De nada sirve ponerte a dieta si antes no identificas los motivos que te impulsan a veces a perder el control sobre lo que comes. El hambre real, física, aparece poco a poco y se siente en el estómago. El hambre emocional, por el contrario, aparece de repente y es más bien la necesidad inmediata de llenarte de algo. Además, continúas comiendo mucho después de estar saciado físicamente y acabas sintiéndote culpable y avergonzado. Estos son algunos que los consejos que nos da Miriam Tara, cofundadora de KilosOut, para controlarla:
- Respira profundamente antes de empezar a comer. Ese instante te permitirá pensar qué quieres realmente saciar y reflexionar sobre si realmente tienes hambre, si necesitas un segundo plato o de verdad te apetece lo que vas a comer.
- Mantente bien hidratado. A veces confundimos la sensación de sed con el vacío que provoca el hambre física.
- Muévete. Haz otra cosa o cambia de lugar, verás cómo al cambiar tu foco de atención, calmas las ganas de comer. Además, la sensación de haberlo afrontado sin comer reforzará tu autoestima.
- No te sientas culpable. El estrés y los remordimientos aumentan tus niveles de cortisol, lo que hará más fácil que el ciclo de antojos se inicie de nuevo.
- Asume tu responsabilidad. Puedes permanecer en la parálisis o afrontar esta situación como una oportunidad para cambiar. Sé sincero contigo mismo y profundiza en querer ver “qué” te está provocando comer de forma emocional.
Fuente: www.sportlife.es
Opinar