La neozelandesa competirá en halterofilia este martes y busca hacer historia.
Hay una mujer en Tokio que está apunto de cambiar la historia de los Juegos Olímpicos, de hacer virar a la hegemonía binaria y construir un nuevo camino para las y los atletas. Laurel Hubbard tiene 43 años y será la primera atleta transexual en disputar la competencia.
Este martes competirá en halterofilia 87 kg gracias a las medidas que tomó el Comité Olímpico Internacional en 2016. Según un documento que publicó el ente regulador ese año los y las atletas no deben someterse a ningún tipo de operación para poder participar: “La obligación de someterse a una operación para participar no es necesario para asegurar una competición justa y va en contra de los derechos humanos”, detalla. El requisito es cumplir con el tope de 10 nanogramos de testosterona por mililitro de sangre como máximo para poder participar en pruebas femeninas.
Previo a esto, la reglamentación que regía era la aprobada en 2003 en la que se detallaba que los atletas que hicieran la transición de género no podrían competir a menos que se sometieran a una cirugía y dos años por lo menos de terapia hormonal.
En 2013, a sus 35 años, Laurel Hubbard se declaró transgénero y pasó a competir con mujeres donde obtuvo la medalla de plata en el Campeonato del Mundo de Anaheim de 2017, pero en 2018 el éxito se detuvo. Mientras competía en XXI Commonwealth Games de 2018 por 132 kilos, levantó la barra y se dislocó el codo izquierdo. Al día siguiente ella declaró que ese probablemente habría sido el fin de su carrera, pero no se imaginaba que lo mejor estaba por venir.
Sus ligamentos no estaban rotos, comenzó la recuperación y volvió al ruedo. Obtuvo la medalla de oro en los Pacific Games 2019 y en la Copa del Mundo de Roma en 2020.Luego de que la Federación Internacional de Halterofilia aprobara sus niveles hormonales, selló su pasaje a Tokio 2020.
Hubbard cuenta con el apoyo tanto de Federación Internacional de Halterofilia como de la jefa del Comité Olímpico de Nueva Zelanda, Kereyn Smith quien declaró: “Reconocemos que la identidad de género en el deporte es una cuestión muy sensible y compleja que requiere un equilibrio entre los derechos humanos y la equidad en el terreno de juego”.
Desde que se confirmó su participación, no dio declaraciones a la prensa, maneja un perfil bajo lejos de las redes sociales, las entrevistas y cualquier espacio que pueda afectar su concentración. Laurel elije hacer un bloqueo para preservarse y sólo en 2017 hizo una excepción. “Empecé a hacer pesas porque era una actividad de hombres. Pensé que si intentaba algo tan masculino quizá me convertiría. Pero no fue el caso», declaró ante el periodista John Campbell.
En una reunión informativa del COI se leyó una declaración suya en la que expresaba: «Veo los Juegos Olímpicos como una celebración global de nuestras esperanzas, ideales y valores, y me gustaría agradecer al COI su compromiso de hacer que el deporte sea inclusivo y accesible».
Quien sí declaró en los medios fue una de sus rivales, la belga Anna Vanbellinghen que expresó: «Apoyo completamente a la comunidad transgénero y lo que voy a decir no proviene de una rechazo a la identidad de esta deportista» y agregó: «Cualquiera que haya entrenado en halterofilia sabe que esta situación en particular es injusta para el deporte y para los deportistas».
Tal como Vanbellinghen muchas otras personas no están de acuerdo con la participación de Hubbard en Tokio 2020, incluso varios medios asegura que se creó una petición en el sitio Change.org en la que se buscaba recolectar firmas para bajar a la atleta de la competencia por una posible ventaja deportiva.
Este martes Laurel Hubbard hará historia en los Juegos Olímpicos independientemente de su desempeño en la disciplina de halterofilia y su lucha es la de muchas mujeres y hombres transexuales que buscan poder vivir libremente. En el libro Las Malas, de Camila Sosa Villada, la autora argentina relata la vida de distintas mujeres trans y travestis y las distintas vicisitudes que deben atravesar. Hay una idea que se repite a a lo largo del texto: «La posibilidad de ser feliz también existe». Laurel intentará ser feliz compitiendo en el deporte que la apasiona y marcará la historia de los Juegos.
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