su historia se consultaron fotografías de la época, relatos del explorador polar belga Adrien de Gerlache y crónicas del escritor y periodista Roberto J. Payró.

La réplica del faro de San Juan de Salvamento en Ushuaia
La réplica del faro de San Juan de Salvamento en Ushuaia

Otra fuente fundamental fue el diario del faro, donde se llevaba un registro meticuloso de la hora en que se encendían y apagaban cada día las lámparas, el total de kerosene consumido, los buques a la vista y su dirección; el viento dominante en 24 horas, el estado del tiempo y otras observaciones generales. «Así es como leemos que en el mes de febrero de 1898, es decir pleno verano, el faro se prendía a las 7.45 PM y se apagaba a las 4.17 AM. En cambio, en invierno, se prendía a los 4.20 PM y se apagaba a las 7.40 AM. En cuanto a los buques avistados en 1898, fueron 102 fragatas, algunas de cuatro palos, y 80 barcas», consigna Carlos Vairo en su libro sobre La isla de los Estados y el faro del fin del mundo.

Una expedición al rescate

El Faro San Juan de Salvamento prestó servicios hasta octubre de 1902, para finalmente ser abandonado durante casi un siglo. La intensa nubosidad y la baja luminosidad de las lámparas de aceite fueron el principal motivo de su cierre. Fue reemplazado por el Faro Año Nuevo, inaugurado en septiembre de 1900 en la Isla Observatorio. Recién en 1991 se inauguró el faro Cabo de Hornos, en Chile, que pasó a ser el más austral del Archipiélago Fueguino. Lamentablemente, para cuando se lo declara Monumento Histórico Nacional, en 1976, el Faro de San Juan de Salvamento se encontraba casi totalmente destruido.

En la década del 90 el contralmirante Horacio Fisher convocó a dos especialistas en piezas históricas: el propio Carlos Vairo y su colega del Museo del Fin del Mundo, Oscar Zanola, que en conjunto tomaron la firme decisión de salir al rescate del faro, traer sus despojos y levantar una réplica en Ushuaia a la vista de todos. La aventura de los marinos que navegan los mares del sur para controlar el Faro del fin del Mundo

Es así como en 1995 se firma un convenio entre el Museo Marítimo de Ushuaia, el Museo del Fin del Mundo y la Armada Argentina para realizar el «Relevamiento Histórico Humano de San Juan de Salvamento».

Finalmente, en febrero de 1997 los restos del faro desembarcaron en Ushuaia a bordo del rompehielos ARA Almirante Irizar, que en un viaje de regreso de la Antártida los recogió por la Isla de los Estados. El Museo Marítimo había sido nombrado depositario de aquellos restos y en agosto de ese mismo año se inauguró la maqueta diseñada por el Ingeniero Mirón Gonik a partir de los planos originales.

El faro reconstruido en la isla de los Estados como homenaje a Julio Verne
El faro reconstruido en la isla de los Estados como homenaje a Julio Verne Crédito: Claire Montenay

En cuanto a los objetos rescatados, se exhiben piezas del faro de 1898 como las ventanas, la puerta, el piso, las paredes y el entretecho. También se conservan lámparas, algunas páginas de LA NACION fechadas a fines del siglo XIX, calzado, botellas de bebidas y restos de comida.

«También se muestran los trabajos arqueológicos realizados en San Juan de Salvamento e Isla de los Estados y se recrea la vida de los guardafaros que pasaban largos meses en la isla. A partir de los elementos que encontramos allí, ahora sabemos cómo vivían, qué uniformes usaban, qué bebidas tomaban, qué platos comían y hasta qué publicaciones leían», sigue Vairo.

Una vez completado el traslado quedó sin efecto su declaración como monumento, pero para preservar la memoria del sitio fue reconocido como lugar histórico nacional en 1999.

Polémica en el faro

Por ese entonces, en el año 1998 Francia donó una réplica de la mitad de su tamaño que fue emplazada en la Isla de los Estados, en el mismo solar donde prestó sus servicios el faro original. El trabajo lo llevó adelante un equipo de La Rochelle, encabezado por el navegante André Bronner, en febrero de ese mismo año.

La reconstrucción del faro realizada por el francés André Bronner en la Isla de los Estados
La reconstrucción del faro realizada por el francés André Bronner en la Isla de los Estados Fuente: Télam

«En este caso se trata más de un homenaje a Julio Verne. En cambio, nosotros consideramos que se debía salvar al símbolo y primer elemento que marcaba nuestra Soberanía en lo zona más austral de la Argentina, la «última luz ante lo desconocido». Por suerte pudimos rescatar los restos antes de la llegada de los franceses, y hoy están exhibidos en el Museo Marítimo», apunta Vairo.

Y remata: «Lo lamentable es que André Bronner se llevó a Francia material arqueológico del lugar. Figura hasta en su propio libro. El faro donado por Francia tiene 8 lados y no 16, entre muchas otras diferencias».

Inaugurado oficialmente en enero de 2000, en simultáneo con uno idéntico en La Rochelle, al faro donado por Francia excepcionalmente llegan excursiones marítimas debido a la dificultad de su acceso, apenas algunos veleros y unos pocos buques de turistas con permisos especiales, sin contar de los relevos que realiza la Armada periódicamente. El año pasado le pusieron un nuevo sistema de luces.

Más allá de la polémica, el valor histórico del faro San Juan de Salvamento no es para nada menor. Su instalación aquel 25 de mayo de 1884 fue un acto soberano por el cual Argentina tomó posesión de su territorio después de la firma del tratado de límites de 1881.

Museo Marítimo: (02901) 436321 o 437481 o por mail: info@museomaritimo.com. En la web: www.museomaritimo.com.

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