Psicología y coaching

¿Quién dijo que traer niños al mundo era tarea fácil? Estrés parental y cómo superarlo

La directora de la Fundación Ideas para la Infancia, María Paz Badilla, nos cuenta por qué nos sentimos así y cómo afrontarlo.

La crianza es una tarea compleja que demanda mucha energía y pone en juego lo más importante que padres y madres tenemos; nuestros hijos y el deseo de no fallarles en el desafío de acompañarlos en sus diferentes etapas del desarrollo.

Vamos por partes y hablemos del estrés parental, ese sentimiento de agotamiento que nos hace sentir culpables ante nuestros hijos, pero que cada día se hace más común.¿Qué es y cómo podemos encararlo?

Estar un algo estresado, puede favorecer la crianza

El estrés parental tiene relación con lo que se origina a partir del ejercicio de la crianza de un niño, según cuán preparados nos sintamos como padres para afrontar esta misión. A veces estrés y crianza van de la mano. Sí! aunque no lo creas…

Para criar a un/a niño necesitamos tener un monto mínimo de estrés, denominado “estrés benéfico”, que nos permite estar alertas y cuidar de que no les vaya a pasar nada. Los famosos “cuidado, no metas los dedos en el enchufe”, el correr a tiempo antes que se le caiga el sartén caliente encima o estar siempre atentos a en qué lugar de la plaza están mientras juegan. Sí, todas esas son habilidades que vamos desarrollando de la mano del estrés, pues éste cumple la función de aportar en nuestros sistemas una alerta. ¿Cuándo entonces el estrés puede ser un problema en la crianza?…Cuando el estrés afecta nuestro equilibrio emocional.

La situación se complica cuando los niveles de estrés son altos y se dan de forma permanente en nuestra vida, ahí es cuando deja de ser un mecanismo adaptativo y comienza a afectar nuestro equilibrio emocional a largo plazo y, junto a esto, nuestra capacidad para criar a nuestros hijos de forma sensible.

Nos volvemos padres y madres “ogros” a los ojos de nuestros pequeños, es decir, enojones, poco asertivos, gritones, acelerados y por sobre todo, poco disponibles afectivamente. En resumen, estos altos y persistentes porcentajes de estrés, comienzan a nublar el sentido de nuestra parentalidad, afectándonos no solo a nosotros mismos sino también a nuestros hijos y a la relación que a largo plazo establecemos con ellos.

Un padre o una madre hiperestresado se pierde en las preocupaciones, miedos, angustias, rabias y en el cansancio cotidiano, centrándose en la dificultad y los malos momentos, más que en los gratos. Deja de conectarse afectivamente con las reales necesidades de sus hijos, pierde sensibilidad para detectar soluciones efectivas y afectivas a situaciones que son complejas, muchas veces sobre reaccionando y traspasando ese estrés a nivel familiar. No es casualidad que los padres que presentan altos niveles de estrés en la crianza, se correlacionen positivamente con niños que presentan mayores problemas en su desarrollo, en su capacidad de aprendizaje, vocabulario y a nivel de su salud mental.

Sólo piensa en lo difícil que es criarse en un ambiente familiar en donde el estrés es el protagonista.

Entonces, ¿Por qué me estreso?

El estrés en la crianza se debe principalmente a tres razones (según Abidin, un autor de los 80s):

1. Cuán competente o hábil te sientes como padre o madre: Cómo te percibes en el ejercicio de tu rol y si tus características como papá o mamá te gustan y te hacen sentir seguro. Tiene que ver con sentir que uno es capaz de afrontar el desafío de la crianza de los hijos, de establecer rutinas, tomar decisiones acertadas, sentir que no has perdido todos tus espacios personales sino que logras conciliar tu vida personal y familiar de buena forma la mayoría del tiempo. Mientras más capaz te sientas, más estrategias tendrás para enfrentar el estrés que pueda aparecer.

2. Expectativas v/s Realidad: Cuáles son las expectativas que tienes en la relación con tu hijo o hija y si te sientes contento con el vínculo que han establecido, cumpliéndose lo que esperabas. Por ejemplo, trabajas todo el día y esperas que cuando llegues a casa tu hijo corra a darte un abrazo. Si esto pasa, eso retribuye el esfuerzo que has hecho y afianza tu idea de tener una buena relación con él/ella, por el contrario, si lo que esperas nunca ocurre, irás frustrándote y esa frustración se irá acumulando en forma de estrés.

3. Cómo percibo a mi hijo: Son las ideas y opiniones que tienes sobre tu hijo o hija, las que te ayudarán a sentir más o menos estrés. Por ejemplo, una descripción positiva de tu hijo te ayudará a lidiar con él/la con menos estrés. Pero, al contrario, si lo has etiquetado como un/a niño complicado y por ende sientes que tienes que lidiar con alguien que te es difícil criar, la misma idea te predispone negativamente hacia él/ella.

«Ayuda», cómo hago para superarlo?

Tranquilos, estresarse en la crianza es algo común, pero hay mucho por trabajar y varias herramientas que te pueden servir como padre o madre para mejorar esta mala sensación. Veamos:

– Desarrollar y gestionar nuestra autoestima parental: Reconoce a diario lo bien que lo haces, reconoce tus esfuerzos y recursos más que centrarte sólo en tus debilidades.

– Entender que la crianza positiva se juega en el ajuste de la relación que establecemos con nuestros hijos: No esperes de ellos lo que no puedan darte y ajústate a la edad que tienen.

– Desarrollar una opinión positiva de nuestros hijos: Aprecia sus buenos momentos más que etiquetarlos por lo que han hecho “mal”.

– Desarrollar tu conciencia parental: Date tiempo para preguntarte y mirarte a ti mismo en tu rol; a mayor conciencia podrás detectar mejor tus niveles de estrés.

– Pedir ayuda a tiempo: Debes comprender que un niño se cría en comunidad y, por lo tanto, debemos ser capaces de detectar cuándo necesitamos que alguien nos eche una mano.

Mientras mejor conoces tus recursos y a tus hijos o hijas, mejores herramientas tienes para afrontar momentos que son difíciles en la crianza.

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