Cómo las, los y les modelos trans pasan de la marginalidad a las pasarelas de Chanel, Shisheido, Victoria’s Secret, Louis Vuitton y a las tapas de revistas como figura central en el desdibujamiento del binario.
La semana pasada, los adeptos a la moda y la música giramos la cabeza para admirar el esperado lanzamiento de la colección de Savage X Fenty, la línea de lencería de Rihanna. El show fue aclamado por su inclusividad. Junto a la Princesa del R&B desfilaron modelos de todos los géneros, tamaños y colores, personas discapacitadas, trans binarias y no binarias.
Savage X Fenty es prácticamente la única gran competencia de Victoria’s Secret, marca con una larga y documentada historia de controversias por discriminación a todo el espectro de las disidencias. Hace solo dos años, el jefe de marketing de la compañía de lencería admitió a Vogue que sostenían y sostendrían la política de no contratar modelos “transexuales” porque “el show es una fantasía”. La reacción a esas declaraciones consideradas abiertamente transfóbicas los obligó a repensar su estrategia: no pasó un año antes de que incorporaran a Valentina Sampaio, una modelo trans brasileña, a sus ángeles.
El caso de Victoria’s Secret marcó un precedente:todo el mundo de la moda se está aggiornando y las marcas tradicionales finalmente apuestan por la inclusión. En 2019, Teddy Quinlivan se convirtió en la primera modelo trans en protagonizar una campaña de Chanel, y la colección femenina verano de Louis Vuitton se jugó por “empoderar el género neutro”, en palabras del diseñador Nicolas Ghesquière. Era el fin de la rigidez del género.
El martes último, Ghesquière volvió a dar de qué hablar con su nueva colección femenina de verano, empapada de androginia, transgeneridad y no-binariedad. Nada nuevo para la moda alternativa, dijo el diseñador, entrevistado por Vogue, que, en cambio, destacó: “Creo que es muy interesante para marcas grandes como Louis Vuitton. En las tiendas, muchas mujeres están comprando la ropa de Virgil (Abloh, director creativo de la línea masculina de Vuitton) y muchos hombres la mía”.
Victoria’s Secret, Louis Vuitton, Nike ya desde hace años, Shiseido (anunció en agosto que Hunter Schafer, coprotagonista de Euphoria y activista trans, sería su nueva embajadora de marca), Chanel. ¿Conquistaron los encantos trans la pasarela? No exactamente. Tal vez la moda esté también transicionando, de la imposición de rígidos estereotipos a la fluidez de todo el rango posible de expresión única y auténtica de cada persona. La inclusión de modelos trans y no binarias sería, entonces, un gran símbolo de esa ruptura con lo establecido.
El género y la ropa están inexorablemente entrelazados, por supuesto. Pero, ¿hasta qué punto? ¿qué responder a lo que repiten tanto ultraconservadores como feministas transexcluyentes que las mujeres trans son varones con vestido y nada más? Para la modelo trans mexicana Jay Espinosa, nada podría ser menos cierto. “Detesto usar tacos altos y maquillaje, eso no significa que no tenga partes femeninas que disfrute. Soy una mujer que te hace sentir que estás con un hombre sin permitirte olvidar que es mujer”. ¿Más auténtico que esa definición?
No estamos hablando de hombres con ropa de mujer ni viceversa, sino que por fin pareciera que se bifurcan los caminos del género y de la expresión. La norma es no binaria: si ya era cierto desde hace tiempo que los joggings, jeans, remeras unisex y buzos son patrimonio universal, estos interminables meses de aislamiento lograron que el look andrógino de entrecasa lo permee todo.
No hay eventos que ameriten amatambrarse en un vestido ni revocarse la cara con corrector. Nadie se entera si estás de joggineta por Zoom, y la baja calidad de las videollamadas disimula cualquier imperfección de la piel mejor que cualquier base cubritiva. El factor que prima a la hora de elegir qué ponerse es pragmático: la comodidad.
¿Habrá vuelta atrás ni bien termine esta pandemia? Ghesquière espera que no. “Para ser honesto, no estaba bien. Espero que éste sea un paso adelante para la conciencia de este mundo”, dijo a Vogue.
Irónicamente, la más férrea expresión actual del modelo de mujer híper-femenina no corresponde al conservadurismo ni mucho menos, sino que también resulta propiedad de la comunidad LGBT: las drag queens son el último bastión de la femineidad tradicional. Para el resto de los mortales, la caja de Pandora está abierta y los géneros se desdibujan junto con el harén de ángeles de Victoria’s Secret.
Fuente: infobae.com
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