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Fiestas de divorcio: ¿Y por qué no celebrar una separación?

Si todas las transiciones de la vida (el nacimiento, el matrimonio o, incluso, la muerte) vienen acompañadas de algún tipo de ritual, ¿por qué no se iba a hacer lo propio con el divorcio? La idea de este festejo es originaria de Estados Unidos, pero está ganando cada vez más popularidad en España. Sobre todo entre mujeres.

Hace unas semanas se viralizaba en TikTok el vídeo de una mujer a la que su familia le había organizado una fiesta sorpresa para celebrar su reciente divorcio. En él se mostraba un evento con globos, música, comida y bebida que guardaba una gran similitud con una fiesta de cumpleaños. ¿La principal diferencia? Aquí en una de las paredes del recinto se podía leer: «Mi primer divorcio». El clip acumula más de cuatro millones de visualizaciones y miles de comentarios de usuarios que aplauden el acto o se muestran sorprendidos ante una celebración de este tipo.

«Dos siglos después de Jane Austen y el único final feliz aceptable para la historia de ficción de una mujer soltera es uno que incluya el matrimonio», recalcaba la escritora Hadley Freeman. Finales felices en los que, por supuesto, ni se considera la disolución de los esponsales, que hasta hace no tanto era vista como un fracaso. Una losa que pesaba especialmente sobre los hombros de las mujeres, cuya misión primordial en la sociedad pasaba por formar una familia. Ellas eran acusadas de responsables, en el caso de que un matrimonio no funcionara, y además eran las que acarreaban todos los prejuicios de la etiqueta de ‘divorciada’.

Un divorcio suele ser un proceso que se recibe entre sentimientos de pena o pérdida, así que para muchos aún puede resultar llamativo que se organice una fiesta para celebrar este final. Pero, por muy extraño que parezca, celebrar una fiesta de divorcio es una práctica cada vez más extendida. «Habíamos oído hablar de este tipo de eventos antes, pero hasta el último año nunca nos había llegado ninguna solicitud. Últimamente hay más movimiento, se está poniendo de moda», cuenta Marta Odériz, fundadora de la agencia madrileña Kubalu Events, quien apunta que, normalmente, suelen ser mujeres las que los solicitan.

Este tipo de celebraciones se empezaron a popularizar en Estados Unidos hace más de una década de la mano de Christine Gallagher, autora del libro The Divorce Party Handbook y organizadora de despedidas de casados en Los Ángeles desde 2008. Ella apuntaba en esta revista al deleite de una celebración junto a personas queridas: «Antes la gente que se divorciaba estaba sola, como avergonzada de un fracaso, lo que aumentaba el estrés. La fiesta es una manera de sacarlo todo a la luz, al mismo tiempo que los amigos ayudan a pasar por esa difícil etapa de la vida. Los rituales pueden ser muy poderosos y efectivos por eso se llevan haciendo a lo largo de la historia de la humanidad. La comunidad puede ser muy confortable. No estamos solos».

No todos lo ven bajo su prisma: «Algunas personas me han enviado mensajes de odio diciéndome que son de mal gusto», reconocía Gallagher en el diario británico The Guardian. «Tienen derecho a opinar, pero creo que el proceso es saludable. Las personas pueden sentirse solas y estigmatizadas, y puede haber un largo proceso legal. Una fiesta compensa eso permitiéndote lidiar con el lado emocional. Una noche no soluciona tus problemas, pero es un gran paso adelante». Y es que, tal y como cuenta la organizadora, todas las grandes transiciones de la vida —como el nacimiento, el matrimonio o, incluso, la muerte— vienen acompañadas de algún tipo de ceremonia o ritual. ¿Por qué no se iba a hacer lo propio con el divorcio?

Celebrities como Katy Perry también han tenido su papel en la visibilización de este tipo de celebraciones. La cantante estadounidense se divorciaba del cómico británico Russell Brand en 2011 tras 14 de meses de matrimonio. Según reveló ella misma en una entrevista para la edición estadounidense de la revista Vogue, su entonces marido le pidió el divorcio por mensaje de texto en la víspera de Año Nuevo. Meses después de formalizar la separación, la intérprete organizó un fiesta en su casa, reuniendo a sus amigos para celebrar su soltería, coincidiendo con la fecha del que iba a ser su segundo aniversario de boda. Una cita íntima que aseguró que no la hizo como un ataque a su expareja, sino para animarse y afrontar ese día con optimismo. Eso fue exactamente lo que hicieron el músico Jack White, exmitad de los White Stripes y su ex, la cotizada modelo y cantante Karen Elson. Sorprendieron a sus amigos y familiares con una invitación en la que les daban la bienvenida a su fiesta de «sexto aniversario y divorcio». «En honor de todo el tiempo compartido celebramos una fiesta. Una velada en Nashville para reafirmar nuestra amistad y celebrar nuestro pasado y futuro con nuestros amigos cercanos y nuestra familia», explicaron en un comunicado.

Interrupción, cese, uncoupling… el lenguaje del desamor muta como lo hacen las concepciones preestablecidas. En muchas ocasiones, no se trata tanto de celebrar el final del matrimonio, sino de una oportunidad para rodearse de seres queridos en un momento personal complicado. Así relata su experiencia María (nombre ficticio), quien reconoce que, sin hacerlo público ni comentárselo a su expareja, decidió reunir a sus allegados tras su divorcio para sentirse apoyada. «En ningún momento pensé en hacer algo que pudiera humillar a mi exmarido. Quería que fuera algo positivo que marcara el comienzo de una nueva vida, tener la oportunidad de agradecerles a mis amigos y familiares el haber estado ahí y poder pasar un buen rato juntos».

Odériz compara la creciente tendencia de las fiestas de divorcio con lo que ocurrió con las baby shower, una celebración en la que se da a conocer el sexo del bebé y que también es originaria de Estados Unidos. «Al principio era algo que apenas se hacía en España, recibíamos solicitudes muy puntuales y la gente que asistía a este tipo de eventos alucinaba con que se hiciera un fiesta para revelar el sexo del bebé. Pero poco a poco se fueron normalizando, algo similar a lo que está pasando con las fiestas de divorcio». Aunque señala que la organización de este tipo de eventos apenas difiere de una fiesta convencional, sí que reúne algunas prácticas características como lo que denomina ‘la rotura del lazo’. «Se pone un lazo de un lado al otro de la sala y la persona que se divorcia lo corta como símbolo de que el matrimonio se ha acabado». Además, el catering también suele contener detalles propios de este tipo de eventos. El hashtag #DivorceParty (fiesta de divorcio) acumula más de 60.000 publicaciones en Instagram, donde se pueden ver numerosas imágenes de pasteles y dulces que incluyen mensajes como «Feliz divorcio» o «Soltera».

En una sociedad que a menudo considera el divorcio como un revés, este tipo de celebraciones pueden ofrecer a los recién divorciados la oportunidad de recuperar sus narrativas y de poner un punto y final a una etapa de sus vidas. ¿Podrían llegar a popularizarse en España? En vista de la creciente demanda, las expertas creen que sí. «Estamos en ese momento en el que se empieza a hablar sobre ello, que la gente empieza a preguntar qué es. Es probable que en unos años se haya puesto de moda y se convierta en un evento más como puede ser una despedida de soltera», vaticina Odériz.