La autora del blog «Viviendo Montessori» nos explica cómo lograr hacer cambios en nuestro hogar incluso trabajando a jornada completa.
Nos pasamos los días corriendo de un lado para otro, parece que si paramos nuestro mundo se derrumba pero, a veces, necesitamos mirar con perspectiva ciertos temas. Almudena Palacios, maestra de primaria, antropóloga y educadora de familias en «Disciplina Positiva», además de autora del blog ViviendoMontessori, nos explica cómo podemos lograrlo. «Todas las familias quieren lo mejor para sus hijos, pero siempre tenemos la sensación de que nos falta tiempo». «Muchas familias se sienten frustradas, quieren cambiar, se sienten agobiadas por esta cuestión y al final, esto se convierte en un círculo vicioso. El ritmo que llevamos es de locos, pero a veces podemos hacer grandes cambios en nuestro modo de educar y criar con poco tiempo», insiste. «Se pueden hacer grandes cambios y progresos en nuestro hogar trabajando fuera de él a jornada completa, la cuestión es estar presentes con nuestros hijos cuando estamos con ellos, no a medio gas».
Método Montessori y «crianza positiva»
Palacios se apoya para lograrlo en el método Montessori y la crianza positiva. ¿En qué consisten? Esta maestra nos lo explica: «Son métodos perfectamente complementarios uno con el otro o también se pueden aplicar por separado. El mayor error que recae en ambas filosofías de vida es que es necesario una gran cantidad de tiempo diario, por lo que muchas familias directamente pasan de ellos. Cualquier momento con nuestros hijos es bueno para comenzar con la crianza positiva, como, por ejemplo, mientras cenamos o comemos, de camino al centro escolar, durante el baño, mientras leemos o charlamos por la noche con ellos… la cuestión es estar juntos y escucharlos, no, por ejemplo, con el móvil o con la televisión puesta».
Otro error en el que solemos caer es creer que para esto hace falta dinero. «Siempre se piensa que es necesario una gran cantidad de materiales, porque no podremos avanzar y esto, tampoco es cierto: lo más importante y necesario es el cambio del adulto y el ambiente. Con esto me refiero que antes de aplicar en nuestro hogar todas las técnicas y herramientas de la crianza positiva, debe cambiar el foco y no ponerlo en el niño, sino en el adulto. Ya que el adulto es el ejemplo, el modelo del niño, para ello debemos comenzar a obrar nosotros como nos gustaría que lo hiciera el niño».
Qué debemos cambiar desde hoy mismo
¿Por donde comenzar? «Es fácil», asegura Palacios. «Sencillamente, comenzaremos escuchando a nuestros hijos, sin juzgar y sin criticar. Haremos una escucha reflexiva, por ejemplo, mientras los llevamos al centro escolar o alguna actividad extraescolar, los bañamos…. Mantendremos conversaciones con nuestros hijos siempre que sea posible y participaremos en sus juegos, con 10 minutos cada día es buena forma de comenzar, si tienes más tiempo mejor; no imponiendo el adulto el qué hacer, por ejemplo, si tu hija te dice que vamos a pintar juntas, no le digas, “¿no prefieres mejor que veamos una peli?”, solo porque a ti te apetezca más».
« También puedes probar a empatizar con tu hijo», añade esta experta. «Piensa en cómo te sentirías tu ante situaciones injustas para ti. En la mayoría de las ocasiones minimizamos sus sentimientos o respuestas, pensando que son exageradas por la situación que sea, lo que para ti es insignificante, para ellos es un mundo, por eso lo expresan así y si encima, no saben hablar bien y no pueden comunicarse, aun se frustran más».
Otra cosa que deberíamos hacer es «recordar siempre que nuestros intereses no son los suyos, que es algo que los padres sin querer hacemos. Les metemos por los ojos nuestras aficiones o lo que a nosotros nos gusta o nos hace sentir bien, sin ningún tipo de maldad, sino al contrario, como nos satisface a nosotros, pensamos que a ellos les pasará lo mismo, pero no suele ocurrir y al final, hay frustración por ambas partes. Dejemos que experimente, que haga, que viva, que recoja y realice sus propios aprendizajes, no hay nada más bonito, ver como aprenden ellos solos, como experimentan y se encuentran con el aprendizaje. Dejar hacer es maravilloso, porque despiertas su interés. Aprender de los errores siempre, tanto el niño como el adulto, no pasa nada, equivocarse es bueno, nos lleva al acierto».
Premios, castigos, amenazas… Fuera
Más cosas que se pueden hacer para poner en práctica estos métodos en el hogar, sin necesidad de disponer de más tiempo y dinero:
—El amor y el cariño deben primar siempre, al igual que decir te quiero y abrazar, esto no es sinónimo de mi hijo será “más blando”, al contrario, tendrá una gran autoestima y confianza en sus padres, porque siempre podrá contar con ellos.
—Ponerse a su altura siempre, es vital, deben ver nuestros gestos y expresiones, además, son tenidos en cuenta, los escuchamos mejor y la comunicación verbal o no verbal fluyen.
—Aprender a diferenciar y controlar emociones, solemos pedir a los niños cosas que los adultos no son capaces de hacer, ejemplo, tranquilizarse ante un momento de estrés o una crisis familiar como una rabieta en un supermercado, gritamos al niño diciendo que se calle y que se relaje, cuando ahí tú, como adulto, no estás manteniendo la calma. Da ejemplo y trabajar juntos la relajación, hablar de vuestros sentimientos, no rechazar ninguno, cuando nos apetece llorar, lloramos, no pasa nada.
Pertenencia: el niño debe sentirse querido y valorado, para ello es necesario que tenga tareas que pueda realizar, se sentirá pleno y su autonomía se desarrollará, su autoestima crecerá.
¿Y los materiales del método Montessori?
En efecto, recuerda Palacios, «todo lo anterior es referido al nivel emocional, pero cuando la gente piensa en el método Montessori, siempre viene la duda de los materiales. Antes de comprar materiales y dárselos a los niños para trabajar, es muy importante conocer la filosofía que acompaña y engloba a este método, sin ella perdemos su verdadera esencia».
¿Qué es necesario tener en casa? Según esta maestra, «todo lo mencionado anteriormente, lo acompañaremos de un ambiente preparado. Con ambiente preparado, me refiero a adaptar nuestro hogar con cosas sencillas, baratas y fáciles, porque en la mayoría de los casos no necesitamos absolutamente nada, solo un ratito para cambiar la disposición de las estancias de casa».
En primer lugar, sugiere, «debemos pensar qué necesita nuestro hijo para ser lo más autónomo posible, por ejemplo, en el baño una banqueta para subir al lavabo y poder lavarse las manos él solo, verse en el espejo, tener todos los utensilios para su aseo a su altura».
En la habitación, prosigue, «lo mismo, que tenga un armario donde pueda elegir su propia ropa, esto causa mucha polémica, porque siempre me dicen, ¿le dejas que se ponga lo que le dé la gana? Sí, siempre hago una preselección, es decir, donde mi hija coge su ropa le 4 o 5 prendas y de ahí elige ella, pero no le dejo toda la ropa que tiene a su altura, porque entonces si mi hija eligiera una camiseta de tirantes en diciembre, la culpa sería mía, porque el adulto soy yo. La cuestión es que con esto poco a poco subiremos el nivel, es decir, llegará un momento que podrá tener toda la ropa de esa temporada en su lugar».
Un rincón de lectura
Un consejo de esta antropóloga es disponer en el cuarto de un rincón de lectura, donde rotar los libros. «Les encanta», asegura.
—En el dormitorio, pondremos una cama a su altura para que pueda subir o bajar de ella, además, de una estantería con sus materiales o juguetes para que pueda jugar libremente.
—En la cocina, hacemos lo mismo, ponemos a su altura agua y snacks saludables para que no nos tengan que estar pidiendo. Como les encanta ayudar en la cocina es conveniente poner una banqueta o una “torre de aprendizaje” para que puedan llegar a la encimera.
—Para el resto de casa, usamos las mismas reglas, todo lo necesario a su altura, de tal forma que nos necesiten lo menos posible.
Introducir rutinas
Y para finalizar, junto con todo lo anterior, introduciremos rutinas. «Los niños las necesitan, es su forma de ver el paso del tiempo, a través de las diferentes acciones que se van repitiendo día tras día y conforme van creciendo se pueden realizar horarios con dibujos o fotografías. En la medida de lo posible es conveniente usar luz y materiales naturales, además, de contacto con la naturaleza, ya que a los niños todo esto les favorece en su desarrollo».
Ideas para poner en práctica según edades
Palacios también sugiere aglunas ideas de actividades por edades para llevar a cabo en casa. «Esto depende del desarrollo de cada niño, de su ritmo, ya que la edad en nuestro caso no es orientativa, pero las familias siempre suelen mirar por edades. Lo que no se puede hacer es de un día para otro, frustrarnos porque un niño no es capaz de hacer esto, cuando en su vida lo ha realizado», apunta.
Bebés de 1 año: estar descalzos, rodaris y sonajeros, cesto de los tesoros.
2 y 3 años: tirar a la basura, recoger sus juguetes, asearse, vestirse, limpiar muebles a su altura, poner y quitar la mesa.
4 y 5 años: doblar ropa, ordenar habitación, barrer y fregar.
6 y 7 años: hacer alguna comida ellos solos, bañar a la mascota, cargar el lavavajillas.
8 y 9 años: pasar la aspiradora, cocinar con supervisión.
10 y 11 años: limpiar en profundidad, coser, planchar (con supervisión).
A partir de 12 años: pintar paredes, lavar el coche, comprar…
Tal y como explica Palacios, «la mayoría de los niños no hacen esto, porque los adultos consideramos que no están preparados y es, al contrario, a veces ellos no lo piden y nosotros no se lo damos. Con ello, crece su autonomía y su autoestima, además de su responsabilidad, bajando tu estrés y tu carga de tareas».
«Para que todo esto no nos sobrepase a nosotros, sobre todo al principio que hay que ir poco a poco introduciendo los cambios y los niños son niños, a algunos les funcionan unas técnicas y a otros otra, pensad que siempre estamos educando para el futuro. Por muchas normas o límites que tenga tu hijo, esto no es directamente proporcional al nivel de educación que vaya a tener o mejor persona será», concluye.
Nos pasamos los días corriendo de un lado para otro, parece que si paramos nuestro mundo se derrumba pero, a veces, necesitamos mirar con perspectiva ciertos temas. Almudena Palacios, maestra de primaria, antropóloga y educadora de familias en «Disciplina Positiva», además de autora del blog ViviendoMontessori, nos explica cómo podemos lograrlo. «Todas las familias quieren lo mejor para sus hijos, pero siempre tenemos la sensación de que nos falta tiempo». «Muchas familias se sienten frustradas, quieren cambiar, se sienten agobiadas por esta cuestión y al final, esto se convierte en un círculo vicioso. El ritmo que llevamos es de locos, pero a veces podemos hacer grandes cambios en nuestro modo de educar y criar con poco tiempo», insiste. «Se pueden hacer grandes cambios y progresos en nuestro hogar trabajando fuera de él a jornada completa, la cuestión es estar presentes con nuestros hijos cuando estamos con ellos, no a medio gas».
Método Montessori y «crianza positiva»
Palacios se apoya para lograrlo en el método Montessori y la crianza positiva. ¿En qué consisten? Esta maestra nos lo explica: «Son métodos perfectamente complementarios uno con el otro o también se pueden aplicar por separado. El mayor error que recae en ambas filosofías de vida es que es necesario una gran cantidad de tiempo diario, por lo que muchas familias directamente pasan de ellos. Cualquier momento con nuestros hijos es bueno para comenzar con la crianza positiva, como, por ejemplo, mientras cenamos o comemos, de camino al centro escolar, durante el baño, mientras leemos o charlamos por la noche con ellos… la cuestión es estar juntos y escucharlos, no, por ejemplo, con el móvil o con la televisión puesta».
Otro error en el que solemos caer es creer que para esto hace falta dinero. «Siempre se piensa que es necesario una gran cantidad de materiales, porque no podremos avanzar y esto, tampoco es cierto: lo más importante y necesario es el cambio del adulto y el ambiente. Con esto me refiero que antes de aplicar en nuestro hogar todas las técnicas y herramientas de la crianza positiva, debe cambiar el foco y no ponerlo en el niño, sino en el adulto. Ya que el adulto es el ejemplo, el modelo del niño, para ello debemos comenzar a obrar nosotros como nos gustaría que lo hiciera el niño».
Qué debemos cambiar desde hoy mismo
¿Por donde comenzar? «Es fácil», asegura Palacios. «Sencillamente, comenzaremos escuchando a nuestros hijos, sin juzgar y sin criticar. Haremos una escucha reflexiva, por ejemplo, mientras los llevamos al centro escolar o alguna actividad extraescolar, los bañamos…. Mantendremos conversaciones con nuestros hijos siempre que sea posible y participaremos en sus juegos, con 10 minutos cada día es buena forma de comenzar, si tienes más tiempo mejor; no imponiendo el adulto el qué hacer, por ejemplo, si tu hija te dice que vamos a pintar juntas, no le digas, “¿no prefieres mejor que veamos una peli?”, solo porque a ti te apetezca más».
« También puedes probar a empatizar con tu hijo», añade esta experta. «Piensa en cómo te sentirías tu ante situaciones injustas para ti. En la mayoría de las ocasiones minimizamos sus sentimientos o respuestas, pensando que son exageradas por la situación que sea, lo que para ti es insignificante, para ellos es un mundo, por eso lo expresan así y si encima, no saben hablar bien y no pueden comunicarse, aun se frustran más».
Otra cosa que deberíamos hacer es «recordar siempre que nuestros intereses no son los suyos, que es algo que los padres sin querer hacemos. Les metemos por los ojos nuestras aficiones o lo que a nosotros nos gusta o nos hace sentir bien, sin ningún tipo de maldad, sino al contrario, como nos satisface a nosotros, pensamos que a ellos les pasará lo mismo, pero no suele ocurrir y al final, hay frustración por ambas partes. Dejemos que experimente, que haga, que viva, que recoja y realice sus propios aprendizajes, no hay nada más bonito, ver como aprenden ellos solos, como experimentan y se encuentran con el aprendizaje. Dejar hacer es maravilloso, porque despiertas su interés. Aprender de los errores siempre, tanto el niño como el adulto, no pasa nada, equivocarse es bueno, nos lleva al acierto».
Premios, castigos, amenazas… Fuera
Más cosas que se pueden hacer para poner en práctica estos métodos en el hogar, sin necesidad de disponer de más tiempo y dinero:
—El amor y el cariño deben primar siempre, al igual que decir te quiero y abrazar, esto no es sinónimo de mi hijo será “más blando”, al contrario, tendrá una gran autoestima y confianza en sus padres, porque siempre podrá contar con ellos.
—Ponerse a su altura siempre, es vital, deben ver nuestros gestos y expresiones, además, son tenidos en cuenta, los escuchamos mejor y la comunicación verbal o no verbal fluyen.
—Aprender a diferenciar y controlar emociones, solemos pedir a los niños cosas que los adultos no son capaces de hacer, ejemplo, tranquilizarse ante un momento de estrés o una crisis familiar como una rabieta en un supermercado, gritamos al niño diciendo que se calle y que se relaje, cuando ahí tú, como adulto, no estás manteniendo la calma. Da ejemplo y trabajar juntos la relajación, hablar de vuestros sentimientos, no rechazar ninguno, cuando nos apetece llorar, lloramos, no pasa nada.
Pertenencia: el niño debe sentirse querido y valorado, para ello es necesario que tenga tareas que pueda realizar, se sentirá pleno y su autonomía se desarrollará, su autoestima crecerá.
¿Y los materiales del método Montessori?
En efecto, recuerda Palacios, «todo lo anterior es referido al nivel emocional, pero cuando la gente piensa en el método Montessori, siempre viene la duda de los materiales. Antes de comprar materiales y dárselos a los niños para trabajar, es muy importante conocer la filosofía que acompaña y engloba a este método, sin ella perdemos su verdadera esencia».
¿Qué es necesario tener en casa? Según esta maestra, «todo lo mencionado anteriormente, lo acompañaremos de un ambiente preparado. Con ambiente preparado, me refiero a adaptar nuestro hogar con cosas sencillas, baratas y fáciles, porque en la mayoría de los casos no necesitamos absolutamente nada, solo un ratito para cambiar la disposición de las estancias de casa».
En primer lugar, sugiere, «debemos pensar qué necesita nuestro hijo para ser lo más autónomo posible, por ejemplo, en el baño una banqueta para subir al lavabo y poder lavarse las manos él solo, verse en el espejo, tener todos los utensilios para su aseo a su altura».
En la habitación, prosigue, «lo mismo, que tenga un armario donde pueda elegir su propia ropa, esto causa mucha polémica, porque siempre me dicen, ¿le dejas que se ponga lo que le dé la gana? Sí, siempre hago una preselección, es decir, donde mi hija coge su ropa le 4 o 5 prendas y de ahí elige ella, pero no le dejo toda la ropa que tiene a su altura, porque entonces si mi hija eligiera una camiseta de tirantes en diciembre, la culpa sería mía, porque el adulto soy yo. La cuestión es que con esto poco a poco subiremos el nivel, es decir, llegará un momento que podrá tener toda la ropa de esa temporada en su lugar».
Un rincón de lectura
Un consejo de esta antropóloga es disponer en el cuarto de un rincón de lectura, donde rotar los libros. «Les encanta», asegura.
—En el dormitorio, pondremos una cama a su altura para que pueda subir o bajar de ella, además, de una estantería con sus materiales o juguetes para que pueda jugar libremente.
—En la cocina, hacemos lo mismo, ponemos a su altura agua y snacks saludables para que no nos tengan que estar pidiendo. Como les encanta ayudar en la cocina es conveniente poner una banqueta o una “torre de aprendizaje” para que puedan llegar a la encimera.
—Para el resto de casa, usamos las mismas reglas, todo lo necesario a su altura, de tal forma que nos necesiten lo menos posible.
Introducir rutinas
Y para finalizar, junto con todo lo anterior, introduciremos rutinas. «Los niños las necesitan, es su forma de ver el paso del tiempo, a través de las diferentes acciones que se van repitiendo día tras día y conforme van creciendo se pueden realizar horarios con dibujos o fotografías. En la medida de lo posible es conveniente usar luz y materiales naturales, además, de contacto con la naturaleza, ya que a los niños todo esto les favorece en su desarrollo».
Ideas para poner en práctica según edades
Palacios también sugiere aglunas ideas de actividades por edades para llevar a cabo en casa. «Esto depende del desarrollo de cada niño, de su ritmo, ya que la edad en nuestro caso no es orientativa, pero las familias siempre suelen mirar por edades. Lo que no se puede hacer es de un día para otro, frustrarnos porque un niño no es capaz de hacer esto, cuando en su vida lo ha realizado», apunta.
Bebés de 1 año: estar descalzos, rodaris y sonajeros, cesto de los tesoros.
2 y 3 años: tirar a la basura, recoger sus juguetes, asearse, vestirse, limpiar muebles a su altura, poner y quitar la mesa.
4 y 5 años: doblar ropa, ordenar habitación, barrer y fregar.
6 y 7 años: hacer alguna comida ellos solos, bañar a la mascota, cargar el lavavajillas.
8 y 9 años: pasar la aspiradora, cocinar con supervisión.
10 y 11 años: limpiar en profundidad, coser, planchar (con supervisión).
A partir de 12 años: pintar paredes, lavar el coche, comprar…
Tal y como explica Palacios, «la mayoría de los niños no hacen esto, porque los adultos consideramos que no están preparados y es, al contrario, a veces ellos no lo piden y nosotros no se lo damos. Con ello, crece su autonomía y su autoestima, además de su responsabilidad, bajando tu estrés y tu carga de tareas».
«Para que todo esto no nos sobrepase a nosotros, sobre todo al principio que hay que ir poco a poco introduciendo los cambios y los niños son niños, a algunos les funcionan unas técnicas y a otros otra, pensad que siempre estamos educando para el futuro. Por muchas normas o límites que tenga tu hijo, esto no es directamente proporcional al nivel de educación que vaya a tener o mejor persona será», concluye.
Nos pasamos los días corriendo de un lado para otro, parece que si paramos nuestro mundo se derrumba pero, a veces, necesitamos mirar con perspectiva ciertos temas. Almudena Palacios, maestra de primaria, antropóloga y educadora de familias en «Disciplina Positiva», además de autora del blog ViviendoMontessori, nos explica cómo podemos lograrlo. «Todas las familias quieren lo mejor para sus hijos, pero siempre tenemos la sensación de que nos falta tiempo». «Muchas familias se sienten frustradas, quieren cambiar, se sienten agobiadas por esta cuestión y al final, esto se convierte en un círculo vicioso. El ritmo que llevamos es de locos, pero a veces podemos hacer grandes cambios en nuestro modo de educar y criar con poco tiempo», insiste. «Se pueden hacer grandes cambios y progresos en nuestro hogar trabajando fuera de él a jornada completa, la cuestión es estar presentes con nuestros hijos cuando estamos con ellos, no a medio gas».
Método Montessori y «crianza positiva»
Palacios se apoya para lograrlo en el método Montessori y la crianza positiva. ¿En qué consisten? Esta maestra nos lo explica: «Son métodos perfectamente complementarios uno con el otro o también se pueden aplicar por separado. El mayor error que recae en ambas filosofías de vida es que es necesario una gran cantidad de tiempo diario, por lo que muchas familias directamente pasan de ellos. Cualquier momento con nuestros hijos es bueno para comenzar con la crianza positiva, como, por ejemplo, mientras cenamos o comemos, de camino al centro escolar, durante el baño, mientras leemos o charlamos por la noche con ellos… la cuestión es estar juntos y escucharlos, no, por ejemplo, con el móvil o con la televisión puesta».
Otro error en el que solemos caer es creer que para esto hace falta dinero. «Siempre se piensa que es necesario una gran cantidad de materiales, porque no podremos avanzar y esto, tampoco es cierto: lo más importante y necesario es el cambio del adulto y el ambiente. Con esto me refiero que antes de aplicar en nuestro hogar todas las técnicas y herramientas de la crianza positiva, debe cambiar el foco y no ponerlo en el niño, sino en el adulto. Ya que el adulto es el ejemplo, el modelo del niño, para ello debemos comenzar a obrar nosotros como nos gustaría que lo hiciera el niño».
Qué debemos cambiar desde hoy mismo
¿Por donde comenzar? «Es fácil», asegura Palacios. «Sencillamente, comenzaremos escuchando a nuestros hijos, sin juzgar y sin criticar. Haremos una escucha reflexiva, por ejemplo, mientras los llevamos al centro escolar o alguna actividad extraescolar, los bañamos…. Mantendremos conversaciones con nuestros hijos siempre que sea posible y participaremos en sus juegos, con 10 minutos cada día es buena forma de comenzar, si tienes más tiempo mejor; no imponiendo el adulto el qué hacer, por ejemplo, si tu hija te dice que vamos a pintar juntas, no le digas, “¿no prefieres mejor que veamos una peli?”, solo porque a ti te apetezca más».
« También puedes probar a empatizar con tu hijo», añade esta experta. «Piensa en cómo te sentirías tu ante situaciones injustas para ti. En la mayoría de las ocasiones minimizamos sus sentimientos o respuestas, pensando que son exageradas por la situación que sea, lo que para ti es insignificante, para ellos es un mundo, por eso lo expresan así y si encima, no saben hablar bien y no pueden comunicarse, aun se frustran más».
Otra cosa que deberíamos hacer es «recordar siempre que nuestros intereses no son los suyos, que es algo que los padres sin querer hacemos. Les metemos por los ojos nuestras aficiones o lo que a nosotros nos gusta o nos hace sentir bien, sin ningún tipo de maldad, sino al contrario, como nos satisface a nosotros, pensamos que a ellos les pasará lo mismo, pero no suele ocurrir y al final, hay frustración por ambas partes. Dejemos que experimente, que haga, que viva, que recoja y realice sus propios aprendizajes, no hay nada más bonito, ver como aprenden ellos solos, como experimentan y se encuentran con el aprendizaje. Dejar hacer es maravilloso, porque despiertas su interés. Aprender de los errores siempre, tanto el niño como el adulto, no pasa nada, equivocarse es bueno, nos lleva al acierto».
Premios, castigos, amenazas… Fuera
Más cosas que se pueden hacer para poner en práctica estos métodos en el hogar, sin necesidad de disponer de más tiempo y dinero:
—El amor y el cariño deben primar siempre, al igual que decir te quiero y abrazar, esto no es sinónimo de mi hijo será “más blando”, al contrario, tendrá una gran autoestima y confianza en sus padres, porque siempre podrá contar con ellos.
—Ponerse a su altura siempre, es vital, deben ver nuestros gestos y expresiones, además, son tenidos en cuenta, los escuchamos mejor y la comunicación verbal o no verbal fluyen.
—Aprender a diferenciar y controlar emociones, solemos pedir a los niños cosas que los adultos no son capaces de hacer, ejemplo, tranquilizarse ante un momento de estrés o una crisis familiar como una rabieta en un supermercado, gritamos al niño diciendo que se calle y que se relaje, cuando ahí tú, como adulto, no estás manteniendo la calma. Da ejemplo y trabajar juntos la relajación, hablar de vuestros sentimientos, no rechazar ninguno, cuando nos apetece llorar, lloramos, no pasa nada.
Pertenencia: el niño debe sentirse querido y valorado, para ello es necesario que tenga tareas que pueda realizar, se sentirá pleno y su autonomía se desarrollará, su autoestima crecerá.
¿Y los materiales del método Montessori?
En efecto, recuerda Palacios, «todo lo anterior es referido al nivel emocional, pero cuando la gente piensa en el método Montessori, siempre viene la duda de los materiales. Antes de comprar materiales y dárselos a los niños para trabajar, es muy importante conocer la filosofía que acompaña y engloba a este método, sin ella perdemos su verdadera esencia».
¿Qué es necesario tener en casa? Según esta maestra, «todo lo mencionado anteriormente, lo acompañaremos de un ambiente preparado. Con ambiente preparado, me refiero a adaptar nuestro hogar con cosas sencillas, baratas y fáciles, porque en la mayoría de los casos no necesitamos absolutamente nada, solo un ratito para cambiar la disposición de las estancias de casa».
En primer lugar, sugiere, «debemos pensar qué necesita nuestro hijo para ser lo más autónomo posible, por ejemplo, en el baño una banqueta para subir al lavabo y poder lavarse las manos él solo, verse en el espejo, tener todos los utensilios para su aseo a su altura».
En la habitación, prosigue, «lo mismo, que tenga un armario donde pueda elegir su propia ropa, esto causa mucha polémica, porque siempre me dicen, ¿le dejas que se ponga lo que le dé la gana? Sí, siempre hago una preselección, es decir, donde mi hija coge su ropa le 4 o 5 prendas y de ahí elige ella, pero no le dejo toda la ropa que tiene a su altura, porque entonces si mi hija eligiera una camiseta de tirantes en diciembre, la culpa sería mía, porque el adulto soy yo. La cuestión es que con esto poco a poco subiremos el nivel, es decir, llegará un momento que podrá tener toda la ropa de esa temporada en su lugar»
Un rincón de lectura
Un consejo de esta antropóloga es disponer en el cuarto de un rincón de lectura, donde rotar los libros. «Les encanta», asegura.
—En el dormitorio, pondremos una cama a su altura para que pueda subir o bajar de ella, además, de una estantería con sus materiales o juguetes para que pueda jugar libremente.
—En la cocina, hacemos lo mismo, ponemos a su altura agua y snacks saludables para que no nos tengan que estar pidiendo. Como les encanta ayudar en la cocina es conveniente poner una banqueta o una “torre de aprendizaje” para que puedan llegar a la encimera.
—Para el resto de casa, usamos las mismas reglas, todo lo necesario a su altura, de tal forma que nos necesiten lo menos posible.
Introducir rutinas
Y para finalizar, junto con todo lo anterior, introduciremos rutinas. «Los niños las necesitan, es su forma de ver el paso del tiempo, a través de las diferentes acciones que se van repitiendo día tras día y conforme van creciendo se pueden realizar horarios con dibujos o fotografías. En la medida de lo posible es conveniente usar luz y materiales naturales, además, de contacto con la naturaleza, ya que a los niños todo esto les favorece en su desarrollo».
Ideas para poner en práctica según edades
Palacios también sugiere aglunas ideas de actividades por edades para llevar a cabo en casa. «Esto depende del desarrollo de cada niño, de su ritmo, ya que la edad en nuestro caso no es orientativa, pero las familias siempre suelen mirar por edades. Lo que no se puede hacer es de un día para otro, frustrarnos porque un niño no es capaz de hacer esto, cuando en su vida lo ha realizado», apunta.
Bebés de 1 año: estar descalzos, rodaris y sonajeros, cesto de los tesoros.
2 y 3 años: tirar a la basura, recoger sus juguetes, asearse, vestirse, limpiar muebles a su altura, poner y quitar la mesa.
4 y 5 años: doblar ropa, ordenar habitación, barrer y fregar.
6 y 7 años: hacer alguna comida ellos solos, bañar a la mascota, cargar el lavavajillas.
8 y 9 años: pasar la aspiradora, cocinar con supervisión.
10 y 11 años: limpiar en profundidad, coser, planchar (con supervisión).
A partir de 12 años: pintar paredes, lavar el coche, comprar…
Tal y como explica Palacios, «la mayoría de los niños no hacen esto, porque los adultos consideramos que no están preparados y es, al contrario, a veces ellos no lo piden y nosotros no se lo damos. Con ello, crece su autonomía y su autoestima, además de su responsabilidad, bajando tu estrés y tu carga de tareas».
«Para que todo esto no nos sobrepase a nosotros, sobre todo al principio que hay que ir poco a poco introduciendo los cambios y los niños son niños, a algunos les funcionan unas técnicas y a otros otra, pensad que siempre estamos educando para el futuro. Por muchas normas o límites que tenga tu hijo, esto no es directamente proporcional al nivel de educación que vaya a tener o mejor persona será», concluye.
FUENTE: abc.es
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