Esponjosa, liviana y llena de historia, esta receta nacida en los antiguos conventos de Italia sigue siendo un clásico irresistible. Preparada con ricota y almendras, y sin harina de trigo, es una opción ideal para quienes buscan algo simple, casero y distinto.
En una época en la que lo artesanal cobra protagonismo, esta torta originaria de Siena, nos transporta a las cocinas conventuales donde se valoraban los ingredientes puros y las preparaciones cuidadas. Su textura húmeda y su sabor delicado la convierten en una excelente opción para acompañar una merienda, un desayuno especial o un momento de pausa con algo rico y reconfortante.
Ingredientes (rinde una torta mediana)
- 250 g de ricota
- 3 huevos
- 125 g de azúcar
- 130 g de harina de almendras
- 1 cdita. de ralladura de limón
- 1 cdita. de esencia de vainilla
- 2 cdas. de licor (el que tengas: amaretto, ron o cognac funcionan muy bien)
- 1 pizca de sal
- Azúcar impalpable (para espolvorear)
Paso a paso
- Tamizá la ricota. Envolvela en un repasador limpio y exprimí para quitar el exceso de líquido. Si podés, dejala escurrir toda la noche en la heladera.
- Batí los huevos con el azúcar. Hacelo hasta que la mezcla esté clara, espumosa y aireada. Este paso es clave para lograr una buena textura.
- Incorporá la ricota. Agregala con movimientos envolventes para mantener la esponjosidad.
- Sumá los secos. Añadí la harina de almendras, la ralladura de limón y la pizca de sal. Mezclá con cuidado.
- Agregá la esencia y el licor. Integrá bien y dejá reposar unos minutos.
- Prepará el molde. Enmantecá uno redondo (de unos 20 cm de diámetro) y espolvoreá con un poco de harina de almendras.
- Horneá. Llevá al horno precalentado a 170 °C durante 35 a 40 minutos. Está lista cuando la superficie se ve dorada y al pinchar con un palillo, este sale limpio
- Enfriá y decorá. Dejá que tome temperatura ambiente y espolvoreá con azúcar impalpable justo antes de servir.
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