Psicología y coaching

¿Cómo potenciar la Inteligencia Emocional a través de hábitos?

Varios hábitos y estrategias sencillas para aprender a potenciar la Inteligencia Emocional.

La Inteligencia Emocional es un conjunto de habilidades que, aunque no lo notemos, nos ayudan a desenvolvernos con todo tipo de situaciones complejas a las que nos exponemos durante el día a día. Sin embargo, tal y como ocurre con todos los rasgos psicológicos, el grado en el que este tipo de inteligencia está presente en las personas varía mucho dependiendo de cada individuo.

Es decir, que no todo el mundo tiene un buen nivel de Inteligencia Emocional. Por suerte, es posible tomar medidas para “entrenar” este aspecto de uno mismo; en este artículo encontrarás varias estrategias eficaces para lograrlo a través de hábitos para potenciar la Inteligencia Emocional, explicados de manera resumida.

¿Qué es la inteligencia emocional?

La Inteligencia Emocional es un constructo psicológico que agrupa habilidades de reconocimiento, gestión y expresión de emociones y sentimientos. Este concepto surge de la idea de que la definición clásica o convencional del término “inteligencia” es demasiado limitada, al ser aplicada normalmente a procesos asociados al uso del lenguaje o a las representaciones mentales asociadas a la lógica, la geometría o las matemáticas.

Así, investigadores como Peter Salovey, John D. Mayer o David Goleman han señalado que existen aptitudes y capacidades mentales asociadas al manejo de las emociones que pueden ser distinguidas del resto de habilidades vinculadas a la inteligencia, y que a la vez tienen características en común y pueden ser estudiadas científicamente. Aunque en varios aspectos se solapan con algunas de las ramificaciones de la inteligencia general (sobre todo con las habilidades de tipo verbal), son una entidad propia y que ayuda a predecir la facilidad de las personas a la hora de vivir manteniendo un buen nivel de bienestar y gozando de relaciones sociales adecuadas.

Algunas de las capacidades incluidas en la Inteligencia Emocional son las siguientes:

  • Habilidad a la hora de identificar y distinguir entre sí las distintas emociones.
  • Facilidad a la hora de crear situaciones y conceptos que hagan surgir en uno mismo las emociones adecuadas en momentos clave.
  • Uso de estrategias adecuadas para canalizar y gestionar las emociones.
  • Detección de patrones de comportamiento problemáticos a la hora de gestionar las emociones negativas o positivos.
  • Facilidad a la hora de reconocer emociones en los demás.
  • Habilidad a la hora de adaptar el propio comportamiento al estado.

Estrategias para potenciar la Inteligencia Emocional

Hay muchas maneras de promover y potenciar la Inteligencia Emocional, al estar compuesta de procesos mentales y comportamentales tan variados. Sin embargo, hay algunos especialmente útiles, y si bien lo mejor para progresar en este aspecto es contar con la ayuda de un psicólogo, aquí puedes encontrar los más importantes que puedes aplicar por ti mismo/a.

1. Desarrolla habituación a las emociones negativas

Para reforzar la Inteligencia Emocional en ti, debes asumir la idea de que no es posible bloquear por completo las emociones negativas, es decir, aquellas que te hacen sentir mal. Para lograrlo, asegúrate de no obsesionarte con dejar fuera de tu consciencia elementos como la ansiedad, el miedo, el asco, etc. En vez de eso, cuando las experimentes, ve acostumbrándote a orientar tu atención hacia otras sensaciones y estímulos.

2. Familiarízate con tus emociones a través de un diario

Para ir ganando familiaridad con las distintas emociones, es útil que de manera frecuente les vayas poniendo palabras y que reflexiones sobre los matices que hay en cada una de ellas. Por eso, una de las estrategias más útiles para potenciar tu Inteligencia Emocional consiste en ir completando un diario de emociones durante varios meses.

En sus páginas irás escribiendo acerca de lo que has sentido en ciertos momentos del día importantes para ti, y sobre los pensamientos asociados a esas emociones y sentimientos. Incluye también brevemente información sobre el contexto (lugar y momento del día) en el que te ocurrió cada cosa, y lo que hiciste justo antes y justo después de sentirte de esa manera. Por cierto, cuanto menos tiempo pase entre que experimentaste eso y el momento en el que escribes acerca de ello en tu diario de emociones, mejor.

3. Potencia tu capacidad de auto-motivación teniendo siempre claras tus metas

Por lo general, una meta a corto plazo y bien definida casi siempre es más motivadora que una meta abstracta y que solo te aportará satisfacción a medio o largo plazo. Por eso, es importante que aprendas a ver las sub-metas que hay en los objetivos más generales que te vayas marcando a lo largo de tu vida. Estas harán más fácil que vayas sintiéndote bien con tus avances de manera constante a medida que pasas de una a otra de forma secuencial, y además, harán menos probable que la idea de abordar una tarea muy compleja y larga te intimide hasta el punto de paralizarte y renunciar a empezarla.

4. Aprende a crear contextos que hagan emerger las emociones deseadas

Una de las claves de la Inteligencia Emocional consiste en aprender que las emociones no surgen de la nada, sino que están ligadas a la realidad material que nos rodea. Por eso, una manera eficaz de potenciar la Inteligencia Emocional consiste en aprender cuáles son las situaciones y los entornos que facilitan la aparición de determinadas emociones, y utilizar esta información en nuestro favor.

Por ejemplo, experimenta con diferentes contextos a la hora de trabajar, viendo qué elementos del espacio en el que realizas tus tareas te lo ponen fácil para concentrarte en lo que debes hacer, cuáles te generan ansiedad, cuáles te distraen, etc.

5. Empieza a fijarte en cómo gestionas las emociones negativas

Otros de los aspectos importantes de la Inteligencia Emocional tiene que ver con no auto-sabotearnos realizando acciones de gestión del malestar emocional que no solo no solucionen esa sensación de incomodidad, sino que contribuyan a ella a largo plazo. Por ejemplo, hay quienes confunden la ansiedad con el hambre, de manera que al sentir un exceso de estrés o angustia van directos a la nevera a comer algo a pesar de no tener hambre de verdad. También es habitual que un mal control de las emociones facilite la aparición de adicciones.

Así pues, proponte identificar momentos del día en el que emociones que te hagan sentir mal hagan nacer en ti el impulso de realizar determinada acción, y plantéate si esas acciones realmente son una manera adecuada de dar salida a lo que sientes.

Fuente: www.psicologiaymente.com

Add Comment

Click here to post a comment