Psicología y coaching

Silencio. Beneficios e ideas para sumarlo a tu rutina y vivir mejor

Cuántas veces en lo que va del año dijimos la frase «estás muteada»? Cuando veíamos a alguien hablar sin parar frente a la cámara y no lo escuchábamos automáticamente, algún integrante de la reunión levantaba la voz y le avisaba que su micrófono estaba apagado. La imagen, repetida una y mil veces, es como parte de un dígalo con mímica en el que observamos la gestualidad, pero no podemos escuchar. Nos desespera, ¿no? Este mes, después de varias alertas y gritos de «¡desmuteate!», nos pusimos a pensar qué pasaría si nos muteáramos por voluntad propia, si nos entregáramos al silencio y encontráramos ahí un espacio de conexión, lejos de la conexión habitual y la lluvia de estímulos. Cuando se apagan las luces, se corta la electricidad y se cierran los micrófonos, no queda nada más que el (casi perfecto) sonido del silencio.

¿Qué es el silencio?

Quizá no tenemos tan incorporada la figura del silencio, porque nos gusta sentirnos acompañadas por los ruidos, los sonidos, la música y las voces. Vivimos en la era del estímulo, en la que nada duerme y todo está enchufado 24 horas. Estamos a mil, con un descanso superficial y una agenda cargadísima de planes y responsabilidades que ni la pandemia pudo detener.

La nueva normalidad nos encontró, a la mayoría, trabajando a distancia y usando herramientas virtuales para ver a nuestro equipo, para tener reuniones y definir proyectos. Además, recurrimos a estos salvavidas para seguir en contacto con nuestros afectos, los amigos y la familia. Internet aparece como el gran héroe de la cuarentena, el que permitió que pudiéramos llevar la oficina y las salidas, el teatro, los recitales y hasta el cine a casa. Tan agobiadas nos sentíamos al no poder mantener nuestra vida exterior que nos enchufamos a cuanta propuesta nos hicieron. Es difícil parar y revisarnos, pero ¡atención! Tenemos un gran aliado para ir hacia adentro: el silencio. Podemos encontrar ahí nuestro espacio de encuentro, un lugar en donde realmente estamos solas.

El silencio lo asociamos más con no hablar e incluso con estar mal. Existe como un mecanismo natural que hace que, cuando estamos lastimadas o tristes, vayamos un poquito más hacia adentro. Este hábito nos llega medio por default, porque la naturaleza nos obliga a bucear en la introspección en dos momentos puntuales: cuando estamos mal o cuando fuimos demasiado hacia afuera (si escuchaste mucha música durante todo el día, seguro que al apagarla dijiste: «Ay, qué lindo, ¡un poco de silencio!»). En algún momento los estímulos nos agotan. Silencio es el equivalente a darles un descanso consciente a las experiencias de los sentidos. La naturaleza, a diario, nos enseña el arte de estar en silencio todos juntos: cae el sol y la ciudad se silencia, la casa se silencia, el cuerpo se aquieta y la experiencia sensorial se va retrayendo.

Un núcleo de positividad

Sri Sri Ravi Shankar dice que, en el núcleo de cada uno, en el centro, hay un rincón muy silencioso donde viven todas las cualidades positivas, los valores que nos hacen humanos: la compasión, la empatía, la generosidad, el entusiasmo, la alegría, la tranquilidad, la claridad, la inteligencia…, todas esas virtudes están dentro de nosotros y se ven opacadas por el ruido. Cuando entrás en un espacio de silencio, te ponés en contacto de manera natural con ese núcleo de positividad que todos tenemos, y entendemos que la negatividad es algo que no puede entrar profundo, por lo tanto, se la puede quitar fácilmente. Es algo que no hay que analizar de más, es como el polvo en la ropa. Lo que queda es lo que sos, un montón de cualidades hermosas que siempre estuvieron, esas cualidades con las que llegaste al mundo. Por eso se dice que el silencio es la fuente de todas las virtudes y las soluciones.

Encontrate con vos

Cuando apagás todo, te encontrás con vos. Y eso da miedo, porque significa enfrentar el desafío de ver quién sos, qué estás pensando, cuáles son tus deseos… Hay que ser valiente para encontrarse con una misma. No está mal salir a correr o llamar a una amiga si estás pasando un mal momento, pero lo importante es el equilibrio. Porque si nuestro único mecanismo son los factores externos, habrá un problema. Ningún extremo es bueno. Permitite encontrarte con vos, con quien sos, y preguntarte si estás teniendo la vida que querés. ¿Qué pasa, por ejemplo, cuando se corta la electricidad? Lo primero que hacemos es desesperarnos y lo último en lo que pensamos es en la heladera. Cuando se corta la luz exterior aparece una invitación a encender la luz interior. Quizá da miedo, incertidumbre, un poco de angustia…, pero la verdad está ahí, no tenemos que esquivarla. Regalate unos minutos por día para silenciarte y andá chequeando cuánto aprendizaje vas adquiriendo, cuánto evolucionás, como si fuera una check list. El silencio es reparador. Además, es terapeútico, porque hace que tu ritmo baje. Trabajar tus pensamientos es una gran ayuda, al igual que la meditación, las respiraciones conscientes y el poder del silencio. Son herramientas que te permiten ser más efectiva y eficaz en todo lo que hacés, porque es la concentración en la atención plena, el estar en el aquí y ahora, construyendo.

Solemos pensar que el silencio es para la gente que no tiene nada que hacer y, en realidad, ¡es todo lo contrario!: cuanto más ocupada estás y más cosas tenés que hacer, tenés que buscarte momentos para encontrarte con el silencio. No los postergues si estás ocupada, es entonces cuando más te va a convenir tomarte un momento de pausa con vos misma.

Hablemos sin hablar

Es imposible no comunicarnos. Siempre estamos comunicando, en todo momento. A veces las imágenes transmiten más que las palabras y los pequeños gestos son más importantes que cualquier cosa que alguien te pueda decir. Las actitudes tienen un montón de información. Pero la verdadera comunicación, la comunicación del alma, se da solamente en silencio. Ese silencio no es un silencio triste, es un silencio vivo, colmado de sabiduría, un silencio inteligente que transmite, más allá de lo intelectual. Lo vivimos cuando estamos enamoradas, cuando queremos mucho a alguien, cuando estamos en contacto con la naturaleza o con nuestras mascotas, ellas no pueden hablar, pero transmiten su amor igual, significa que hay algo más. Viajemos hacia adentro y, como si fuera una búsqueda, tratemos de encontrar ese tesoro..

Una rutina silente

Por Matías Quinn. Instructor de El Arte de Vivir y de retiros de silencio.

  • Sumate a los momentos naturales de silencio que hay en el día: muy temprano, cuando se está despertando todo, es el momento en el que hay más silencio. A la tardecita, cuando cae el sol, la ciudad se empieza a dormir. Si aprovechás esos momentos para meditar, para hacer algo creativo o para simplemente estar con vos misma, te va a ser más fácil ir hacia adentro. Hay una quietud en el ambiente que te va a ayudar.
  • Creá momentos de celebración: podés empezar a ver el silencio como tu capacidad de sonreírte a vos misma. Puede ser dibujando, escuchando música…, son momentos lindos para explorar sin tenerles miedo.
  • Bajá el nivel de estrés: si sentís que te cuesta entrar en silencio, sabé que lo que hace ruido es el estrés. Podés explorar por dónde quitarte ese estrés: meditando, con técnicas de respiración, otros prefieren yoga, otros hacen deporte…
  • Agendá momentos de descanso: si no hay un balance entre actividad y descanso, te vas a quemar. Dale a tu mente la oportunidad de entrar en espacios con menos estímulos, hacé un retiro…, son cosas que te pueden ayudar a estar más productiva.
  • Proponete un ayuno de dopamina: están muy de moda en Silicon Valley, son retiros de silencio autoimpuestos, para eliminar estímulos: pasar unos días sin celu, sin redes sociales… Probá hacerlo unos minutos por día y, si podés elegir, cuando cae el sol. A la tardecita es un buen momento para cortar con los estímulos y abrirte espacio para vos.

¿Qué encontrás en la práctica del silencio?

Agustina Azcuy. 28, emprendendora. «Es el único lugar en donde podemos observar nuestro interior. Cuando voy hacia el silencio, busco callar mi mente de tanto ruido y ahí es donde encuentro respuestas. El silencio también nos permite crear sin contaminación».

Daniela Rodríguez, 32, emprendedora. «Vivo sola y los primeros tres meses de cuarentena no vi a nadie, no tenía trabajo, fueron meses de pura soledad y de enfocarme en mí para ver cómo encauzar mi vida. Estuve en completo silencio y me di cuenta de que es muy importante».

Soledad Simond. 40, directora de OHLALÁ! «Suelo hacer dos o tres retiros de silencio al año con El Arte de Vivir. Llego exhausta, con mi alma anhelando silencio a los gritos. En las primeras meditaciones, me desvanezco en el vacío y me doy cuenta de que todo el ruido pasado solo tuvo sentido para esto».

Fuente: ohlala.com