Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México descubrieron que en su proceso de domesticación los animales aprendieron a imitar conductas y emociones humanas. Eso que esbozan los perros cuando están felices es una sonrisa, es decir, saben sonreír.
Liderados por Alberto Tejeda Perea, profesor y académico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, un grupo de investigadores estudió la etología cognitiva de los perros. A estos animales los evaluaron en su proceso de domesticación desde el momento en que eran lobos, cuando eran enemigos de los humanos, hasta ahora.
El estudio arrojó que, entre los cambios físicos y neurológicos registrados, se destaca la capacidad de sonreír que implica poder interpretar las emociones de las personas.
De acuerdo con Tejeda Perea, algunos los lobos fueron más dóciles y se adaptaron a vivir con los humanos. A partir de ese momento, los cachorros nacidos en este contexto se caracterizaron por la simpatía, el carisma y el propio control de la violencia.
El informe señala que la convivencia con sus dueños logró que su sistema límbico, encargado de las emociones, mejorara su capacidad para integrarse. Las tomografías realizadas indican que los perros comparten estructuras neurológicas similares a las de los humanos.
En este punto, se destaca el hecho de que desde lo emocional, las mascotas pudieron interpretar la sonrisa como sinónimo de diversión y así comenzaron a imitar a sus dueños.
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