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El fenómeno de mostrar cuarentenas privilegiadas en redes abre el debate de la brecha social en Internet

cada vez son más las estrellas y anónimos que han decidido convertir sus ostentosas jornadas de confinamiento en contenido instagrameable, concibiendo así una tendencia digital que ahonda en las diferencias socioeconómicas de los usuarios.

En una entrada de Instagram de la presentadora Ellen DeGeneres, en la que se lamentaba de cómo diluviaba desde el porche de su jardín kilométrico y frente a una piscina infinita, una de sus seguidoras replicó asegurando que “ese vídeo acababa de llamarle pobre en cinco idiomas diferentes”. Su jardín no le envidia en cuanto a tamaño al de la mansión de Jennifer Lopez y el beisbolista Alex Rodríguez, que pasan el confinamiento en familia jugando al voleibol. Elsa Pataky enseña yoga con un horizonte de naturaleza inabarcable a sus espaldas y Justin Timberlake mantiene la “distancia social” en mitad de un paisaje nevado rodeado de grandes montañas. La negligencia más criticada la perpetró Madonna, que calificó al coronavirus como “gran igualador”. “Al Covid-19 no le importa lo rico, famoso, gracioso o inteligente que seas, ni dónde vives, ni tu edad, ni las historias increíbles que puedas contar”, afirmó mientras se bañaba desnuda, rodeada de pétalos de rosas en una estancia casi más amplia que muchas de las viviendas en las que residen sus fans. Pero la exhibición de cuarentenas privilegiadas, que abundan estos días en las redes sociales, no solo es achacable a las estrellas. Cada vez más perfiles anónimos apuestan también por tratar de convertir en instagrameable su confinamiento, anteponiendo la vanidad a la circunspección y el boato a la conciencia social. Presumir de cenas con alimentos prohibitivos o rutinas de yoga en salones con cristaleras que abarcan desde el suelo hasta el techo son solo dos ejemplos que ilustran la tendencia.