Cuando alguien anuncia que va a casarse con su pareja, después de brindar por el enlace, llega el momento de hacer unas cuantas preguntas. Queremos saber cuándo y dónde tendrá lugar el evento, cuántos invitados esperan reunir y, por supuesto, qué destino han elegido para su luna de miel. Es una tradición completamente normalizada, pero lo cierto es que no todo el mundo conoce sus orígenes.
¿Cuándo comenzaron los enamorados a ‘irse de luna de miel’ y por qué llamamos de ese modo al viaje de novios?
Las raíces de la costumbre podrían estar en la sociedad británica del siglo XIX. Según parece, fue en aquella época cuando los matrimonios recién consagrados comenzaron a viajar para celebrar sus nupcias. Sin embargo, la finalidad de la expedición tenía muy poco que ver con las vacaciones de intimidad y relax que se planifican hoy en día. Se trataba más bien de un asunto familiar.
Marido y esposa no buscaban sol y playa en una isla paradisíaca, ni empleaban unos días en visitar juntos las ciudades y los países que siempre habían soñado descubrir. Lo que hacían era ir a ver a los parientes que no habían podido desplazarse para asistir a la ceremonia. Tuvieron que pasar unas cuantas décadas para que la idea evolucionase y fuese tomando la forma que actualmente tiene, mucho más centrada en el ocio y el disfrute de la pareja.
En cualquier caso, ¿por qué el viaje recibe el nombre de «luna de miel»? En la bitácora mencionada se ofrece la versión que aporta una experta en la materia, Sara Margulis, de la empresa ‘HoneyFund’. Margulis hace alusión a una costumbre del siglo V: los recién casados bebían hidromiel en abundancia durante su primera noche juntos. Se creía que esta bebida alcohólica tenía propiedades afrodisíacas que podían ayudar a los enamorados a concebir su primer hijo.
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