Crianza y maternidad

Crianza respetuosa. Intervenir menos, confiar más

l clic lo hizo años antes de tener a Luca, su hijo de 6 años. Marianela Casanova esperó tanto por él que durante la búsqueda tuvo tiempo suficiente para leer, informarse y elegir qué tipo de crianza y metodología de enseñanza quería para su futuro bebé. Así empezó a investigar y se topó con conceptos sueltos que iba hilvanando en su cabeza mientras imaginaba el momento de convertirse en madre: parto respetado, doula, lactancia a demanda, movimiento libre, baby led weaning (alimentación autorregulada), pedagogía Montessori. Todos esos conceptos y algunos más sirven para resumir un tipo de crianza basada en el respeto hacia los hijos, especialmente en lo que hace a sus tiempos de desarrollo y sus necesidades afectivas y fisiológicas.

Lo que Marianela buscaba para Luca y también ahora para su beba Roma, de tres meses, es criarlos bajo la noción de crianza respetuosa. Un concepto acuñado por la venezolana Berna Iskandar (periodista y divulgadora de temas de la infancia, que obtuvo en 2013 un premio del Banco Interamenricano de Desarrollo por su blog Conoce mi mundo) y también por el pediatra español Carlos González, conocido en todo el mundo por su método de crianza con apego. «Es una forma de crianza que se basa en información, pero sobre todo en sentido común propio. Siempre digo que hay que hacerle caso al instinto, indagar, cuestionar lo tradicional. Se trata de respetar los ritmos de tu hijo, de observarlo, de tomarte tiempo para conocerlo. Son él o ella los que marcan los ritmos de aprendizaje y no al revés. Simplemente se trata de correrse de los mandatos tradicionales y confiar en que ellos saben lo que hacen», dice Marianela.

Doula formada como asistente Montessori, escuela que conoció cuando vivió en unos años en España, Marianela tiene un emprendimiento de muebles llamado Lala Montessori (lalamontessori.mitiendanube.com) que armó cuando volvió al país y se encontró con que no había nada parecido acá. «Me animé a hacerlos yo, con un carpintero al que le decía cómo quería el mueble. Así empecé», dice Marianela, que también tuvo una editorial llamada Cien Lunas (publicó varios libros de crianza, como Teta mamá, que acompaña el destete respetuoso), pero que dejó para abocarse de lleno al diseño de muebles como camas que van al ras del piso; roperos y bibliotecas bajas que permiten que los niños alcancen lo que desean sin ayuda; un espejo de acrílico con barra y la torresilla: uno de los objetos con más demanda, que se usa como silla de comer o escalera para que los chicos lleguen a aquellos lugares que están diseñados para adultos.Ads by

La colchoneta de polex, un aliado imprescindible del movimiento libre
La colchoneta de polex, un aliado imprescindible del movimiento libre Fuente: LA NACION

«Hay mucho interés por todo esto. Las redes sociales ayudan mucho a la difusión. Y también hay una evidente crisis del sistema educativo tradicional. Siempre digo que no existen juguetes o muebles Montessori, lo que hay son objetos de crianza respetuosa. Lo interesante es no quedarse con la moda, sino con el concepto detrás de estos muebles y juguetes que les facilitamos: el respeto, la autonomía, la libertad y la confianza hacia nuestros hijos», plantea Marianela.

Adiós papillas (y al avioncito)

El llamado que la creadora del emprendimiento Lala Montessori hace a que este tipo de crianza no se quede solo en una tendencia pasajera no es casual: son varias las celebrities que son madres y suben a redes sociales muchas situaciones cotidianas con sus hijos que tienen que ver con esta forma de educarlos. Y aunque es una manera efectiva de difundir estos conceptos desconocidos para muchos, no deja de ser una puerta de entrada bastante superficial al tema. «Está buenísimo que lo hagan por la llegada que tienen. Pero hay que informarse, comprometerse y no quedarse solo con que le compré el juguete o la sillita y ya está. Es una crianza que requiere paciencia, observación y mucho acompañamiento», define Marianela.

Una de las madres famosas más activas y que se muestran a favor de la crianza respetuosa es la periodista Agustina Kämpfer. Fiel entusiasta del método de alimentación baby led weaning (BLW), subió a sus redes varios videos de su hijo Juan interactuando con la comida. Es una metodología que busca desterrar las papillas y el avioncito y darle al bebé alimentos en trozos que él pueda tocar, agarrar y llevarse a la boca sin que intervenga el adulto. El objetivo principal es que el bebé experimente, toque, huela y pruebe lo que quiera y por el tiempo que quiera, sin que la mamá, el papá o el cuidador le den de comer en la boca. Según sus creadoras, Gill Rapley y Tracey Murkett, «no es un método para alimentar a tus hijos, es una manera de encarar su crianza y la relación que entablarán con la comida», además de darles confianza y mejorar su autoestima.

No bien dejó la lactancia exclusiva y empezó a incorporar otros alimentos, Paula Fernández, mamá de Lena, de 9 meses, quiso probarlo. Primero le consultó a su pediatra -en general, un rubro poco adepto a la modas de crianza- y empezó a hacer su propia experiencia al no encontrarse con un no rotundo, pero tampoco con un especial interés por incorporar esta metodología.

«Empecé de a poco, con pedazos de verduras y frutas. Ahora está con pollo y carne. Le doy a Lena una banana entera y la agarra y la come así, sosteniéndola con la mano. Pero también come papillas en el jardín maternal, porque ahí toda la comida es procesada. No es que me caso con ningún método. La verdad es que me asusté varias veces porque de repente ella se atragantaba y al principio la pasé mal, pero la realidad es que los bebés suelen atragantarse porque están aprendiendo. No soy fanática del BLW, pero tampoco me parece mal probar», sostiene Paula.

En su casa, Marianela Casanova tiene mobiliario Montessori para sus hijos Luca (6 años) y Roma (3 meses)
En su casa, Marianela Casanova tiene mobiliario Montessori para sus hijos Luca (6 años) y Roma (3 meses) Fuente: LA NACION

Varios pediatras confirman que los padres, sobre todo primerizos, suelen preguntar por estas tendencias que circulan en las redes o entre sus amigos. Débora Setton, médica pediatra especialista en nutrición de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) sostiene que «lo que nosotros recomendamos respecto a la alimentación no difiere mucho de lo que proponen los de BLW. Nos basamos en la alimentación perceptiva, que es ayudar al bebé a alimentarse pero estar siempre atentos a las necesidades que transmite de saciedad, disgusto o placer. De ninguna manera hay que darle la comida por la fuerza. Sí recomendamos que las primeras comidas sean papilla con algunos trozos para que ellos entrenen movimientos de masticación. Pero recomendamos darle mucho espacio para que los bebés decidan qué y cuánto comer. Ellos el primer año de vida tienen capacidad para autoregular la ingesta calórica. Si en una comida comieron mucho, es probable que en la próxima coman menos».

Libre soy

La no intervención -o la menor participación de los padres en los procesos de desarrollo naturales y evolutivos de sus hijos- es algo que defiende María Solari, madre de León, de 3 años, y creadora de Cría (@holacria.com), una tienda online de «objetos libres» para que bebés y niños pequeños puedan ver, observar, tocar, chupar, morder, oler, sentir y abarcar objetos nobles en cada etapa de su desarrollo y que están en sintonía con otra de las grandes aristas de la crianza respetuosa: el movimiento libre.

«Mi amor por el movimiento libre nació en 2015 durante un curso para parejas gestantes. Ahí se mencionaba la importancia de no intervenir al bebé en su desarrollo, lo que distaba mucho de lo que hacía la mayoría de las personas de mi entorno. Empecé a indagar de qué se trataba y me enamoré de Emmi Pikler y su movimiento libre y sentí que así quería que fuera para León», cuenta María, que utilizó sus conocimientos de diseñadora gráfica y su posterior formación en desarrollo infantil (con certificaciones en doula y fertilidad consciente) para parir Cría.

Según explica María, el movimiento libre plantea la observación atenta, la confianza en bebés y la no intervención innecesaria en su desarrollo motriz y emocional. «Promueve la autonomía, la confianza en bebés, niños y niñas. Ellos gestionan, resuelven y conquistan su cuerpo y el entorno sin ayuda de los adultos, pero con sostén, mirada y acompañamiento. No es dejarlos solos, sino estar ahí para ellos y explicarles por qué ahora no pudieron, pero decirles que ya van a poder hacerlo, sin forzar ni apurar sus tiempos».

Según esta metodología, darse vuelta, sentarse, pararse y caminar son etapas evolutivas de su desarrollo que el bebé debería hacer sin ningún tipo de ayuda ni presión externa. «Si confiamos en el bebé y en su capacidad de desarrollo autónomo, seguramente sea una persona con gran autoconfianza, satisfecha y plena. En cambio, si le ayudamos todo el tiempo, si no le dejamos ser, explorar, indagar, si limitamos su expresión y libertad, lo más probable es que sea una persona con baja estima y con poca confianza en sí misma», explica María.

Sin duda, uno de los elementos fundamentales del movimiento libre son las colchonetas de placa de polex (el mismo material del flota flota) como las que hace María Ghitman, creadora del emprendimiento Buliba Objetos (@buliba.objetos). «Son fundamentales porque amortiguan golpes y dan una superficie de apoyo para dejar al bebé libre. Cuando tuve a mis hijos, hace 28 años, no estaba en boga todo esto, pero tuve la suerte de tener una tribu de madres en la que se hablaba del movimiento libre. Era algo de un sector pequeño que ahora se fue extendiendo -describe-. Lo importante es que los bebés experimenten, que lleguen solos a ciertas posturas, porque les da confianza. No ser intervencionistas. Lo que hacemos con la colchoneta es facilitarles un lugar seguro para que experimenten, conozcan su cuerpo… Como adultos debemos tener paciencia para que ellos se sienten, gateen y se paren solos. Es decir, no estar a la expectativa del calendario que dice que a determinado mes tiene que hacer tal o cual cosa», dice María.

Por su parte, la psicóloga Lorena Ruda (lorenaruda.blogspot.com), experta en familia y crianza, es otra de las cultoras del movimiento libre. «Lo interesante de esta metodología y de todas las que promueven la crianza respetuosa es que los niños aprenden sus propios límites y a avanzar a su ritmo sin las ansiedades o exigencias del adulto. Cuando uno respeta los tiempos del niño, se logran los mismos resultados, pero con más confianza que si es forzado. En general, los pediatras fuerzan a sentarlos para darles de comer a los seis meses. Pero sentarlos en un sillón con almohadones no quiere decir que se sienten. Muchas veces las ansiedades y las exigencias hacen que se fuercen los movimientos y no está bueno», asegura Ruda, que en cambio pone un poco más de objeciones respecto del BLW: «En muchos padres existe el miedo a que los bebés se atraganten, y este tipo de cosas hay que hacerlas estando seguros, si no, mejor no hacerlas. Pero con la comida el criterio es el mismo. Si es mucha cantidad, el chico la escupe -dice Ruda-. Menos intervencionismo no significa falta o ausencia de supervisión. El adulto debe estar siempre e intervenir cuando el chico pide ayuda. Lo que sucede con la crianza respetuosa es que a veces los padres sienten cierta pérdida de control. Pero solo es una sensación, porque la mirada adulta debe estar siempre».

FUENTE:  Laura Reina – LANACION