Belleza

Belleza holística. Consejos y buenas prácticas para cuidarse de manera consciente

Por más que te pongas la mejor crema del mundo, la más cara, si no la aplicás a conciencia, seguramente tu piel no reciba el mensaje. Esta es una de las premisas de la cosmética holística. No hay piel y punto. Hay una persona a la que le pasan cosas, que está en un momento específico de su ciclo menstrual, que está transitando un contexto, que se alimenta de determinada manera. La piel es el libro de lo que nos sucede y el desafío es estar en el momento presente para poder prestarle mayor atención a eso que nos está pasando.

Hay que considerar la piel como el resultado de una sumatoria integral: la calidad de tus productos cosméticos, del make up, tu tipo de alimentación, tu hidratación, la prevención contra agentes climáticos dañinos, tu estado anímico, los hábitos de sueño, el ejercicio que hacés (o no hacés).

Para esta concepción de la belleza, es clave dejar de seguir rutinas mecánicas para empezar a diseñar nuestros propios rituales que involucren una acción de conciencia plena. Mirarnos al espejo con amor, sonreírnos, mimarnos.

Claves para una belleza integral

  • Cuidar la piel con productos orgánicos y en atención plena. Observarte, sentir qué le pasa a tu piel.
  • Alimentarte conscientemente y tomar mucha agua para hidratarte.
  • Hacer ejercicio (en lo posible, en contacto con la naturaleza). Transpirar para eliminar toxinas y sentirte mejor.
  • Dormir bien. Descansar, desconectarte las últimas horas del día de las pantallas y seguir alguna rutina breve de masajes faciales que te ayuden a relajar. El sueño es reparador de sistemas regeneradores de la piel.

Todos estos conceptos no funcionan si no los practicamos de una manera consciente y viviendo en el presente. Debemos volver a registrar nuestro cuerpo con una mirada atenta y amorosa. La belleza es una actitud. Por suerte, están desvaneciéndose muchos estereotipos, aunque en algunos casos las sombras propias no dejan que veamos nuestra luz. Necesitamos más tiempo bailando desnudas frente al espejo. Necesitamos sentirnos bien para vernos lindas.

De rutinas a rituales

Aunque muchas veces usamos «rutina de belleza» y «ritual de belleza» como sinónimos, la cosmovisión holística prefiere hablar de rituales. Una rutina es una sucesión de hechos o de cosas que hacemos de igual manera y orden, todos los días o con cierta frecuencia de tiempo, casi automáticamente, sin tener prácticamente un registro consciente y detallado mientras ocurren. Por ejemplo, una rutina de cuidado de la piel implica seguir una serie de pasos que incluyen aplicación de productos, siempre de la misma forma, en los mismos horarios, para que la piel esté bien, se sienta limpia, se vea joven y cuidada.

Pero ¿qué pasa cuando decidimos conectarnos con nuestras emociones y sensaciones al realizar una rutina? Ese momento se puede transformar en disfrute, con una percepción de los aromas y de las texturas, por la cual el simple baño exprés luego del trabajo pasa a ser un momento elegido y la rutina se convierte en un ritual. Cada sensación física agradable tiene un efecto positivo a nivel cerebral y, por lo tanto, de bienestar general para todo el organismo. En este sentido, es importante destacar que un ritual de belleza no tiene que llevarnos mucho tiempo. Dedicarnos unos pocos minutos por día puede cambiar al ciento por ciento la salud de nuestra piel. Cerrar los ojos, hacer tres respiraciones profundas y hacernos un masaje consciente mientras limpiamos nuestra piel no nos toma más de dos o tres minutos. Estamos hablando de tres minutos; como muchísimo, cinco. En este sentido, es clave poder comunicarlo también a la familia o las personas que vivan con vos. «Me voy a tomar cinco minutos para hacer esto para mí, por favor, no me interrumpan». Que podamos conectarnos con nuestra piel y lo que nos pasa. Es tan simple y nos cuesta tanto… Es que la vida, las corridas, la casa, el trabajo, nos metieron de lleno en una espiral que nos llevó a olvidarnos de esos pequeños momentos de encuentro con una misma.

Aceites y automasaje

Derribemos el mito de que los aceites no se absorben fácilmente. Existen aceites, según el tipo de piel, que son capaces de mejorar notoriamente la calidad de nuestro cutis y que, además, se convierten en grandes aliados del automasaje facial. Nos permiten practicar un automasaje del rostro de tan solo cinco minutos que puede activar el sistema nervioso parasimpático, ayudándonos a descansar mejor, logrando una mejor regeneración celular y previniendo el envejecimiento prematuro. ¿Los más recomendados? El de lavanda y el de manzanilla, con propiedades científicamente comprobadas de calma y de bienestar. Otros muy buenos, dentro de los que más se consiguen en nuestro país, son el de jojoba (que equilibra el PH y la microbiota) y el de rosa mosqueta (para pieles más maduras o fotoenvejecidas).

Aromaterapia

Nuestro cerebro tiene varios sectores que, en conjunto, se denominan sistema límbico, de los sistemas más arcaicos evolutivamente hablando. El olfato forma parte de este y el hipocampo, un sector relacionado con la memoria, también. No es casual que ciertos olores nos traigan recuerdos entrañables en milésimas de segundos. Por ejemplo, podemos sentir el aroma a cierta colonia e inmediatamente recordar a nuestra abuela, o el olor a una torta en el horno y viajar directo a nuestra infancia. Muchos aromas, incluso, tienen la capacidad de cambiar nuestro estado de ánimo.

Como terapia, está definida por emplear los aromas de los «aceites esenciales» extraídos de distintas partes de las plantas (raíces, hojas, flores, frutos o semillas) con el fin de ser utilizados para mejorar la salud y el bienestar. Los aceites esenciales son muy aromáticos y, en general, son diluidos en aceites vegetales para facilitar su aplicación. La lavanda y la melisa son ideales para calmar los ánimos y las ansiedades. Los cítricos son grandes aliados como estimulantes del ánimo, sobre todo el neroli; y algunos, como el limón, colaboran en la concentración.

Crédito: Pixabay.

Aromas que activan

Tonificar nuestro rostro con un tónico con aroma a agua de rosas, además de mejorar la salud de nuestro manto hidrolipídico, nos hace sentir mejor anímicamente, nos activa. Arrancar la mañana así es un plus que viene para quedarse. Lo mismo pasa con las texturas. Un ritual de 5 o 10 minutos con las texturas adecuadas y esos aromas que nos activan puede generar un placer tan o más poderoso que los propios activos que traen las cremas.

Cromoterapia

Además de los aromas y las texturas, los colores pueden tener un efecto directo en nuestro bienestar físico, mental y emocional. Provocan una reacción bioquímica en nuestro cuerpo estimulando glándulas importantes como la pineal, cuyas funciones incluyen: el ritmo metabólico, el apetito, el impulso sexual y la pauta de sueño, entre otras cosas. Cada tono tiene su significado y produce un efecto diferente. Las tonalidades relacionadas con la naturaleza, como la gama de los verdes y los azules, transmiten calma, renovación, serenidad e introspección. Son las mejores para un ritual beauty relajante. El rosa, por su parte, trabaja sobre la amorosidad con nosotras mismas y con los demás, estimula la empatía y el cuidado. Mientras que los dorados, los amarillos y los naranjas nos activan y nos vuelven más creativas.

Un baño de color

1. Armá un baño termal en tu casa. Para esto, llená la bañadera hasta la mitad y agregale 2 kg de sal (no apto para hipertensas).

2. Seleccioná la tonalidad que necesitás (por ejemplo, verde = calma; amarillo = energía).

3. Podés utilizar tintes comestibles para teñir el agua, flores o hierbas del color elegido.

4. Sumale algún aceite esencial alineado con tus objetivos (por ejemplo, calma = lavanda).

5. El tiempo recomendado para el baño de agua termal casero es de unos 10 a 15 minutos para poder absorver la energía vibratoria del color elegido.

Alimentación como aliada

Para acompañar esta mirada holística de la belleza, es fundamental llevar una alimentación equilibrada que incluya:

  • Vitamina E: protege las células frente al estrés oxidativo. La encontrás en frutos secos, aceites, vegetales de hojas verdes, semillas y germen de trigo.
  • Betacaroteno, precursor de la vitamina A: regula la queratogénesis, es decir, la formación de una de las capas de la piel. Se encuentra en todas las frutas y verduras de color amarillo fuerte o naranja, como la zanahoria, el zapallo, el mango, el damasco y el durazno.
  • Vitamina C: potente antioxidante que interviene en la formación de colágeno. Está en todo tipo de cítricos, kiwi, frutos rojos, tomate y ají.
  • Selenio: antioxidante que, además, protege la piel brindando elasticidad. Se halla en los cereales integrales.
  • Proteínas: los huevos aportan lo que se llama «proteína de alto valor biológico».
  • Licopeno: protege las células frente a los radicales libres y se encuentra, sobre todo, en el tomate.
  • Agua: la verdadera hidratación se consigue con el consumo de agua. Agua, agua. No té, no mate. Agua. Las células, tanto para repararse o generar nuevas estructuras como para desintoxicarse, necesitan del agua. Las cremas nos ayudan a retener la humedad, pero la hidratación la da el consumo de agua..

Beneficios del masaje

Los masajes faciales intramusculares profundos estimulan y tonifican la musculatura logrando un efecto lifting inmediato. Además de atenuar arrugas y líneas de expresión en cara, cuello y escote, activan la circulación sanguínea y movilizan toxinas, lo que da como resultado una piel limpia y luminosa. Cuando el masaje es realizado correctamente, es súper terapéutico, alivia la vista cansada, el bruxismo y las tensiones en las cervicales. Hasta puede desbloquear emociones que han quedado estancadas en los músculos faciales, permitiéndonos sonreír más ampliamente y gesticular mejor. Para poder hacértelos solo tenés que aprender la técnica y aplicarlos regularmente con un aceite o crema. Es ideal potenciarlos tomando alguna infusión herbal depurativa.

Fuente: lanacion.com.ar