El tiempo corre, casi sin darnos cuenta. El calendario avanza y nos recuerda que el fin de año se va acercando, como una invitación a detenernos y pensar en lo que dejamos atrás y en lo que aún queremos alcanzar.
Septiembre no fue solo un mes, fue un puente. Un puente entre lo que soñamos al comenzar el año y lo que aún nos falta por conquistar. En su andar nos trajo aprendizajes, luchas silenciosas, momentos de introspección y también pequeñas alegrías que, aunque a veces pasaron desapercibidas, hicieron la diferencia en nuestro día a día.
¿Cuánto crecimos en estos nueve meses? Tal vez más de lo que creemos. Crecimos en cada “no puedo” que logramos transformar en un “Sí pude”. Crecimos en cada lágrima que nos enseñó a soltar y en cada sonrisa que nos devolvió la esperanza. Crecimos en cada caída de la que nos levantamos, y en cada abrazo que nos recordó que no estamos solas.
Ahora nos encontramos en un tramo especial del año: ese en el que empezamos a sentir la mezcla de cansancio, gratitud y ganas de volver a empezar. Es un buen momento para preguntarnos: ¿qué quiero cerrar antes de que termine este ciclo? ¿qué sueños aún me esperan en la puerta?
Que este octubre nos encuentre conscientes de todo lo que hemos logrado, aunque no siempre se vea desde afuera. Que nos encuentre valientes para seguir adelante y humildes para reconocer lo que todavía nos falta.
Porque lo más hermoso no está en tachar los meses en un calendario, sino en descubrir que cada uno nos dejó huellas, aprendizajes y razones para seguir.
Y que, cuando llegue diciembre, podamos mirarnos al espejo y decir: “Lo logré. Sobreviví a mis luchas, aprendí de mis batallas, y seguí adelante con la certeza de que siempre vale la pena»
Add Comment