No todo fue terrible para la música en el año que pasará a la historia como su bestia negra en cuanto a cifras de negocio y parálisis de la actividad en directo, pues la cosecha discográfica fue inmejorable, con grandes artistas que volvieron a hacer lo que mejor saben hacer y grandes álbumes que nacieron del encierro mundial.
– «FOLKLORE» (Universal), de Taylor Swift: Si hay un disco que ejemplifica ambas circunstancias es esta rareza de la americana, que dejó las producciones coloridas por un estilo «art-folk» necesariamente más sobrio que tiende puentes con figuras del ámbito alternativo como Bon Iver para alumbrar bellezas como «Exile». Y aún le dio tiempo a grabar una segunda parte…
FUENTE: EFE
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