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¿Cómo mantener una conversación fluida? 10 claves a tener en cuenta

Tener una conversación fluida puede parecer sencillo a simple vista, pero no lo es. Ni tan siquiera para la persona más charlatana del mundo. Todas nos hemos encontrado en una situación en la que el silencio parecía un interlocutor más. No importa si te ocurre mucho o con poca frecuencia, es bueno tener a mano algunas claves que te ayuden en momentos así.

Ten en cuenta que mantener una conversación fluida no significa hablar sin cesar. Implica que la charla sea equilibrada y que todos los participantes aporten. Esto quiere decir que es importante saber cuándo tomar la iniciativa y cuándo dejarse llevar. Estar preparada para improvisar en cualquiera de ambos papeles es fundamental.

Claves para mantener una conversación fluida

La razones por las que una se queda en blanco varían, pero la solución es la misma. Recordar estrategias que te ayuden en momentos tensos o en los que no sabes qué decir van a ser tu salvavidas. Estas son las claves para mantener una conversación fluida cuando lo necesites.

Ser oportuna/o

Para poder mantener una conversación es necesario que todos los participantes dispongan de tiempo. Por eso, antes incluso de iniciar la charla hay que analizar en qué situación se encuentra la otra persona. Una vez se identifica el momento idóneo, ya se puede hacer la aproximación y mostrar disposición a hablar. La educación es clave en este caso.

Disponer de gran variedad de temas

Lo principal para mantener una conversación fluida es tener temas que abordar. Una charla monotemática puede llegar a ser aburrida para algunas personas. Si se trata de un aficionado de alguna cosa en particular y no quiere dejar de hablar de ello, adelante. Sin embargo, es recomendable tener a mano otras cuestiones para abordar.

Las aficiones son un terreno que suele dar resultado. Cuando alguien habla de lo que le apasiona, acostumbra a relajarse y a sentirse bien. Política, religión y fútbol pueden ser temáticas conflictivas, por lo que si se abordan es mejor mantener una postura neutral o conciliadora.

Usa el desconocimiento como gancho

Cuando alguien tiene un hobby o una pasión no le cuesta demasiado hablar de ello. Pero si sobre ese tema en particular no tienes demasiada información, la curiosidad es tu mejor arma. No saber de algo te puede jugar a favor: pregunta sobre ello y muestra interés.

Se trata de una especie de quid pro quo. Hará que el interlocutor lo valore y quizás le inspirará para luego preguntarte por algo que te interese a ti. Esta es una de las mejores estrategias para además de mantener la conversación fluida conocer mejor al otro.

Prepararse para cambiar de tema

Si una no conoce al interlocutor puede ser que alguna temática no sea de su agrado o incluso se trate de algún tema sensible o delicado. En ese caso, mantener la conversación fluida es complicado. Se corre el riesgo de que el malestar sea tan grande que prefiera dar por finalizada la charla. Te vas a dar cuenta porque la persona se muestra cortante en sus respuestas, incómoda o hasta nerviosa.

Por eso, es importantísimo estar preparada para dar un giro a la conversación si en algún momento la situación lo requiere. Tener pensados algunos temas neutrales para sacar de forma sutil es un as en la manga. Lo más recomendable es pausar la charla unos segundos y luego hablar de otra cosa como si no hubiese pasado nada.

Gestionar los silencios

Es importante para mantener una conversación fluida tener una variedad de temas que abordar. Pero también es igual de crucial saber cuándo una pausa es necesaria para recargar motores. Aprender a discernir en qué momento el interlocutor necesita frenar un poco es útil para que no se canse de hablar y se cierre en banda.

Tener en cuenta el ambiente

No es lo mismo mantener una conversación fluida en la oficina, que en una reunión de amigos, un evento laboral o cuando se conoce a alguien nuevo por primera vez. El tono de una charla cambia acorde a la situación en la que una se encuentra y con quiénes son los interlocutores. La forma de hablar es crucial para que el diálogo no se corte.

Contar vivencias personales

Sin que se trate de un monólogo, contar alguna anécdota personal es una forma de acercarse al otro. Se trata de hacerlo partícipe de alguna vivencia tuya para entablar una relación de confianza. Obviamente, hay que elegir bien cuál (como se dice en el punto anterior) al tener en cuenta a la audiencia.

Eso sí, es mejor no hacer preguntas demasiado personales si no se conoce mucho al interlocutor. Hay algunos temas que pueden generar una incomodidad que puede derivar en el fin de la charla. Dar sin esperar nada a cambio es primordial para mantener una conversación fluida.

Tomar notas mentales

Para demostrar que una está prestando atención es bueno recordar algunos de los datos o información que brinda el otro durante la charla. De esta forma, cuentas con posibilidades de abordar alguno de esos temas cuando la conversación empiece a aflojar.

Combatir la timidez con auto-preguntas

A algunas personas les cuesta mantener una conversación fluida por su propia timidez. Los introvertidos suelen responder las preguntas de forma breve. Al final parece más un interrogatorio que otra cosa. Para entablar una charla duradera con alguien así lo mejor es responder a algo que una misma haya preguntado.

Es decir, cuando la respuesta de la otra persona a una de tus preguntas es breve, dar la propia contestación. Por ejemplo, si el tema es a dónde le gustaría ir de viaje, una vez haya dicho un destino, tú dices el tuyo.

Evitar los monosílabos

Para que la charla sea un poco más duradera y hasta surjan otros temas de conversación una opción es evitar las respuestas monosilábicas. Se trata de ofrecer algo más de información a las preguntas que te hagan sin caer en un monólogo o hacerse pesada.

Dar un poco más que lo básico permite abrir más posibilidades para conocerse mejor y hallar puntos o aficiones en común que prolongarán la conversación.