Al pensar en Disney, los primeros títulos que vienen a la memoria son clásicos como «Blancanieves», «Pinocho» o «Dumbo». Sin embargo, existen otras cintas Disney que también forman parte de su ADN aunque nada tengan que ver con la animación. ¿Quién se acuerda, por ejemplo, de «Canción del sur»?.
Ese tipo de cine es el que estudia y recoge el periodista Alberto Corona en «La otra Disney» (Applehead Team), un libro que se presenta como un primer volumen que abarca desde 1946 hasta 1967, un año después de la muerte de su fundador, Walt Disney.
Corona analiza las producciones en acción real de esta compañía, siempre con los mismos valores conservadores que son marca de la casa y convertidas, algunas de ellas, en clásicos de una generación, como «Tú a Boston y yo a California» (1961) «La isla del tesoro» (1950) o «20.000 leguas de viaje submarino» (1954).
Pero también habla de otros títulos, menos conocidos, como «Los arqueros del Rey» (1952), «Héroes de hierro» (1956) o «Secuestrado» (1960). O de un largometraje que generó gran controversia desde su estreno, tanta, que Disney quiso que todo el mundo se olvidara de él, «Canción del sur» (1946), una arriesgada apuesta que mezclaba acción real con animación.
Una apología de la esclavitud que Corona repasa en el libro con detalle, desde su creación con la adaptación de las «Historias del tío Remus» hasta el recibimiento por el público y la mala crítica que obtuvo. Tal es la losa que tiene Disney con esta cinta que trata a toda costa de borrarla de su historia.
«En lo que respecta a EE.UU., la película no está disponible en VHS ni ha sido editada jamás en DVD, lo que ha provocado que sea uno de los productos más demandados de Amazon. Curiosamente, en España sí que se distribuyó a lo largo de los años 80, por lo que tiene parte de culpa de que sea recordada por el público hispanohablante», apunta el periodista.
Si «Canción del Sur» fue la cruz –aún permanente– de Disney, la cara de la compañía con el cine al margen de la animación fue, diez años más tarde, «Héroes de hierro» (1956). Disney, según relata Corona «se pone intenso con la Guerra Civil estadounidense, pero con esta cinta, no solo logra no incomodar a nadie con su guion, sino que, además, consigue un western magnífico».
Es tal la soltura de este western que el autor lo desvincula de la marca Disney por unas formas expresivas en este género que algo más de una década después consolidaría Sam Peckinpah en «Grupo Salvaje» (1969).
La obra de Corona deja entrever también la enfermiza fijación de Disney por los animales fruto de un trágico episodio vivido cuando contaba solo siete años cuando, en su afán por intentar atrapar un búho terminó matándolo. Ese hecho pareció marcarle el resto de su vida, de ahí que, tal y como se narra en el libro, también llevara a la gran pantalla historias con animales reales, principalmente perros.
Con «Fiel amigo» (1957) dirigida por Robert Stevenson, da inicio a lo que algunos críticos han llamado la «dogexplotaition» con un final tan inesperado como sorprendente en la filosofía Disney que termina por fagocitar el resto de la historia en tan solo unos minutos de metraje.
A esta le siguieron otras cintas con animales como protagonistas como «El extraño caso de Wilby» (1959), «Un sabio en las nubes» (1961), «Un gato del FBI» (1965) o «Los perros de mi mujer» (1966).
«La otra Disney» no solo pone orden en este primer tomo a «un consumo desordenado y compulsivo de cine sin referencias», como señala en el prólogo del libro John Tones, sino que refresca, para las generaciones de los años setenta y ochenta, un cine familiar que únicamente se asocia a Disney cuando Mickey, disfrazado de aprendiz de brujo, precede a las primeras imágenes de cada película o, así vestido, encabeza la carátula del video.
FUENTE: EFE
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