Ecología

‘Redes fantasma’: un fenómeno ligado a la pobreza que dispara los rescates de tortugas en Baleares

Solo este año, 85 ejemplares han sido recuperados en las islas tras enmallarse con rudimentarios artefactos utilizados en las costas africanas.

El mar no suele dar una segunda oportunidad y la tortuga Thunderbird, que ha tenido la suerte de tenerla, no la ha desaprovechado.Cruzar el estrecho de Gibraltar para adentrarse en la inmensidad del océano atlántico puede convertirse en una carrera de obstáculos plásticos. “En este sentido, la costa marroquí es muy peligrosa. Se podía haber vuelto a quedar enredada”, respira ya tranquilo Ricardo Sagarminaga, biólogo de la fundación Save the Med. El pasado agosto, este reptil de 15 años y 75 centímetros de caparazón fue devuelto al agua tras ser rescatado en Mallorca entre un amasijo de hilos, botellas y telas. “La encontrarona tiempo y se libró de amputaciones. Otras, sin embargo, no han corrido la misma suerte”, añade el investigador mientras sigue su rastro satelital desde el ordenador.

Como Thunderbird, otros 84 ejemplares de tortuga boba (Caretta caretta) han sido rescatadas solo este año en Baleares de las llamadas redes fantasma (ghost fads, en inglés), un arte de pesca comúnmente utilizado en las costas más desfavorecidas del Magreb en un intento desesperado por capturar cualquier cosa que llevarse a la boca.

“Nunca habíamos tenido tantos rescates. Y todavía no ha acabado el año…. Solo este fin de semana entraron dos más”, relata Debora Morrison, directora del Departamento de Conservación del Palma Aquarium. La magnitud de este problema ambiental con trasfondo de drama humanitario, explica Morrison, se resume en la montaña de redes que día tras día se acumula en el almacén de su clínica veterinaria: “Las conservo como pruebas”.

El enredo de la tortuga marina con esta alegoría de la extrema pobreza explotó en 2019. El preludio, recuerda un año después Sagarminaga, llegó con una llamada de móvil entrecortada. Al otro lado del teléfono, un colega ecologista le explicaba desde su lancha el hallazgo de una tortuga enredada entre decenas de hilos que, atados a botellas de plástico como boyas, la impedían sumergirse. Lo más llamativo es que entre los envases estaba el de una conocida marca de agua mineral argelina.

Tras ver las imágenes, este experto ató cabos. “Era lo mismo que en 1990 había visto utilizar a pescadores muy precarios en las playas del Golfo de Hammamet, en Túnez”, relata Sagarminaga, que acumula 30 años de investigación marina. En cuestión de semanas, el goteo de tortugas enmalladas llegadas al litoral balear se convirtió en tsunami. “Hemos llegado a tener 18 tortugas recuperándose al mismo tiempo”, añade Morrinson. En paralelo, Save The Med retiró 122 artefactos cerca de la isla de Cabrera, a 10 millas de Mallorca. “Cuando hasta entonces lo normal era retirar máximo una docena”, dice Sagarminaga. “El año pasado llegaron mucho a Ibiza. Ahora, más a Menorca”, cuenta la veterinaria.

La fundación elaboró un informe sobre el nuevo fenómeno y lo envió a la FAO (las siglas en inglés de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU). “Su respuesta es que lo están estudiando. Hay que presionar más”. Entre tanto, la organización ecologista ha creado Med Ghost Fads, un proyecto para una acción concertada en todo el Mediterráneo contra la pesca fantasma en el que colaboran, entre otros, OceanCare, el Instituto de Crecimiento Verde Mundial (GGGI), SEO/BirdLife y el Sistema de Observación Costero de las Islas Baleares (SOCIB).

El marcaje satelital a Thunderbird yotras dos tortugas monitorizado por elSOCIB está permitiendo averiguar actualmente desde qué puntos exactos provienen los artefactos de pesca. “Nuestro papel es estudiar la relación entre la variabilidad de las corrientes y la trayectoria de las tortugas”, resume Joaquín Tintoré, director del SOCIB. La fórmula es aparentemente sencilla: si se averigua la manera en que los animales se dejan llevar a la deriva, también se podrá determinar de dónde proceden los artefactos que las enredan hasta Baleares.

Cambiar los artes de pesca

Una vez identificadas las zonas más problemáticas, la fundación quiere repetir la experiencia de 2008, cuando logró introducir cambios en el sistema de palangre de la flota de atún, que hasta entonces pescaba accidentalmente 20.000 tortugas al año. Según un estudio de la Obra Social La Caixa y la Universidad de Barcelona, los decesos descendieron a entre 3.000 y 6.000 tras introducirse aquellos cambios.

Sagarminaga confía que en 2021, si la pandemia lo permite, puedan estar trabajando con pescadores locales de la costa de Alhucemas, en el noroeste de Marruecos, donde ya se ha detectado una gran actividad en este arte de captura rudimentario. Un equipo de la Universidad de Tetuán está colaborando con el proyecto de cara a acciones futuras en la zona. “Y en 2022 confiamos en poder empezar a trabajar en Argelia”, añade el investigador, quien adelanta a EL PAÍS la colaboración de Médicos sin Fronteras y Open Arms. “Es un problema que tiene su origen en el hambre. En la costa de Malta también se ha detectado un aumento de estos artefactos que creemos que pueden venir de campos de refugiados. Si compartimos información podremos abarcar un territorio mayor de estudio”, incide.

Mientras Thunderbird inicia su larga travesía atlántica, que la llevará en unas semanas hasta incluso alguna playa de Florida, su compañera Gloria lleva días alimentándose cerca de la paradisíaca Cabrera. En buenas condiciones, en esas aguas se han avistado hasta una veintena en solo una mañana. Es más fácil observarlas los días calurosos, cuando salen a flotar para dejarse llevar en una pausada deriva soleada. Detestan los ruidos y los movimientos bruscos. Su fisgoneo natural las lleva a inspeccionar las embarcaciones que se acercan a vela. Aventureras y curiosas, les gustan los reflejos azules, comer medusas y cruzar océanos.

FUENTE: ELPAIS