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La vida de Marie Curie ya en cines, de la mano de Marjane Satrapi

Veinte años después de la publicación de “Persépolis” (2000), el cómic autobiográfico de Marjane Satrapi (Irán, 1969) que narra la revolución iraní de 1979 desde su perspectiva como adolescente, la cineasta, historietista, dibujante y pintora estrena “Madame Curie” (“Radioactive” en su versión en inglés), un largometraje en el que relata la vida de Marie Curie, la científica que desde pequeña dice admirar.

En las páginas de “Persépolis”, el comic que le catapultó a la fama y que le abrieron las puertas del séptimo arte (la película homónima se estrenó en 2007), ya decía que de mayor quería ser como Curie, uno de los motivos que le ha llevado a dirigir “Madame Curie”, su quinto largometraje estrenado en España este 4 de diciembre.

Satrapi no ha vuelto a su país natal desde hace veinte años por temor a ser detenida y tampoco sabe si volverá algún día. “Pase lo que pase tendrán que enterrarme allí; uno nace en un lugar y es el ciclo de la vida, así que si no vuelvo a Irán viva, volveré muerta”, dice en una entrevista con Efe la cineasta, asentada en París.

Satrapi ha elegido a Rosamund Pike para ponerse en la piel de la célebre científica de origen polaco, pionera de la radiactividad, ganadora de dos premios Nobel y única en hacerlo en dos especialidades distintas, Física y Química. También fue la primera mujer en dar clases como catedrática en la Sorbona.

Marjane Satrapi tras el símbolo de Marie Curie

Pregunta.- ¿Cuál era su motivación personal para querer dirigir esta película? Tengo entendido que hizo una fuerte campaña con los productores para que la eligieran.

Respuesta.- La base para hacer cualquier película es tener un buen guion, no importa tanto el tema. Yo crecí con el mito de Marie Curie, pero había ya cuatro películas sobre ella. Decidí que quería hacerla porque habla de esta mujer, pero también de su ciencia y de los efectos que tuvo su trabajo, era una historia completa.

P.- En “Persépolis” decía que de mayor quería ser como ella.

R.- Sí, estaba obsesionada con ella, imagino que por la educación que tuve. Digamos que la idea de convertirme en una mujer encantadora con un marido nunca ha sido el objetivo de mi vida. Lo más importante para mi siempre ha sido ser libre e independiente y Marie Curie era todo un símbolo.

P.- En la película la retrata como una mujer con un carácter difícil, a veces soberbia y desagradable.

R.- Cuando un hombre es un genio se le permite ser desagradable, en cambio de una mujer se espera que sea siempre suave y apacible.
Siempre hemos oído que Picasso era un gilipollas con las mujeres, pero era un genio, y es verdad. El hecho de que no fuera amable con las mujeres no tiene que ver con sus méritos artísticos. Marie Curie era una gran científica, no una madre perfecta ni una esposa perfecta. De todos modos no conozco a ninguna mujer que sea agradable todo el tiempo.

P.- Esto nos lleva al debate tan en boga de si hay que separar la obra del artista.

R.- Si nos ponemos así hay muchísimos libros que no deberíamos leer. Ferdinand Celine, por ejemplo, porque era antisemita. O Speer, un arquitecto nazi que hizo unos edificios maravillosos. Hay infinitos ejemplos.

Si tengo que juzgar a la gente que leo antes de leerla, no leería nada o vería nada.

Equilibrar la balanza de la igualdad tras el #Metoo

P.- ¿Cree que este revisionismo es consecuencia del #Metoo?

R.- Durante tanto tiempo la balanza se ha inclinado a un lado, que ahora tiene que ir exageradamente en la otra dirección para finalmente alcanzar un equilibrio. Han sido años y años de abusos, ahora habrá abusos por el otro lado, así funcionan las cosas a un nivel psicológico.
Recuerdo que cuando empezó el #metoo un productor me dijo “ahora saldrán un montón de mujeres mediocres haciendo películas mediocres”, y yo le dije, “sí, durante cien años han dado la oportunidad a hombres mediocres para hacer películas mediocres, y qué pasa, no ha muerto nadie, dejad que las mujeres mediocres hagan películas mediocres, está bien”.

P.- Su incursión el cine llegó porque le propusieron dirigir la adaptación de “Persépolis”, pero digamos que no lo eligió usted. ¿Cuál es relación actual con el cine?

R.- El cine es el medio que prefiero, pero tengo que encontrar una nueva manera de hacerlo. Las películas no son solo industria, una película es un objeto cultural y como creador tienes que poder proponer cosas nuevas. Si solo se produce lo que está probado que gusta al público no avanzamos.

Quiero encontrar la manera de hacer una película con presupuesto y con calidad. El problema es que si das a la gente comida de perro no puedes pedir que aprecien un pata negra. Y digo pata negra porque me encanta la pata negra. El buen gusto se alimenta.

La razón por la que me gusta tanto el cine es porque es el medio que crea más empatía en la gente y también porque soy una persona muy solitaria y si no trabajo con otra gente no vería a nadie, es mi manera de tener una vida social.

“Mi cerebro es francés y mi corazón iraní”

P.- Gracias a usted muchas personas tienen una idea de la historia reciente de Irán. ¿Echa de menos su país de origen? ¿Espera volver?

R.- No soy una persona nacionalista, entiendo que uno puede sentirse orgulloso de algo que ha hecho, pero no de algo con lo que ha nacido. Pero nacer en un lugar implica una geografía, un olor, una cocina. No es cierto eso de que el sol brilla igual en todas partes, el color del cielo es diferente y el brillo del sol es diferente. Me despertaba cada día de mi infancia viendo una enorme montaña de 6.000 metros de altura en Teherán, cubierta de nieve, ahora vivo en la llana París, es diferente.

Hay muchas cosas que echo de menos, podría decir que mi cerebro es francés y mi corazón iraní. No sé si podré volver algún día, pero sé que pase lo que pase tendrán que enterrarme allí, uno nace en un lugar y es el ciclo de la vida, así que si no vuelvo a Irán viva, volveré muerta. 

FUENTE: EFE