La llegada de un nuevo miembro a la familia es tomada de distintas maneras por nuestras mascotas. Si tenés un perro o gato y estás embarazada, debes preparar a tu mascota varios meses antes de parir, para la llegada del bebé así su aparición no le resultará traumática y la convivencia familiar será armoniosa. Con un poquito de atención, amor y paciencia, podrás facilitar la transición y lograr que bebés y mascotas se cuiden mutuamente y se conviertan en mejores amigos.
PorJuliana FerriniEmailLIFESTYLEnoviembre 11, 2020
La mayor parte de las mascotas necesita una atención extra con la llegada de un nuevo miembro a la familia. Los animales se confunden y estresan ante los cambios, perciben el desplazamiento de la atención y el reordenamiento de la familia y son capaces de sentir celos, posesión, abandono y hasta rechazo de parte de sus dueños. Pueden mostrar depresión, agresividad o una profunda indiferencia, marcar territorio orinando por toda la casa, ladrar o maullar como si hubiera intrusos sin motivo aparente.
Para prevenir estas situaciones, atenuar el estrés, generar vínculos y lograr una convivencia feliz se pueden implementar algunas medidas que servirán para hacerle conocer a tu mascota esta situación que no podés explicarle con palabras. Básicamente se trata de enseñarle nuevos hábitos y demostrarle que, pese a los cambios, tu amor por ella sigue siendo el mismo.
Lo que hay que hacer cuando llega el bebé a casa
– Lo mejor es comenzar a prepararlos antes de la llegada del bebé, para evitar que el cambio sea demasiado brusco. Si el principal responsable de la mascota es la mamá, conviene que el padre u otra persona empiece a ocupar ese rol, porque la madre tendrá menos tiempo cuando llegue el recién nacido. La mascota podrá acostumbrarse a su nuevo amo y estará menos pendiente de la mamá.
– Si el perro o el gato duermen en la habitación de los padres y eso va a cambiar cuando llegue el bebé, conviene enseñarle y acostumbrarlo de a poco al nuevo lugar. Lo importante es premiarlo por el cambio y tratar de lograrlo antes de que nazca el bebé para evitar que lo asocie con él. Permitís que los animales de la casa investiguen la habitación del nuevo integrante, los nuevos muebles y objetos, de manera que los vayan conociendo y asociando con el bebé.
– No lo dejes dormir en la cuna, los pelos pueden afectar al bebé y, además, harán que el animal se “apropie” de la cama y sienta al bebé como un invasor de su territorio. No hay que olvidar llevar a nuestro animal de compañía al veterinario para desparasitarlo, protegerlo contra insectos y poner sus vacunas al día, así podremos prevenir el contagio de enfermedades.
El olor es clave para los animales
– Una vez que el bebé haya nacido, antes de llevarlo a casa, se le puede llevar al animal alguna ropita del bebé para que se acostumbre a su olor.
– Al llegar a casa, saluden a su mascota como siempre y permítanle observar y oler al bebé, con cuidado y protegiendo su cara con las manos. Alejarlos es contraproducente, y sólo logrará que los animales interpreten al bebé como una amenaza más que como un nuevo miembro del grupo. No conviene dejar nunca al bebé solo con el animal, porque pueden hacerse daño sin pretenderlo, simplemente jugando.
– Cuando el bebé crece y se mueve, puede perseguir, arrinconar y hacer daño a la mascota, generando una reacción violenta en defensa propia. En ese sentido, es un aprendizaje como padres el enseñar al animal y al bebé a respetarse mutuamente desde el principio.
No hay que dejar de lado a la mascota por el bebé
–Demostrale a tu animal que él sigue ocupando un lugar importante en la casa y en el corazón de la familia. Dedicale un tiempito para estar “a solas”, con los juguetes habituales o nuevos, premiando su obediencia, lealtad y buen comportamiento. Con un ratito pleno, podrá sobrellevar mucho mejor la situación.
Si observás reacciones agresivas en tu mascota, corregilas rápidamente, pero nunca utilices el castigo como medio, no sólo porque está mal moralmente (y está penado por la ley) sino también porque lo único que ganará será más agresión y resentimiento. Los problemas de conducta, siempre que sean serios y persistentes, deberán ser discutidos con tu veterinario de confianza.
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