La actriz ha sido nombrada directora creativa de una firma de suplementos de la que, defiende, obtiene energía y beneficios corporales al añadir colágeno a su café. La estrella no está sola. Los suplementos con esta proteína que prometen un cutis más liso y jugoso llevan tiempo en el punto de mira: algunos estudios lo avalan y algunos expertos lo ponen en duda.
«Las partes más importantes de mi rutina de bienestar son sueño, meditación, hidratación y nutrición», cuenta Jennifer Aniston en una entrevista en la revista estadounidense InStyle en la que alaba los beneficios del colágeno ingerido. Concretamente ella dice usar el suplemento de la firma Vital Proteins, de la que ha sido nombrada directora creativa: «En 2014 mi doctor me sugirió incorporar colágeno a mi dieta. Tras dos meses empecé a notar que mis entrenamientos eran más fáciles y mi sueño y mi resistencia mejoraron; además, tenía muchísima energía durante todo el día». Los suplementos de colágeno, que Aniston confiesa tomar diluido en el café de la mañana, proclaman mejorar la salud de pelo, piel y uñas y llevan tiempo en el punto de mira: algunos estudios los avalan y algunos expertos los ponen en duda.
A partir de los veintitantos, la capacidad de nuestro cuerpo para producir colágeno se reduce, y empezamos a perder en torno a un 1% del total cada año. Para combatir esta pérdida, industria y especialistas buscan ingredientes y métodos que fomenten su producción. La doctora Elia Roó, directora de la clínica homónima y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología, lo aclara. «Cuando introducimos retinoides (vitamina A) de forma tópica, estamos induciendo la síntesis de esta proteína en la piel». La promesa: una piel más sana, con menos arrugas y más brillante.
En los últimos años, el consumo de este ingrediente por vía oral está viviendo un auge. En 2018 y solo en Estados Unidos, el colágeno ingerido movió 120 millones de euros, un 30% más que el ejercicio anterior, según la firma de estudios de mercado Nutrition Business Journal. La razón de esta fiebre: la aparición de unos pocos estudios que aseguraban que mejora la calidad de la dermis, alivia los síntomas de la artritis o reduce el desgaste de los cartílagos que unen los huesos. Sin embargo otros muchos estudios y especialistas dicen los contrario: no importa que se ingiera colágeno pues el cuerpo lo degrada en aminoácidos que son después utilizados en la síntesis de las proteínas que precise el organismo, no necesariamente colágeno.
El colágeno en polvo se mezcla con zumos, batidos, agua… FOTO: GETTY IMAGES
La estructura del cuerpo
Para entender su relevancia primero debemos saber qué es. «Es una proteína fundamental para el organismo. Está presente en huesos, músculos, piel y órganos internos», explica la doctora Mar Lázaro, especialista en medicina estética con clínica propia en Zaragoza. Forma la red de unión de la mayoría de nuestras estructuras, representando el 25% de la proteína corporal total. En la piel la cifra aumenta, y supone el 80% del total de componentes. En ella, se une con la elastina y la mantiene, valga la redundancia, elástica.
Sin embargo, a medida que envejecemos, se reduce su presencia en el cuerpo. Al paso del tiempo se unen otros factores externos que contribuyen a la pérdida de los ‘ladrillos’ del cutis. A saber: la exposición solar, la contaminación, el estrés… Nuestro cuerpo, a partir de los 30, no es capaz de producirlo al ritmo que se destruye, y ahí empieza su reducción. También en los cartílagos, donde se une otro factor de desgaste: el deporte.
La preocupación por mostrar una apariencia saludable y por los problemas derivados de unas articulaciones débiles empujan a la búsqueda de soluciones externas que den un empujoncito al cuerpo. Ahí es donde entran en juego los famosos suplementos.
¿De verdad funciona el colágeno por vía oral?
Las marcas que comercializan estos productos prometen una mejora del aspecto de la piel y unos cartílagos fortalecidos. Pero ¿puede el sistema digestivo absorberlo correctamente? En principio, no. «Se trata de una molécula muy grande, mezcla de aminoácidos, que no se absorbe», cuenta Mª Luz García, farmacéutica y directora de comunicación de Arkopharma. La solución de las farmacéuticas ha sido suministrarlo hidrolizado, lo que también se conoce como péptidos de colágeno. «Se descompone en pequeñas partículas en forma de aminoácidos, lo que facilita su absorción por el sistema digestivo. Así es como se trabaja el de tipo I, el más conocido por encontrarse en la piel», lo que, como hemos apuntado antes no garantiza que esos aminoácidos vayan a ser utilizados por el organismo para generar colágeno de nuevo, si no que los puede utilizar para generar cualquier otra proteína que precise.
La doctora Roó aclara algo más: «Los estudios que hay no dejan tan claro si alcanza la piel ni en cantidad suficiente, ni siquiera en forma de péptido. No digo que no funcionen, pero falta evidencia». Sí hay ya algunos estudios que apuntan a su eficacia, como un artículo publicado en la revista científica Journal of Drugs in Dermatology realizado a través de un estudio a ciegas con placebo que concluía que el consumo de colágeno aumentaba la densidad de la proteína, la elasticidad de la piel y la hidratación en general.
Al respecto, algunos expertos convienen en que sí, puede que como demuestran estos estudios funcione, pero no mejor que lo haría cualquier otro suplemento con proteínas e ingredientes que van a inducir la síntesis de colágeno. Los resultados, para este grupo de profesionales son similares en cualquier caso.
El consumo, en función de la necesidad
Se ha teorizado mucho sobre la ingesta apropiada de colágeno a través de la alimentación. Los caldos de carne, el pescado, los callos o las manitas de cerdo disponen de mucho. «Una dieta equilibrada debería bastar», cree la doctora Lázaro.
En cuanto a la frecuencia y la intensidad de su consumo, la doctora y la directora de comunicación de Arkopharma coinciden: depende del estado, pero siempre cuando hay una necesidad explícita. «No hay que tomarlo por inercia, solo si notamos que la piel tiene menos elasticidad de la necesaria o en estados carenciales», considera Lázaro. «Por ejemplo, en la edad perimenopáusica».
¿Cuál elegir? García lo tiene claro: se deben buscar preparados de calidad farmacéutica. «Al estar catalogados como suplementos alimenticios, no se rigen por las mismas exigencias que un medicamento. Un laboratorio siempre va a seguir estas pautas más estrictas». El canal, para ella, también debe ser la farmacia. «Será quien mejor aconseje si debe apostar por esta opción o quizá sufre de una patología que requiere una visita al médico». La decisión final, claro, es del consumidor. Lo fundamental: que contenga la cantidad necesaria, que García estipuló ya en 10 gramos. Para eso, queda mirar la etiqueta de cada producto.
Fuente: www.elpais.com
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