El regreso de las clases presenciales fue uno de los temas que más debate generó durante la pandemia. Hoy, la reapertura de las aulas no solo facilita la igualdad educativa, sino también múltiples beneficios a la vida socioemocional de nuestros hijos. ¿Cómo capitalizar la experiencia y volver a clases sin miedo?
“El año pasado, cada vez que prendía la computadora para hacer las actividades escolares con mi hijo, se frustraba y comenzaba con los berrinches. Eso no le pasaba en la escuela. Extrañaba a sus compañeros, quería volver a clases y que le enseñe la maestra, no yo. Nunca conté con las herramientas pedagógicas para llevar adelante esta tarea”, recuerda María Laura Rodríguez. El aislamiento padecido en el 2020 no solo la enfrentó a una pandemia, sino también a un gran desafío: escolarizar a su hijo de 7 años. Su experiencia no difiere mucho a la vivida por la mayoría de las familias argentinas durante todo un ciclo lectivo sin clases presenciales en las escuelas.
“Al final decidí no conectarlo todo el tiempo. Más allá de lo que podía aprender a través de una pantalla, prioricé el bienestar emocional de mi hijo, y lo que necesitaba era reencontrarse con sus pares. Por eso creo que este año es primordial que se garantice la continuidad educativa”, señala María Laura, igual que muchas madres y padres de nuestro país.
Entre tapabocas de colores y mochilas donde no falta el alcohol en gel, hoy comenzó el retorno a las aulas en cuatro provincias (Buenos Aires, Santa Fe, Santiago del Estero y Jujuy), ratificado por el Consejo Federal de Educación. Y así se mantendrá según la situación epidemiológica de cada región y con condiciones de seguridad sanitaria que garanticen el cuidado de la salud. De acuerdo a estudios realizados por UNICEF, el impacto del cierre de las escuelas fue devastador a nivel mundial, afectando los aprendizajes, la protección y el bienestar de niños, niñas y adolescentes. La evidencia muestra que son los chicos y chicas más vulnerables quienes sufren las peores consecuencias, porque a la escuela no se asiste solo a aprender los contenidos educativos: el regreso a clases trae inmensos beneficios a la vida socioemocional de los niños. “Intercambiar experiencias y aprender, con y junto a otros chicos, aumenta notablemente su sensación de bienestar.
Los vínculos positivos con pares desarrollan habilidades socioemocionales como la empatía, la comunicación, la escucha, el trabajo en equipo, el juego, la imaginación, la motivación, la espera, el autocontrol y la compasión. Y estas habilidades son importantísimas para el proceso de socialización de los chicos”, sostiene Mariana de Anquín, licenciada en Psicopedagogía y especialista en crianza y educación emocional.
Sobre este tema, Celina –maestra de educación inicial y madre de un niño en edad escolar– opina lo mismo: “Es esencial que los chicos vuelvan a clases por un tema no solo educativo, sino también social. Sus amigos, su espacio, su lugar de pertenencia es lo que ayuda a los chicos a crecer y vivir en un ambiente feliz”. El año pasado, Celina tuvo que adaptarse a la nueva normalidad escolar y dar clases de forma virtual, pero esto no le impidió conectarse con sus alumnos y notar que no la estaban pasando bien. “Se manifestaron angustiados, frustrados, enojados, con muchos miedos. El no poder compartir momentos con sus amigos, con sus maestras, en su espacio, genero un vacío en la mayoría de ellos. La escuela es un ámbito seguro para los chicos donde van a aprender, a divertirse y a estar con sus compañeros.
En el 2020 no lo tuvieron y lo expresaron a través de una pantalla”. En la actualidad, Celina volverá a reencontrarse diariamente con los chicos de su sala, durante cuatro horas, a veces por la mañana y otras por la tarde. “Con los protocolos necesarios, esta modalidad es segura para alumnos y docentes. Se demostró que los chicos no son foco de contagio ni transmisores del virus”, comenta esta seño, feliz de poder volver a dar clases.
Crecer, no solo aprender
Garantizar la continuidad de todos los niveles educativos es necesario: la primera infancia fue la que se vio más afectada por no volver a la escuela. Verona Batiuk, especialista de educación infantil de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), afirma que la educación es un proceso intrínsecamente humano, a través del cual las nuevas generaciones conocen las expresiones culturales, artísticas, científicas, y de toda índole, que fueron construidas por las anteriores. Gracias a este desarrollo, chicos y chicas pueden ser protagonistas de sus propios saberes y hallazgos. “Por eso, uno de los aportes más importantes que tiene la escolarización de los niños pequeños es la posibilidad de que comiencen a socializar con otras personas que no forman parte de su núcleo familiar o de su grupo de pertenencia originaria. Esto les permite conocer a otros, relacionarse con una institución que tiene reglas singulares, conectarse con adultos referentes y establecer nuevos lazos afectivos. Es parte de una extensión del proceso de socialización, que resulta fundamental en la construcción de nuevos vínculos, de una idea de pertenencia a un grupo social más amplio y de otras formas de convivir con aquellos que son diferentes y tienen costumbres o pautas culturales distintas”, dice. Para Verona, el espacio de la escuela es público y es allí donde se da un encuentro genuino entre los niños: cada uno con su historia, su recorrido, sus propios antecedentes familiares y sociales. Y esta oportunidad de encuentro para aprender a convivir con otros se vio muy afectada durante la pandemia. “Son construcciones que solo se hacen en la interacción y esa fue una de las grandes pérdidas de este periodo tan crítico”, sostiene la especialista.
¿Qué pasa con las escuelas de los barrios vulnerables o precarizados que no cuentan con condiciones seguras para recibir a los chicos? La que responde es María José Navajas, investigadora en Historia, integrante de la Red de Familias y Padres Organizados por la Educación, y madre de dos niños de 5 y 16 años: “El principal requisito que se debe cumplir es el de la ventilación y la distancia social. Esas son las pautas que condicionan el regreso a la presencialidad en condiciones seguras. Es cierto que no todos los establecimientos cuentan con las instalaciones apropiadas, y por eso desde el principio insistimos en que las autoridades trabajaran en los arreglos y readecuaciones necesarias. Aquellas escuelas que no tengan espacio suficiente deberían contar con lugares alternativos para poder garantizar el mínimo de presencialidad definido por las respectivas jurisdicciones”.
Reunidos para solicitar a los gobernantes garantizar el derecho constitucional a la educación, esta red de familias aspira a que la reapertura de las aulas se mantenga lo máximo posible. “La escuela debe ser lo último en cerrar. Incluso en un escenario de rebrote o incremento de los contagios, las autoridades deben comprometerse a mantener las escuelas abiertas, con los alumnos en las aulas”, manifiesta el colectivo.
Frente a este tema, Verona Batiuk afirma que si bien la reapertura de clases presenciales es favorable para todos los niveles sociales, el beneficio es mayor para la población en situación de vulnerabilidad. “Porque los recursos culturales, educativos, de acceso a la tecnología, de educación e información en los hogares que se encuentran en situación de pobreza, son altamente disímiles en relación a los hogares con mayores ingresos. Hay una desigualdad de partida que, aún cuando se mantuvieron importantes estrategias para garantizar los procesos de educación, la población de zonas rurales o marginales no pudo llegar a la altura de los hogares con dispositivos, libros y conectividad garantizada. Y la situación de pandemia profundizó las desigualdades educativas y sociales de nuestro país, que ya eran muy altas”, afirma la especialista y agrega que, lamentablemente, llevará mucho tiempo reestablecer esta situación crítica. Por eso, es fundamental que se garantice una escuela abierta, porque es una vía para que se achiquen las brechas y se puedan construir mayores oportunidades para los niños que más lo necesitan.
Por Carmen Ochoa / Via: sophiaonline
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