Para muchas personas las vacaciones ya terminaron, suena el despertador y es signo de que la rutina comienza de nuevo, cumplir con el trabajo, se palpita el regreso de los chicos al colegio, no llegar a fin de mes y más cuestiones que forman parte de la diaria. ¿Cómo podemos evitar caer en un círculo vicioso de estrés, malnutrición y falta de descanso?
Hoy por hoy, los desórdenes asociados al estrés, como la ansiedad, representan uno de los principales problemas de salud de la sociedad. Esto se ve reflejado en desórdenes como enfermedades cardiovasculares, obesidad, dolor crónico, salud mental, gastrointestinal y alteraciones del sueño.
Hay que tener en cuenta que otros de los efectos del estrés en la salud son:
- Debilidad y atrofia muscular
- Fatiga crónica
- Alergias
- Dolores de cabeza y migrañas
- Osteoporosis
- Hipertensión
- Insomnio
- Depresión
- Susceptibilidad a infecciones oportunistas
- Enfermedad cardiovascular
- Desórdenes menstruales.
EL YOGA: EQUILIBRIO DE CUERPO Y MENTE
Recomendado por especialistas, el yoga es una práctica efectiva para controlar el estrés y la ansiedad, ya que ayuda a cambiar el foco de atención, combina posturas físicas, controla la respiración y permite la meditación.
“El estrés pone al cuerpo en modo defensivo e interrumpe nuestro ciclo de renovación energética, descansamos, nos movemos, sentimos y pensamos en desarmonía. La práctica de yoga es intensa para el cuerpo físico, emocional y energético permitiéndonos resetearnos”, señala Nora Maas, profesora de Yoga. Y agrega “La práctica física actúa como descarga, pero combinado con la respiración nos pone en un estado meditativo que es lo que necesitamos siempre y más si estamos bajo estrés. La relajación del final es profunda y todo nuestro ser lo agradece. Siempre es emocionante ver la diferencia entre el acelere con que entran los alumnos a clase y el bienestar, la sonrisa y el agradecimiento con que salen. Es habitual oírlos decir: ‘¡Cómo me costó hoy venir! ¡Pero que bueno que vine!’”.
Cinco posturas contra el estrés
Balsana (Postura del niño): Esta postura ayuda a relajar los músculos de la espalda, reducir el cansancio, brinda alivio a los pies y disminuye el estrés y la fatiga.
Tadasana (Postura de la montaña): se trata de una postura sencilla con numerosos beneficios. Hay que colocarse de pie, separando un poco los pies al ancho de caderas y con la espalda recta y mirando hacia el frente. Los brazos separados y los pies firmemente arraigados en el suelo. Fijar la mirada en un punto enfrente, a la altura de los ojos, sin quebrar las cervicales, ya que servirá para mantener el equilibrio.
Vrksasana (Postura del árbol): Es una postura muy útil cuando hay que concentrarse por el hecho de que requiere de una gran conexión con él aquí y ahora. Permite poner toda la atención en la postura y la respiración, de manera que el foco de las preocupaciones diarias quedan lejos, dando espacio a la mente para pensar únicamente en la posición que se quiere alcanzar.
Uttanasana (Pinza de pie): postura que ayuda a relajar la espalda, hombros, cuello y cabeza por completo. Resulta algo más compleja si se está empezando con la disciplina y no se cuenta con la flexibilidad necesaria, por lo que se puede comenzar con la media pinza.
Savasana (Cadáver): Es la postura de relajación por excelencia en yoga y se realiza al final de la práctica para relajar y conectar cuerpo, mente y espíritu. Es perfecta para concluir esta serie de asanas (asientos), ya que relaja toda la musculatura del cuerpo y calma el sistema nervioso.
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