Bajo el eslogan ‘La aventura para las mujeres modernas’, se ha celebrado esta semana por carreteras francesas y españolas la decimonovena edición del Rallye des Princesses (Rally de las Princesas), una peculiar competición automovilística con autos clásicos en las que sus participantes son exclusivamente mujeres.
La creadora de esta iniciativa es Viviane Zaniroli, una entusiasta de los autos vintage que siempre ha estado vinculada al mundo del motor organizando eventos como el del Club Austin-Healey en las 24 Horas de Le Mans.
Viviane empezó a darle vueltas a la idea de organizar algún tipo de evento por su cuenta, cuando su marido, el piloto Patrick Zaniroli, ganador del Paris-Dakar en 1985, fue nombrado director de esta célebre competición en 1994.
Llevaba mucho tiempo comprobando cómo las mujeres estaban interesadas en participar en competiciones del motor, pero siempre quedaban relegadas al papel de copilotos. Encontró la inspiración en el Rally París-St Raphaël, que se celebró entre 1929 y 1974 y era solo para participantes femeninas.
Esta carrera contó con nombres como el de la célebre piloto Michèle Mouton, única mujer ganadora de una etapa del campeonato Mundial de Rallyes; o Pat Moss, hermana del mítico condustor de Fórmula 1 Sterling Moss.
Así que se puso manos a la obra y en el año 2000 se celebró la primera edición del Rally de Las Princesas que, curiosamente, comenzó su andadura siendo un certamen mixto para fomentar que los hombres dejasen sus coches (la mayor parte de automóviles clásicos están en manos de propietarios masculinos), conociendo la cita desde dentro.
La selección natural hizo el resto y para 2013 la mayoría de equipos inscritos estaban compuestos por mujeres salvo cinco. No tenía sentido ya mantener dos categorías y, a partir de 2014, se convirtió en un rally exclusivamente para mujeres.
En su primera edición, el Rally de Las Princesas hizo honor literal a su nombre con la inscripción de la Princesa Helena de Yugoslavia, que volvería a participar en 2002 y 2006, aunque con el triunfo se erigió Caroline Bugatti,miembro de la familia fundadora de la prestigiosa compañía fabricante de coches de alta gama. Otras ilustres vencedoras fueron en 2002 las hijas del hexacampeón de Le Mans Jacky Ickx, Vanina y Larissa.
Originalmente la ruta partía de la Place Vendôme de Paris y concluía en Saint-Tropez, pero en la edición de 2018 ha variado su recorrido para acabar su última etapa en Biarritz
Un total de 1.600 kilómetros, en cinco etapas de entre 350 y 400 kilómetros diarios. Los trayectos de esas etapas son: Paris-Saint Aignan, Saint Aignan-Vichy, Vichy-Toulouse, Toulouse-Formigal y Formigal-Biarritz.
La inscripción supera los 6.000 € y para esta edición se han apuntado más de 90 vehículos de colección, es decir 180 participantes. Los coches han de haber sido fabricados entre 1946 y 1989 y se agrupan en cuatro categorías, más o menos delimitadas por décadas. Algunos de los coches pertenecen a las participantes, pero otros los prestan particulares o patrocinadores.
Esta última edición se han podido ver Austin Healeys, Beetles descapotables, Alfas Romeo Spider, Mercedes Benz 250 SL Pagoda, MGCs o Triumphs, entre otras muchas joyas de colección.
Lo que premia esta competición es la regularidad, no la velocidad. Es decir, la organización previamente traza unas velocidades medias a las que se debe atravesar cada uno de los tramos y va sumando puntos el coche que más se aproxima a esas velocidades adecuadas. Se trata de una prueba que requiere mucha concentración, esfuerzo y sincronización con la copiloto.
Un equipo de 40 personas trabajan en la organización para el correcto transcurrir del rally que, teniendo en cuenta la poca comodidad de muchos de los modelos antiguos que compiten, provoca un considerable agotamiento en las participantes al final de cada etapa.
Para contrarrestarlo, los alojamientos son en hoteles de cuatro y cinco estrellas, con todo tipo de comodidades, como spa y masajes a discreción.Eso y una copa del mejor champán para acabar la jornada entre algodones y burbujas provocan que enfrentarse a la siguiente etapa resulte una experiencia incluso gratificante.
En definitiva el Rally de las Princesas es una iniciativa que reivindica la visibilización de la mujer en los deportes de motor, en un encuentro donde la elegancia, la camaradería, el glamour de época, las tendencias vintage y el esfuerzo más exigente, marcan la pauta.
El papel de la mujer en el automovilismo parece relegado a una anécdota en la actualidad, salvando los honrosos casos españoles de Laia Sanz o de la malograda María de Villota.
Sin embargo, en la primera mitad del siglo XX muchas mujeres compitieron y derrotaron a hombres en pista, en ascensos, en rallys o en records mundiales de velocidad y distancia. Tras la Segunda Guerra Mundial, esa participación femenina en los deportes de motor descendió bruscamente.
Un ejemplo fue la carrera París-Berlín de 1901, donde participaron las pioneras Camille du Gast, deportista y filántropa francesa que arrancó la carrera desde el último puesto de 122 y la concluyó en el puesto 33; o la baronesa Hélène van Zuylar, esposa del Presidente del Automobile Club de Francia.
Du Gast volvería a dejar impronta de su grandeza en 1903, en la París-Madrid, conocida como ‘la carrera de la muerte’: ocupaba la octava plaza en la clasificación cuando paró para socorrer a Phil Stead, otro piloto que había sufrido un accidente.
Permaneció con él hasta la llegada de los servicios de emergencia para reanudar después la carrera y alcanzar el puesto 77 en el momento que la prueba quedó suspendida tras varias muertes.
Son solo algunas muestras de lo que las mujeres pueden dar de sí en un terreno que parece reservado exclusivamente a los hombres, otro techo de cristal que una prueba como el Rally de las Princesas aspira a romper a volantazos y acelerones.
Fuente: Traveler
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