Varios consejos para favorecer que los niños no se acostumbren a mentir.
Todos los niños mienten. No lo hacen siempre, claro está, pero en más de una ocasión en su tierna infancia dirán algo que no es verdad o intentarán echarle la culpa de algo malo que han hecho a otros.
No es poco común que con seis o siete años los niños digan frases del tipo “yo no he sido”, “habrá pintado la pared mi hermanito” o “sí, me he comido el bocadillo en el recreo” cuando saben que están mintiendo.
La honestidad es un valor que todos los padres tratan de inculcar a sus hijos, y es por ello que muchos se preguntan cómo enseñar a un niño a no mentir. A continuación daremos la respuesta.
¿Qué hacer para enseñar a un niño a no mentir?
Mentir es un comportamiento común en la infancia. Todos los niños mienten alguna vez, ya sea de forma muy inocente, sin ser conscientes de ello, o simplemente porque quieren ocultar algo malo que han hecho. Incluso hay niños que se divierten mintiendo, tratando de confundir a otros niños e incluso a los adultos simplemente por la satisfacción de engañar a los demás. Obviamente, este último caso no suele ser muy común, pero desde luego la mentira puede parecerles algo lúdico.
Sea cual sea el motivo por los que un niño miente, si se convierte en una conducta muy común, le puede acarrear problemas a nivel social. Un niño que miente a todas horas puede convertirse en el niño menos confiable de su clase, haciendo que no tenga amigos porque sus compañeros tienen miedo de que les engañe y les haga daño. Por muy inocente que pueda ser una mentira en caso de abusar se puede convertir en una herramienta que perjudique la confianza de nuestro alrededor hacia nosotros.
Si bien puede que las consecuencias no lleguen a ser tan graves, queda claro que mentir no es algo bueno. De hecho, en la mayoría de las sociedades este acto es considerado como algo inmoral. Por esto todos los padres desean inculcarles a sus hijos los valores de la honestidad y la sinceridad.
Sin embargo, no es posible enseñar estos valores sin ejercer de modelo. Los niños pequeños son fácilmente influenciables, tanto en lo bueno y en lo malo, y sus padres, hermanos mayores y otros niños de la escuela ejercen de modelos de conducta. Si en casa y en la escuela se dicen muchas mentiras, los niños acabarán aprendiendo que mentir está bien o, por lo menos, que es legítimo hacerlo alguna vez.
¿Por qué los niños mienten?
Hay muchos motivos que empujan a que un niño mienta. Es cierto que los hay que dicen mentiras por el simple hecho de divertirse, engañando a sus padres y compañeros para hacer que se comporten de la forma deseada, o confundirlos. Sin embargo, esto no suele ser la norma, y suelen haber otros motivos.
Como hemos comentado, los adultos y demás compañeros con los que tienen contacto los niños ejercen una importante influencia en su conducta. Si el niño ve que los adultos mienten constantemente, no se verá mentir como algo éticamente cuestionable, sino como una conducta legítima más. Es por esto que no tendrá tantas restricciones personales a la hora de ocultar o tergiversar la verdad.
Otro de los motivos por los que un niño puede mentir, especialmente a los demás pequeños, es que necesita sentirse aceptado. Puede deberse a una gran falta de autoestima, haciendo que el niño, que no confía en sí mismo, se ve empujado a exagerar sus habilidades o decir cosas sobre él que no son verdad. Por ejemplo, puede ser que un niño se sienta inferior con respecto al resto de sus compañeros porque él no tiene perro y, como quiere ser aceptado, miente diciendo que sí tiene uno.
Los niños también mienten de cara a los adultos, pero el motivo es bien distinto. En este caso, suelen mentir para ocultar algo malo que han hecho o que creen que es malo. Aquí también hay una falta de autoestima, pero también de confianza hacia los adultos, miedo al castigo severo y a los padres. El niño puede sentirse tan inseguro que no sabe si lo que hace está lo suficientemente bien y, como tienen miedo de que, incluso habiéndolo hecho bien sus padres lo vean como algo malo, prefiere callarse o mentir.
¿Cómo frenar las mentiras?
Una cosa que cabe tener en cuenta es que la edad es un factor importante a la hora de tener en cuenta la mentira en niños. Hasta los seis años los niños tienen bastantes problemas para diferenciar entre realidad y fantasía. Por este motivo lo recomendable es empezar a trabajar a partir de esa edad, puesto que no se le puede enseñar a no mentir sin ser consciente de que lo está haciendo.
Para enseñar a un niño a no mentir lo primero que se debe hacer es conocer el motivo por el que lo ha hecho. Como hemos visto en el apartado anterior, son diversas las razones que empujan a un niño a no decirnos la verdad. No podemos inculcarles honestidad y sinceridad sin entender por qué lo han hecho, puesto que limitarnos a decirles “está mal mentir” es una lección vacía de contenido. Debemos centrarnos en el motivo por el que miente, no en la mentira en sí, ni tampoco tomárselo como algo personal.
Si el motivo por el que nos miente es que tiene miedo de nuestra reacción, es posible que el problema esté en nuestra forma de educar. Unos padres demasiado severos y duros, lejos de fomentar un carácter fuerte y resistente en su retoño, lo que hacen es que sea muy inseguro. Tiene miedo a decir la verdad por temor a que lo castiguen y, por eso, prefiere mentir. Miente, pero se siente muy mal, y teme sentirse peor.
El problema aquí es bastante profundo, puesto que la mentira es un síntoma de que el estilo educativo que estamos usando no es el más apropiado. La idea no es que toleremos la mentira ni la mala conducta, pero desde luego lo más apropiado es bajar el grado de severidad. Si hace algo malo,debe recibir una penalización, pero no abusemos de ello ni ignoremos que son muchas las cosas buenas que hace el niño.
Si es por falta de autoestima, ya sea porque se siente intimidado o inferiorizado por cómo son sus compañeros o por algún problema en el hogar, es necesario acudir a un psicólogo. No es que los padres no puedan ayudar a su hijo a tener una mejor autoestima, de hecho, pueden hacerlo destacando sus fortalezas y ayudándole a superar sus debilidades. Sin embargo, con la orientación del psicólogo infantil conseguiremos mejorar la autoestima del niño con técnicas con evidencia científica.
Cuando se descubra que el niño ha mentido, es muy importante no acusarlo de mentiroso, ni siquiera en tono cariñoso o de broma. Tampoco se le debe ridiculizar o reaccionar de forma brusca y enfadada. Lo que se le debe preguntar, con tono respetuoso y calmado, es por qué ha mentido sabiendo que eso no está bien. La humillación, la burla y los calificativos despectivos lo único que harán serán empeorar el problema, especialmente si el motivo por el que miente está relacionado con una falta de autoestima.
Desde luego, además de entender qué es lo que ha empujado al niño a mentir y tratar de comprenderlo, está el ser un ejemplo para él. Como hemos comentado, tanto padres como hermanos mayores son un importante modelo de conducta para los más pequeños, quienes imitan todo lo que los más mayores hagan. Si los mayores se portan mal, los niños pequeños también se portarán mal. Para evitar que el niño vea decir mentiras como una conducta legítima lo mejor es no hacerla.
Es fundamental hacerles entender cuáles son las consecuencias sociales de mentir, más allá de los castigos que puedan haber. Deben comprender que no ser honestos con los demás hará que desconfíen de ellos. Esto hará que tengan problemas para tener amigos, y con ello no dispondrán de una adecuada red social que les dé apoyo. También puede fomentar conductas de venganza, haciendo que los demás nos vean legítimo mentir a quien primero les mintió, dándoles de su propia medicina
Fuente: www.psicologiaymente.com
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