Cultivar y cosechar los alimentos en nuestra propia casa para autoabastecernos, consumir productos de calidad y ecológicos.
El año 2020 ha dejado algo claro: vivir en entornos urbanos, en espacios domésticos reducidos y no poder salir de casa, puede resultar muy agobiante.
Tras el confinamiento y con las restricciones de movilidad impuestas por todos los países, sin importar hasta donde han llegado, cuál es su intensidad o cómo de duraderas han sido estas prácticas, millones de personas han descubierto que la vida en las áreas rurales puede ser muy gratificante.
Respirar aire puro, desconectar de la realidad y relajarse con actividades como las manualidades, la agricultura o la jardinería, es lo que ha librado a muchas personas de sufrir problemas mentales de cierta gravedad.
En ese escenario se mueve una práctica cada vez más común, que es la de volver en parte a los orígenes con el tema de la agricultura. Cultivar y cosechar los alimentos en nuestra propia casa para autoabastecernos, consumir productos de calidad y ecológicos y sobre todo no dependientes de productores ni intermediarios.
Agricultura vertical o agritectura
En este sentido, la situación más envidiable es la de vivir en un área rural pero teniendo a mano todas las facilidades de la vida urbana, con su oferta cultural, sus servicios, sus conexiones…
En muchas ciudades esto es posible a través de los huertos urbanos, pero estas instalaciones suelen estar reservadas, en la mayoría de los casos, para personas mayores, desempleados o colectivos vulnerables.
Para poner solución a esto nace lo que se conoce como agritectura, que es una fórmula en la que van de la mano la agricultura urbana y la tecnología. Las granjas verticales que están cada vez más presentes en muchas ciudades, con techos verdes en los edificios, responden a este fenómeno.
Lo mismo hacen la tecnología hidropónica o aeropónica o el uso de luz artifical LED para cultivar plantas. La idea es sacar partido del espacio disponible y echar mano de la tecnología para fomentar la agricultura sostenible y de autoconsumo también en las ciudades.
Huertos domésticos, pero no rentables
Para poner en marcha estos métodos no es necesario un gran dispendio económico ni de espacio, pues con una superficie mínima y escogiendo cultivos que necesitan poco mantenimiento, se pueden conseguir buenos resultados.
Obviamente, la idea no es lograr grandes cosechas, sino que esta actividad sirva de ayuda a la economía doméstica, que se generen hábitos saludables para el hogar y que introduzca también nociones necesarias sobre sostenibilidad y consumo racional.
Los huertos domésticos no son rentables, pero sí muy satisfactorios, y si hay niños en casa, o personas mayores, puede ser una actividad intergeneracional, una fórmula para estrechar hábitos y reforzar los vínculos familiares.
¿Cómo crear un huerto doméstico en casa?
Todos estos motivos, y especialmente el año 2020 tan caótico que hemos vivido, invita a muchas familias a interesarse por la agricultura doméstica. La primera recomendación para conseguir un huerto en casa es acudir a blogs o páginas especializadas y leer sobre el tema. En buenagranja.com podemos encontrar algunas claves para ello.
Tras este paso, que es el inicial y que nos va a dirigir en nuestro propósito, hay que ser conscientes de lo que queremos crear y del espacio que tenemos disponibles. Un huerto urbano o doméstico, por pequeño que sea, requiere de mucho trabajo, incluso cuando lo que se cultiva son solo plantas aromáticas que sirven de condimento.
Por ello, cuando hay espacio para ello deberemos empezar con superficies abarcables, pequeñas, unos 10 ó 15 metros cuadrados e iniciarnos con cultivos sencillos. Las lechugas o los rabanitos rojos son una buena opción, pues en poco más de un mes desde su plantación ya se podrán cosechar. Además, no son muy sensibles a las plagas.
Otro consejo interesante es hacer compost casero, es decir, incidir en el aprovechamiento de los desechos orgánicos. Todas las cáscaras de fruta y verdura que consumamos en casa, así como las de huevos, se pueden echar en una zona de compostera con lombrices, para que vayan descomponiendo estos restos y finalmente sirva como abono para enriquecer el huerto.
La presencia de un huerto en casa, ya sea en el interior, o en un espacio exterior como una terraza o un jardín, es una buena idea para pasar tiempo de ocio de calidad y reducir la dependencia del consumo en supermercados, pero no podemos considerar esta actividad como una alternativa encaminada hacia el enriquecimiento económico.
FUENTE: Sara Domiguez
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