Es un dato conocido que la industria tecnológica en general es territorio mayoritariamente masculino, pero, aunque haya menos mujeres, las hay, y muchas están haciendo trabajos que moldearán la tecnología del futuro, desde nuestra seguridad cuando navegamos por internet hasta la personalidad de los asistentes virtuales.
Estas mujeres enseñan a la inteligencia artificial de Google a reconocer enfermedades, rastrean el talento basado en datos y sin sesgos y protegen a los usuarios en internet.
Estas son algunas de ellas:
Laura Gómez: datos contra la discriminación
Gómez opina que Silicon Valley no es una meritocracia: allí cunde el amiguismo. Lo dice después de haber pasado por empresas como Twitter o YouTube. Los mismos ingenieros y directivos pasan de unas empresas a otras y van contratando a sus amigos por el camino. Como resultado, en el circuito entra poca gente nueva y muchos grupos (mujeres, afroamericanos, latinos…) están infrarrepresentados.
Con la idea en mente de que los datos y no las campañas de concientización son los que terminarán con este problema, Gómez fundó Atipica, una empresa para reclutar talento teniendo en cuenta solo las habilidades de los candidatos, sin mirar su identidad, su lugar de estudios o los lugares donde haya trabajado antes. Su idea es proveer a las empresas de candidatos para sus puestos de trabajo basados en datos, sin juicios ni evaluaciones previas.
Lily Peng: enseña medicina al cerebro de Google
Lily Peng trabaja en Google Brain, el laboratorio central de inteligencia artificial de Google. Ese laboratorio desarrolló en 2012 un sistema capaz de reconocer por sí mismo si en un vídeo de YouTube aparecía un gatito. Aquello, que parece algo frívolo, sirvió de base para el trabajo de Peng: está enseñando a ese sistema a reconocer casos de retinopatía diabética, una de las principales causas de problemas visuales en adultos en el primer mundo.
Lo que hace Peng es mostrar el sistema miles de escáneres de retinas y enseñarle a detectar pequeñas hemorragias o lesiones que son algunas de las primeras señales de esta enfermedad, de forma que pueda identificar a personas con alto riesgo de padecerla y así alertarles para que comiencen un tratamiento lo antes posible. El objetivo final es conseguir que la inteligencia artificial ayude a los doctores a trabajar mejor y más rápido.
Luz Rello: reconocer la dislexia a tiempo
Luz Rello es dislexica y linguista, una aparente contradicción que en realidad tiene todo el sentido: sus dificultades de aprendizaje le hicieron interesarse por todo lo que tiene que ver con el lenguaje, la lectura y la programación. Por eso nadie mejor que ella para echar una mano a los niños que sufren dislexia, una condición estrechamente relacionada con el fracaso escolar.
Conociendo de primera mano la importancia de un diagnóstico temprano para ofrecer a los alumnos métodos de aprendizaje alternativos, Rello ha desarrollado una aplicación, un juego para niños de primaria que permite detectar señales relacionadas con la dislexia. No se trata de sustituir el diagnóstico de un médico especialista, pero sí de advertir cuando un niño puede requerir una atención especial y así evitar que un problema salvable se convierta en un obstáculo definitivo para su desarrollo académico y limite su futuro.
Jordina Arcal: gamificación contra la anorexia
Jordina Arcal formó parte de la lista de los Innovadores menores de 35 que confecciona la revista MIT Technology Review en España gracias a su idea para unir la tecnología y las aplicaciones móviles con el seguimiento médico a pacientes con trastornos de la alimentación.
Se llama HealthApp y es un juego en el que los pacientes registran una serie de parámetros requeridos por su médico a cambio de recompensas, de forma que su doctor puede hacer un seguimiento en tiempo real de su tratamiento y su evolución. El siguiente paso es añadir otro tipo de patologías, como obesidad o psicosis, e incluir tecnología de reconocimiento facial y de voz, para ayudar a los pacientes a comunicar emociones que son parte de los síntomas de estas enfermedades pero que no siempre resultan fáciles de describir con palabras.
Christine Ho: desarrolla baterías imprimibles
Las baterías que comercializa la ‘startup’ de Imprint Energy, fundada por Christine Ho, están pensadas para impulsar dispositivos ‘wearables’, sensores médicos y cualquier otro aparato pequeño, ligero y flexible. En estos equipos, las baterías comunes no sirven o no tienen tan buen resultado porque se trata de una tecnología que se calienta o se inflama con facilidad y por tanto requieren una carcasa de plástico o metal y unos circuitos protegidos.
Las baterías que Ho desarrolló en su paso por la Universidad de Berkeley están basadas en el zinc, y son más estables, no necesitan esa protección y por tanto su fabricación es más sencilla, ligera y flexible.
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