Sociedad

A pesar de los avances, la brecha salarial no se achica: ellas ganan 29% menos que ellos

Las mujeres participan de la actividad económica 20% menos que los varones. Se insertan en trabajos peor remunerados y no acceden a puestos jerárquicos.

“¿Por qué los hombres bebían vino y las mujeres agua? ¿Por qué un sexo tan adinerado y tan pobre el otro?”, se preguntaba la escritora inglesa Virginia Woolf en 1929, en un libro que miraba con lucidez las relaciones de poder entre hombres y mujeres, al que tituló “Un cuarto propio”.

Casi un siglo después, la historia no cambió demasiado. Las mujeres son más pobres que los varones y en Argentina, la brecha salarial indica que en promedio ganan 29 por ciento menos. Apenas dirigen el 4 por ciento de las Cámaras Empresariales y el 3 por ciento de los sindicatos, y el 40 por ciento de las mujeres que trabajó fuera de su casa nunca realizó aportes previsionales. Por esto, y bajo el lema “la desigualdad laboral también es violencia”, el 8 de marzo se llama a un paro de mujeres, al que se convoca también desde otros países.Newsletters Clarín En nuestras palabras

La agenda feminista, con la perspectiva de género de Mariana Iglesias.

“Bajo la brecha salarial está la brecha en los cuidados. La diferencia en la distribución de las tareas de cuidado tanto hacia afuera como dentro de los hogares incide directamente en los ingresos diferenciales que perciben mujeres y varones en el mercado del trabajo”, explica a Clarín Elizabeth Gómez Alcorta, titular del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad.

“El tiempo que tienen las mujeres para trabajar cuando están cuidando es menor que el de los varones y eso se refleja en la diferencia horaria promedio que trabajan unas y otros”, precisa Alcorta, y agrega que: “Varones y mujeres no prestan servicios necesariamente en los mismos sectores. Eso lleva a que en aquellos ámbitos que están muy feminizados y que además están asociados a las tareas de cuidados, como la salud, la educación, los servicios personales, las trabajadoras de casas particulares, se pague menos que en otros sectores que están muy masculinizados. Más del 12 % de las mujeres argentinas trabaja en estos ámbitos”.

La brecha salarial entre hombres y mujeres en puestos directivos, promedia el 13%

“Mi mamá no trabaja, es ama de casa”, es una frase que resuena en el libro “Cómo construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour)” de la economista Mercedes D’Alessandro, hoy al frente de la primera Dirección de Economía y Género del país, que funciona en la órbita del ministerio de Economía. Una frase que junto a reflexiones como la de Virginia Woolf propone desnaturalizar todo aquello que se estableció como una norma imposible de alterar, para luego cuestionar también la desigualdad desde las mismas bases del sistema.

“Además de ricos y pobres también tenemos una diferencia abismal entre hombres ricos y mujeres ricas y entre hombres pobres y mujeres pobres. Las estadísticas mundiales muestran, que las mujeres ganan menos que los varones en todo el planeta, que hacen más trabajo doméstico no remunerado que ellos, enfrentan tasas de desempleo más altas y son más pobres, cuando se jubilan ganan menos dinero, son dueñas de menos propiedades y poseen menos riqueza”, dice D’ Alessandro y refuerza: “Aunque hoy cuentan con más niveles de estudios que los hombres, enfrentan grandes obstáculos para llegar a lugares de poder o jerarquías en casi todos los ámbitos”.

De las 66 universidades públicas que hay en el país, sólo siete tienen rectoras, y desde hace años el porcentaje de mujeres en estos cargos es inferior al 10% del total. Aunque según los datos del último censo, por primera vez en la historia del país, las mujeres profesionales son más que los hombres graduados.

Se da también el caso de la administración del sistema judicial, en el que hay más de 15 mil mujeres que hombres, sin embargo hay muchas menos juezas, fiscales, procuradoras y defensoras.

Modificar la organización social de las tareas de cuidado, clave para acelerar la igualdad de género

El trabajo es la herramienta de movilidad social más importante de las sociedades modernas y allí es donde se encuentran las barreras más difíciles de detectar, reconocer y cambiar”, indica Carolina Villanueva, una de las cofundadoras de Grow, consultora sobre género y trabajo. “Hay todavía una falsa creencia de que el sueldo que sostiene la casa es el masculino y el femenino es complementario. Aunque nadie lo admita en voz alta”.

“La brecha salarial no hace referencia a que por el mismo puesto se le paga menos a una mujer que un hombre. Muy pocas veces se da así. En realidad, al número que brinda el Ministerio de Trabajo se llega porque las mujeres son mayoría en los sectores menos remunerados (98 por ciento en el servicio doméstico) mientras que los rubros más dinámicos en términos económicos como la construcción, las finanzas o la tecnología, están ocupados en un 95 por ciento por hombres. A su vez, en esos sectores, es ínfimo el número de mujeres que llega a puestos de liderazgo”.

El techo de cristal

El techo de cristal

Aunque atípicos, hay casos donde la brecha salarial por el mismo puesto de trabajo queda expuesta. Esto le sucedió a la editora de cine y video Vanesa Ferrario (38 años) cuando se presentó a una entrevista en una de las principales productoras de la provincia de Córdoba.

“En ese momento yo tenía 28, ya estaba recibida de la universidad y trabajaba desde los 21. El productor que me tomó para el trabajo me dijo abiertamente que como tenía menos experiencia que los otros dos editores, iba a ganar un porcentaje menos. Los vi más jóvenes que yo así que le pregunté cuántos años de experiencia tenían y era bastante menor que la mía. Entonces me retrucó: “pero vos sos más chica”. Le dije mi edad. Al verse acorralado, me respondió: “Bueno, pero sos mujer, imaginate que ellos se van a sentir mal si entrás ganando lo mismo”.

Vanesa Ferrario, editora de cine.

Vanesa Ferrario, editora de cine.

“Es raro que alguien te diga semejante brutalidad en la cara, pero este hombre lo hizo, así que le propuse algo. Que me pagara por mi trabajo y no por mi género. Le dije: Voy a trabajar un mes gratis. Les pido que evalúen el material que entrego y que en virtud de eso, piensen mi salario. Me salió bien, a los tres meses tenía más encargos y ganaba más que los otros dos editores”, recuerda Vanesa y comenta que en su ámbito de trabajo es usual escuchar la frase: “Es mina, no se va a bancar las horas”.

Vanesa Ferrario es secretaria de la SAE (Sociedad Argentina de Editores Audiovisuales). Según un informe de esta entidad, el promedio de mujeres egresadas de la carrera de montaje desde el 2000 hasta el 2014 es del 42% pero muy lejano al 5% de las mujeres que editan las películas que más se vieron durante los últimos 12 años.

Si se analizan las 10 películas más vistas de 2007 a 2018, en los rubros como guión, dirección, dirección de fotografía, dirección de arte, sonido y edición, sigue habiendo una gran asimetría. Hay un promedio de 80% de hombres y un 20% de mujeres, con una tendencia los últimos dos años a 77 y 23%.

En esta línea, el Banco Central de Argentina lanzó esta semana una campaña para visibilizar la inequidad bajo el lema #MujeresyBrechaEconómica

Informe sobre brecha salarial

Informe sobre brecha salarial

Las mujeres participan de la actividad económica 20% menos que los varones. Esto tiene su correlato en la menor cantidad de mujeres titulares de cuentas sueldo: 2 de cada 10 mujeres son titulares de este tipo de cuentas, mientras que los varones son 3 de cada 10.

Esto conlleva a una brecha en el acceso al crédito: los varones acceden casi el doble que las mujeres a créditos que requieren mayores garantías y tiene plazos más largos de repago, como préstamos prendarios e hipotecarios. En el caso de créditos hipotecarios, por cada dos hombres que acceden, lo logra una mujer.

“Hay que transparentar la disparidad, debería haber una ley o un mecanismo que obligue a las empresas a dar la información para poder medir y exigir cambios -señala Andrea Avila, CEO de Randstad Argentina, una consultora en Recursos Humanos-. Hombres y mujeres ingresan al mismo puesto con el mismo salario. Pero luego, ¿quiénes toman las decisiones de proyección y en base a qué criterios? ¿Hubo igualdad de oportunidades?”.

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“Algo fundamental para poder reducir la brecha es la transparencia. Es decir, que se pueda acceder a los datos de la disparidad de salarios. Si hubiera transparencia, las mujeres tendríamos más herramientas para exigir una compensación”, afirma Silvina Moschini, CEO y fundadora de She Works, una plataforma tecnológica que utiliza inteligencia artificial para conectar a mujeres (ya tiene más de 20 mil registros) de todo el mundo con oportunidades laborales que pueden realizarse de manera flexible y remota. Al respecto, precisa que “la posibilidad de trabajo más flexible y a distancia es una manera que habilita la inserción de mujeres. La transformación digital de los modelos de negocios permite cambiar la forma en que se realiza el trabajo y es la mejor manera de empoderarlas económicamente”.

“Una política central y fundamental para cerrar las brechas de ingresos es ir al corazón de esto que son los cuidados. El Ministerio de las Mujeres, géneros y diversidad inició una mesa interministerial para avanzar en una política integral de cuidado y desde el Ministerio de Economía vamos a aportar sumándonos a la etapa de evaluación de los recursos necesarios para financiar una inversión en este tema”, plantea Mercedes D’Alessandro, y destaca que por primera vez existe un espacio institucional para pensar la economía desde la desigualdad de género.

“Las mujeres se insertan laboralmente en trabajos peor remunerados. La principal ocupación que hoy tienen las mujeres es el servicio doméstico (21,5% de las asalariadas), que es el empleo con mayores niveles de precarización laboral y peores salarios de toda la economía. Ganan en promedio $8.167, la mitad de un salario mínimo –afirma D’Alessandro y concluye-. La crisis económica hoy impacta asimétricamente sobre las mujeres y por esto mismo, las respuestas de política pública tienen que tener perspectiva de género”.

Fuente: www.clarin.com