La forma en la que nos alimentamos afecta a nuestro humor. Puede causar desde estrés hasta depresión. Te contamos cómo prevenir estos estados y beneficiarte con los confort foods.
El cerebro es un devorador de la energía que ingresamos a través de los alimentos, al menos se lleva un 20 por ciento de ella para tener las neuronas permanentemente conectadas. Nuestra central nerviosa necesita combustible de manera continua para poder funcionar de manera óptima, y no solo la falta de vitaminas y nutrientes la ponen de mal humor, también algunos hábitos alimentarios.
Comer rápido o estresados, no tener una alimentación variada, hacer ayunos prolongados o dietas hipocalóricas, comidas abundantes y alimentos tóxicos pueden alterar nuestro estado de ánimo.
Fatiga, insomnio, desgano, irritabilidad, sensación de pesadez, malhumor, falta de concentración y de memoria, podrían ser consecuencia de una mala alimentación. Ya que el medio ambiente nos somete a estímulos cotidianos muy estresantes, es imprescindible que nuestra forma de comer en lugar de añadir otros, nos foque física y mentalmente.
Son aquellos que nos «bajonean», deprimen, quitan la concentración y pueden causar problemas de salud. Son los siguientes:
El problema: pasar varias horas sin comer, puede provocar descensos abruptos de la glucemia, que es el nivel de glucosa libre en sangre. Justamente, la principal energía que necesita el cerebro para funcionar es la glucosa. Cuando el azúcar en la sangre disminuye rápidamente, el cerebro y el sistema nervioso son los primeros en resultar afectados. Comer dulces, pastelería y “snacks” suelen ser el primer impulso que surge ante esta caída del azúcar. Consecuencias: decaimiento, sensación de estar flojos, como en el aire, mareados, sin ánimo o ganas, con malhumor o dificultades para la concentración.
Solución: organizar bien las cuatro comidas diarias para no saltear ninguna, realizar colaciones con cereales integrales o frutas o lácteos descremados.
Comer en exceso = desgano:
El problema: si comemos de forma abundante el organismo tendrá que hacer un esfuerzo extra para lograr digerir los alimentos. Y es más difícil procesar una carne grasosa con papas fritas que una carne magra con ensalada. En el primer caso, el organismo estará ocupado en hacer la digestión y en liberarse de algunas sustancias que no son fáciles de eliminar. Los trastornos digestivos retacean la energía disponible para el cerebro.
Consecuencias: alteración de la digestión, dispepsia, acidez, malestar general, somnoliencia, pesadez, desgano, dolor de cabeza, pérdida de la vitalidad.
Solución: comer inteligentemente, para poder aprovechar los alimentos en función de las tareas y actividades diarias. Evitar las combinaciones de difícil digestión, como las grasas saturadas con los aceites reutilizados. Elegir alimentos de fácil digestión y en cantidades adecuadas.
Omitir un grupo de alimentos = problemas de salud:
El problema: ya sea por preferencias, como es el caso de las personas a las que no les gusta consumir ni frutas ni verduras, o por dietas que excluyen ciertos alimentos, el hecho de omitir un grupo de alimentos aumenta el riesgo de carecer de nutrientes indispensables para el organismo. Para funcionar a pleno, el cerebro necesita vitaminas, minerales y aminoácidos que son precursores de los neurotrasmisores que estabilizan nuestro estado de ánimo. También pueden faltar macronutrientes (carbohidratos, proteínas, lípidos) en dietas muy restrictivas, provocando desequilibrios en el circuito consumo- gasto energético.
Consecuencias: abuso de otros alimentos para compensar la ausencia de los omitidos, según sea el caso puede haber anemia y desgano, bajas defensas inmunológicas, o lípidos altos, hipertensión, problemas cardiovasculares, en otros.
Solución: comer variado incluyendo en nuestra dieta todos los alimentos llamados protectores: carnes, lácteos, huevos, verduras, frutas, legumbres y aceites vegetales. En el caso de optar por una dieta vegetariana, debe tener seguimiento profesional para compensar las carencias nutricionales. Lo mismo ocurre con dietas de control de peso o cualquier otra que deba restringir alimentos.
Abusar de un grupo de alimentos = aumento de peso, irritabilidad:
El problema: generalmente este exceso implica un consumo deficitario de otro grupo de alimentos. Por ejemplo, en el caso de las dietas muy carnívoras, que no incluyen casi frutas ni verduras. También hay formas de alimentarse con exceso de alimentos no protectores, es decir, azúcares, gaseosas, dulces y grasas animales.
Fuente: https://mia.perfil.com/
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