El psicólogo Sergio García Soriano retoma el Abecedario de la Psicología tras un paréntesis de nueve meses por la pandemia, y reanuda estas fichas de breves contenidos que llegan a la letra “D”, DepresiónIlustración del libro de Meritxell Duran, Depresión o Victoria. Cedida por la editorial Penguin Random House
La depresión significa opresión o abatimiento del latín depressio.
Anteriormente, se la conocía como melancolía, no siempre fue tenida como una enfermedad sino que podía estar recogida dentro de estados anímicos de creatividad o ensoñación, pudiendo ser en otras épocas un adjetivo común como el “saudade portugués-gallego” que denomina “el que añora” o el “spleen” del romanticismo.
En la actualidad es un diagnóstico psicológico que describe un trastorno del estado de ánimo, transitorio o permanente, que pueden provocar una incapacidad en la persona.
Hay diferentes grados de depresión. Conviene saber que cuando se dan algunos de los siguientes síntomas durante mas de seis meses se debe diagnosticar.
En lo relacionado con la esfera afectiva encontramos impotencia, tristeza aguda, decaimiento, irritabilidad, malestar constante, frustración con la vida y disminución de la concentración que merma la actividad académica o laboral.
No obstante, aunque el nudo sea éste pueden darse problemas en la voluntad o incluso somatizar en el cuerpo el conflicto que se tiene en la psiquis o mente.
Es fundamental, tener clara la diferencia entre un proceso de duelo (que es lógico ante una muerte de alguien a quien amamos) y un proceso depresivo.
En el duelo, sabemos que hemos perdido a un ser querido; sin embargo, en la depresión, uno se siente “roto o resquebrajado” por dentro y sabe que ha perdido algo en su vida aunque no llega a identificar certeramente esta pérdida ni lo que suponía.
De esta manera, se introyecta o internaliza este proceso en sí, sin haberlo elaborado por la vía simbólica, por la vía de la palabra.
Expresado coloquialmente, el niño tiene un gato al que quiere mucho, el gato se escapa de la casa o muere y el niño para elaborar la pérdida juega a ser el gato.
Lo interioriza para sí, sin ser muy consciente de ello. Pues este mecanismo sería similar al que usa el adulto ante la decepción con un ideal, con un proyecto, con la desaparición de un ser querido, de una pareja…
Fuente: efesalud.com
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