«¡Todavía está vivo!», dijo el policía cuando lo encontró dentro del vehículo siniestrado.
Aunque ya han pasado varios años, Christian Busch recuerda vívidamente esas palabras. Y es que ese accidente le daría un giro a su existencia.
El doctor Busch es profesor de la Universidad de Nueva York y de la London School of Economics (LSE).
Como investigador se ha enfocado en el emprendimiento y el liderazgo de impacto social, la innovación de los modelos de negocios y los mercados emergentes.
Recientemente publicó el libro: The Serendipity Mindset: The Art & Science of Creating Good Luck («La mentalidad de la serendipia: el arte y la ciencia de crear buena suerte»), en el que profundiza sobre la importancia de verle sentido a lo inesperado para encontrar oportunidades, no sólo en lo profesional sino en lo personal.
«Mucha gente se muestra escéptica sobre su capacidad para aprovechar la casualidad. Pero luego miran los datos y se vuelve tan claro como la luz del día: lo inesperado siempre está sucediendo, por lo que es sensato intentar estar listo para ello. Hoy en día, no es raro que las empresas creen puestos con títulos como serendipity spotter (descubridor de serendipia)».
«Un alemán con sangre mexicana»
Busch creció en Alemania y ha estudiado y trabajado en países como Rusia, China, Kenia y México, donde vivió por un periodo de tiempo.
«Mis amigos bromeaban y me decían que era ‘un alemán con sangre mexicana’ (…) Fue una de las mejores experiencias de mi vida».
«Uso cualquier excusa para regresar a América Latina, extraño la gente, la calidad de vida y el idioma», cuenta de sus actividades recientes en Chile.
De acuerdo con Busch, muchas veces las personas que llamamos «suertudas» han pasado por un proceso muy interesante de creatividad tras enfrentar una situación que no esperaban.
¿Hay gente que por naturaleza es mejor que otra para ver más oportunidades en situaciones inesperadas?, le preguntamos.
«Hacen algunas cosas de manera diferente«, responde desde Nueva York. «Un aspecto desafiante, pero importante de cultivar la serendipia es aceptar que no podemos planificar o saber todo».
«Aceptar la imperfección como parte de la vida nos permite aprovechar el momento si ocurren errores inesperados».
En una charla que ofreció en febrero, recordó el accidente de tránsito que tuvo. ¿Cuál fue el impacto de lo ocurrido en su vida?
El accidente hizo añicos mi sensación de tener el control. Antes de esa experiencia cercana a la muerte, sentía que podía controlar muchas cosas y me di cuenta de lo rápido que se puede terminar la vida y de que las cosas verdaderamente importantes pueden estar fuera de mi control.
Recuerdo haberme preguntado: «Si hubiera muerto, ¿valió la pena?, ¿hice algo significativo con mi vida?».
El accidente me puso en una intensa búsqueda por darle un significado a mi vida. Empecé a leer el libro maravilloso de Viktor Frankl, Man’s Search for Meaning («El hombre en busca de sentido») y me ayudó a entender la crisis y me hizo darme cuenta de que lo que más disfruto, y lo que me da sentido, es conectar a personas e ideas inspiradoras.
Señala que en un mundo que está lleno de incertidumbre y que cambia muy rápido, una habilidad clave es cultivar la serendipia. ¿Cómo se puede desarrollar?
Covid-19 ha sido un claro recordatorio de que a lo largo de la historia, el progreso ha dependido de la capacidad de los seres humanos para sacar el máximo provecho de lo desconocido.
En el contexto de una pandemia que ha cambiado el curso de la vida diaria y ha exacerbado las desigualdades, somos testigos de cómo personas y empresas abrazan lo inesperado de forma creativa. Por ejemplo, destilerías (en Alemania) que en lugar de cerrar empezaron a producir desinfectantes para manos a base de alcohol a un precio asequible.
E individuos que se han reinventado y se han conectado no sólo con lo que es realmente importante para ellos sino con las personas que son realmente valiosas en sus vidas.
En tiempos de crisis, este tipo de esfuerzos tiende a ser impulsado por la necesidad. Pero investigaciones en el campo de las ciencias sociales y naturales también muestran que los grandes avances y oportunidades a menudo son una cuestión de serendipia: la buena suerte inesperada que resulta de momentos no planificados, en los que las decisiones proactivas conducen a resultados positivos.
Esta «suerte inteligente» es diferente de la suerte «ciega» que simplemente nos ocurre (como nacer en una familia amorosa). Es una fuerza oculta que nos rodea, desde los eventos más pequeños del día a día hasta los avances que cambian la vida y, a veces, el mundo.
Los encuentros más mundanos, como toparse con alguien en el gimnasio o en una llamada de Zoom de varios participantes, pueden cambiar tu vida para siempre. La mayoría de nosotros podemos mencionar al menos uno que nos ha pasado.
Mira el ejemplo del fármaco sildenafil. Cuando científicos británicos lo usaron para investigar curas a problemas cardíacos como la angina de pecho, no esperaban que le fuese a provocar una erección en el pene a los pacientes que participaban en el estudio. Estaban sorprendidos.
¿Qué hubiese hecho la mayoría de las personas en esa situación? ¿Simplemente aceptar que se trataba de un efecto secundario incómodo del tratamiento? ¿Lo hubiesen ignorado? ¿O hubiesen desarrollado otra forma de curar la angina que no tuviese este efecto secundario?
Los tres investigadores no hicieron nada de eso. En cambio, vieron la oportunidad de desarrollar un medicamento que podría curar la disfunción eréctil. El viagra, uno de los inventos más exitosos de todos los tiempos, nació.
Lo que esos casos tienen en común es que alguien reaccionó a un desencadenante inesperado de serendipia, conectó los puntos y, de manera crucial, siguió adelante. Cuando nos damos cuenta de que la serendipia no se trata simplemente de un solo evento que nos sucede, sino del proceso de detectar y conectar puntos, comenzamos a ver puentes donde otros ven abismos.
Siempre me ha causado fascinación la pregunta de si algunas personas son capaces de crear las condiciones para que les pasen coincidencias positivas con más frecuencia que a otras. ¿Pueden detectar estos momentos y convertirlos en resultados positivos? ¿Podemos aprender a navegar por lo inesperado y crear nuestra propia «suerte inteligente»?
Por definición, no podemos conocer o programar resultados fortuitos, pues dejarían de serlo. Lo que podemos hacer es provocar que las coincidencias positivas nos lleguen con más frecuencia y con mejores resultados. Una mentalidad de serendipia nos permite hacer eso y es un músculo que podemos desarrollar.
En nuestro trabajo hemos descubierto que muchas de las personas más inspiradoras del mundo han desarrollado, a menudo de forma subconsciente, un músculo para lo inesperado que les ayuda a dar rienda suelta a la creatividad y al ingenio, y a impulsar el éxito y el impacto en un mundo que cambia rápidamente.
Cultivar la serendipia se convierte en un enfoque activo para afrontar la incertidumbre en vez de uno pasivo.
¿Cómo se crea la «buena suerte»?
Hay una serie de pasos inmediatos para desarrollar un músculo de serendipia y crear «suerte inteligente». Por ejemplo, los que podemos dar en nuestras interacciones diarias, como hacer buenas preguntas y estar abiertos a respuestas inesperadas.
Imagina que estás en una conferencia virtual y conoces a alguien por primera vez. Muchos de nosotros podemos ponernos en piloto automático y hacer la temida pregunta: «Y ¿qué haces?». Esto tiende a poner a la otra persona en una caja de la que es difícil salir.
Posicionarnos para la suerte inteligente significa hacer preguntas más abiertas como: «¿Qué fue lo que te pareció más interesante de…?» o «¿cómo estás de ánimo?».
Esas preguntas abren conversaciones que pueden conducir a resultados intrigantes y a menudo fortuitos.
También podemos establecer ganchos de serendipia, utilizando puntos de conversación memorables o atractivos, para abrirnos a la serendipia. Por ejemplo, cuando Oli Barrett, fundador de varias empresas en Londres, conoce a gente nueva, lanza varios ganchos que permiten posibles superposiciones.
Si le preguntan: «¿Qué haces?», responderá algo como: «Me encanta conectar a la gente, monté una empresa en el sector educativo, recientemente comencé a pensar en filosofía, pero lo que realmente disfruto es tocar el piano».
Esta respuesta incluye al menos cuatro posibles desencadenantes de la serendipia: una pasión (conectar personas), una descripción laboral (dirigir una empresa de educación), un interés (filosofía) y un pasatiempo (tocar el piano).
Si simplemente respondiera: «Me dedico a la educación», la oportunidad para que otras personan conecten los puntos sería pequeña.
Con su respuesta, Oli permite a otros elegir el gancho que se relaciona con su vida y hace que sea más probable que ocurra la serendipia.
¿Cómo podemos transformar situaciones inesperadas, algunas de ellas malas, en algo positivo?
Hay muchas cosas que podemos hacer, una importante es esperar lo inesperado. Estar alerta es fundamental para detectar situaciones que no prevemos y para convertirlas en resultados positivos.
Tendemos a subestimar cuán probable es lo inesperado y, a menudo, tratamos la vida como lineal y controlable, aunque esté llena de giros y vueltas.
¿Quién no ha presentado su CV como si su vida fuera un plan coherente y racionalmente organizado o una idea como si se hubiera derivado rigurosamente de los hechos más que de la intuición?
Crear un propósito artificial para nuestras acciones oscurece muchos encuentros inesperados y el verdadero proceso de aprendizaje.
Nuestra investigación muestra que las personas con frecuencia se sienten presionadas para que transmitan que tienen todo bajo control, aunque saben que no siempre es así.
Con frecuencia, lograr el éxito no se trata de controlar lo que será el resultado exacto, sino de equilibrar un sentido de dirección con una apreciación de lo desconocido.
Ese sentido de dirección, que es una ambición, curiosidad o interés más amplio que nos guía consciente o subconscientemente, nos ayuda a seguir adelante para localizar y conectar los puntos.
Esto podría significar dejar de lado una carrera específica y, en su lugar, aprovechar situaciones inesperadas como oportunidades para explorar nuevas direcciones.
También podemos crear un diario de serendipia, lo cual puede ayudarnos a reflexionar sobre situaciones inesperadas: cómo reaccionamos, qué haríamos diferente la próxima vez. Nos permite reflexionar sobre cómo explorar cada conversación o reunión, virtual o física, como una oportunidad para que ocurra la serendipia.
Las situaciones inesperadas pueden crear ansiedad en algunas personas porque hay una sensación de perder el control o de que algo malo pasará. ¿Cómo se puede ver lo inesperado con otra visión?
Como alguien que creció en Alemania, con una mentalidad planificadora, la incertidumbre y la ambigüedad siempre me han puesto un poco ansioso.
Pero una de las razones por las que me gusta la serendipia es que replantea lo inesperado: lo aleja de ser una amenaza y lo coloca en una canasta infinita de potencialidad.
Cuestiona el supuesto de que sólo porque algo no salió de acuerdo con el plan, tiene que tratarse de una imperfección.
Algo que me ha ayudado mucho es decir en cada situación ambigua: ¿de qué tengo miedo?, ¿por qué estoy preocupado? Y me he dado cuenta de que lo que más lamento no proviene de actuar sobre lo inesperado, sino, en palabras de Mark Twain, de no actuar en consecuencia.
Hay muchos ejercicios, incluso para personas más introvertidas, que pueden ayudarnos a sentirnos menos ansiosos por lo inesperado. Por ejemplo: el diario de serendipia que ya mencioné.
En las compañías, prácticas como la detección de serendipia pueden ser efectivas. Por ejemplo, en las reuniones podemos preguntar: ¿qué les sorprendió la semana pasada?
Podemos aprender, de empresas como Pixar, a enmarcar las conversaciones en torno a la noción de que no existe una «idea perfecta». Con eso, se le da a la gente la confianza psicológica para proponer ideas que puedan parecer demasiado «locas».
Esto nos ayuda a ver lo inesperado menos como una amenaza y más como una oportunidad.
Usted habla de convertir errores en oportunidades. ¿Cómo podemos ver los errores de una manera que nos ayuden a crecer? ¿Por qué no le deberíamos tener miedo a equivocarnos y a enfrentar crisis?
En un mundo que cambia rápidamente, a menudo no sabemos qué tipo de soluciones necesitaremos mañana.
Con frecuencia, la experimentación es crucial y necesitamos mirar el mundo con otros ojos, enmarcando los errores o fracasos inevitables como experimentos.
Un método que me ha resultado útil es replantear las situaciones, como mencioné anteriormente, y ver que las crisis pueden ser una oportunidad y que las limitaciones de recursos son una posibilidad para ser creativos.
Replantear es procurar mirar las situaciones de manera diferente. Muchas veces se trata de ver una oportunidad donde otros ven un problema o un error.
Cuando dejemos, por ejemplo, de considerar las restricciones de presupuesto como un problema, sino que intentemos aprovechar al máximo lo que tenemos a la mano, surgirán las soluciones más creativas y fortuitas.
Es entonces cuando las empresas de diseño comienzan a producir mascarillas o cuando los artistas a los que les cancelaron sus actuaciones empiezan a captar nuevas audiencias enseñando un instrumento por internet.
Un ejemplo es Reconstructed Living Labs, que creó una metodología de educación para personas de bajos ingresos que les permite desarrollar sus propias habilidades, empresas y plataformas.
La pregunta central del equipo cuando ingresa a una nueva comunidad donde hay escasez de recursos no es «¿cómo podemos ayudar?», pues ese planteamiento pone a sus miembros en una posición de beneficiarios o incluso de «víctimas», y a menudo conlleva a una actitud pasiva.
En cambio, busca engranarse y complementar los activos existentes en esa comunidad, mirándolos desde una nueva perspectiva.
Las personas que antes se consideraban «no calificadas» se convierten en contribuyentes valiosos. Es un enfoque que ahora usan organizaciones y gobiernos.
Con frecuencia, cuando vemos el mundo no tanto en términos de necesidades de recursos sino más bien en términos de soluciones creativas a los problemas, lo que percibimos como pasivos pueden convertirse en activos, y la situación pasa de ser una de impotencia a una de oportunidad. Así es cómo la serendipia puede ocurrir en contextos con recursos limitados.
Pero, por supuesto, nuestras posiciones iniciales en lo que respecta a una potencial serendipia son muy diferentes y trabajar para abordar las desigualdades estructurales debe ir de la mano con ese tipo de enfoques.
También entran en juego los rituales como las «autopsias»: cuando las personas comparten abiertamente ideas que no funcionaron y lo que aprendieron de ellas con gente de otras divisiones.
No se trata de celebrar el fracaso, se trata de celebrar el aprendizaje de algo que no funcionó. Esto puede ayudar a legitimar la idea de que compartir cosas que no funcionan suele ser la vía por la cual más aprendemos y la manera en que pueden ocurrir muchas serendipias, cuando las personas coinciden en que una idea que no funcionó en un contexto podría funcionar en otro.
Tristemente la pandemia se ha cobrado más de un millón de vidas, millones de personas se han enfermado, miles de empleos se han perdido. ¿Qué herramientas necesitamos para navegar tiempos tan duros?
2020 ha sido un año difícil, mucha «mala suerte» sobre la cual realmente no podemos hacer nada, pero puede ser efectivo centrarnos en desarrollar determinación y resiliencia.
Siempre me he sentido profundamente inspirado por Frankl y su enfoque de encontrar un sentido en las crisis.
De hecho, cuando tuve una manifestación severa de covid-19 en marzo, su libro, que mencioné anteriormente, fue una de las cosas que me ayudó a salir adelante.
La idea de que tenemos que tratar de encontrar sentido en las situaciones más difíciles, acepta, reconoce, que la actual situación es terrible. No la pinta de color de rosa.
Pero también dice: veamos dónde podemos encontrar significado y hagamos algo sobre la situación. ¿Puede ayudarnos a repensar cómo estructuramos nuestra vida, cuál es nuestro enfoque laboral, cómo vemos nuestras amistades? ¿Puede ayudarnos a reevaluar lo que es importante para nosotros? Mirar a largo plazo, tomar perspectiva y sacar lo mejor de la crisis.
Las crisis sacan a relucir lo mejor o lo peor de la gente y, con frecuencia, separan a los verdaderos líderes del resto. La gente se seguirá preguntando en los próximos años cómo actuaron los líderes durante este período.
Esta puede ser una gran oportunidad para comprometerse realmente con los valores propios y perfeccionar una cultura corporativa verdaderamente significativa.
En los últimos meses ha cambiado la forma en que interactuamos. Muchas personas han visto planes personales y profesionales estancarse o simplemente han decidido olvidarlos. ¿Qué tipo de mentalidad necesitamos para encontrar oportunidades en este contexto?
El distanciamiento físico nos ha robado muchas oportunidades de serendipia que surgen de las interacciones en persona.
Muchos de los puntos de partida tradicionales de la serendipia, como encontrarse casualmente con alguien, están sucediendo menos.
Pero todavía hay mucho que podemos hacer para provocar serendipia, lo cual es crucial en tiempos de incertidumbre. Después de todo, es en tiempos de incertidumbre cuando muchas soluciones, ideas y oportunidades tienden a provenir de lugares inesperados.
Entonces, ¿qué podemos hacer para desencadenar la serendipia en estos tiempos raros?
Si nos concentramos en conseguir un trabajo específico o en hacer algo en particular, restringimos nuestro campo de posibles oportunidades o soluciones. Si, en cambio, miramos todas las oportunidades que podrían estar disponibles para alguien con nuestras habilidades y estamos abiertos a las oportunidades inesperadas de las que alguien puede llegar a hablarnos, ahí es donde ocurre la magia.
Una excelente manera de iniciar ese proceso es trabajar junto a personas (u organizaciones, por ejemplo: con una pasantía) que admiramos. Es una manera fructífera de colocarnos en su radar y de estar allí una vez que, inesperadamente, surja un puesto.
Y es vital tener una visión a largo plazo. Covid-19 y la confusión económica que ha desatado ha sido un recordatorio de que no podemos planificar todo, menos nuestras carreras.
Una pregunta clave es: ¿qué será lo realmente importante (en términos personales) en 10 años a partir de ahora?
La «mala suerte» a menudo depende de cuándo detenemos la historia. Por ejemplo, si un trabajo fracasa, debemos tener una visión a largo plazo e intentar replantear la situación como una oportunidad para el crecimiento, la reflexión, el cambio y el desarrollo de la resiliencia.
En el espacio entre el estímulo y la respuesta es donde, a largo plazo, reside nuestro crecimiento y la serendipia.
Fuente: www.bbc.com
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