Hay muy pocas cosas que sean tan limitantes como las creencias sobre lo que no sos capaz de hacer. Las creencias limitantes son ideas determinantes, a las que otorgamos un valor absoluto, que llevamos arrastrando desde hace años y nos las creemos. Estas ideas nos impiden que consigamos nuestras metas, salgamos de la zona de confort y seamos felices. Las ideas limitantes pueden estar relacionadas con cualquier área de nuestra vida… con el ejercicio también.
A ver si te suena esto:
- «Soy torpe para el deporte».
- «Siempre he sido muy patosa, me caía y no coordinaba».
- «Soy arrítmico, el baile no está hecho para mí».
- «Soy perezoso y vago. Sé, que aunque empiece ilusionado con el running, a los dos días me habrá cansado».
- «Imposible que sea constante con el deporte, no lo he sido nunca. Siempre abandono todo lo que empiezo».
Y estos son solo unos ejemplos de la cantidad ilimitada de creencias limitantes que tenemos las personas. Seguro te has identificado con una o puede que con todas. Todos las tenemos. Fruto de nuestra experiencia, de las etiquetas que nos han colgado otros, de los fracasos vividos, etc. Tenerlas no es pecado, pero sí es un error no hacer nada por quitártelas.
Nadie está a gusto profesando pensamientos que limitan, que bajan tu autoestima o que te dicen que no serás capaz de conseguir tu sueño. Es cierto que no todo está al alcance de todos. Y quien te diga lo contrario, te miente. Pero sí es cierto que podemos ser una mejor versión de la que somos, siempre y cuando esto esté en tus planes.
Para trabajar sobre tus creencias limitantes, podés seguir estos pasos:
1. Lo que te digas a vos mismo es lo que tu cerebro toma por bueno
Si vos te decís a vos mismo que no sos capaz, el cerebro obedecerá tus órdenes y dejará de intentar algo, de buscar soluciones o de esforzarse, porque le has dicho que no sos capaz. Nuestro cerebro tiene la misión de ponernos a salvo y de protegernos. Así que cualquier señal que interpreta de peligro, como enfrentarse a un reto imposible, lo destierra. Dejá de engañarlo.
2. Anotá las creencias en una hoja
De esta manera tomarás conciencia de las barreras que impiden el cambio.
3. Son percepciones, no verdades
Ya sabés que en esta vida casi todo es relativo, incluso tus creencias. ¿Alguna vez has dedicado tiempo a cuestionarlas? Podés empezar por ser sincero con vos mismo y anotar detrás de cada una un valor numérico relacionado con la certeza que le das. Algunas dirás que son un 10 y que son completamente ciertas, pero a otras les darás un valor menor, como que no terminas de creértelas del todo.
4. Actuá de abogado del diablo
Agarrá una creencia y jugá a defenderte. Presentale al juez datos reales de que esa creencia no es tan cierta. Si analizas tu vida te darás cuenta de que tenés muchas pruebas a favor y en contra de esas creencias, a través de ejemplos, de experiencias de éxitos, de momentos en los que no fuiste así. Después del juicio a tus creencias, ¿siguen teniendo el mismo valor numérico? Igual ahora alguna ha perdido su valor.
5. Si la creencia tuviera una parte de verdad, ¿Qué tenés que trabajar en vos para modificarla?
Imagina que estás interesado en encontrar pareja, y tu creencia te dice «no sabes conquistar, no tenés nada especial, cada vez que quedas con alguien no vuelven a repetir un segundo café contigo». Imaginemos que parte de la creencia es cierta, como que no vuelven a quedar una segunda vez con vos. Ahora, no te aflijas, no se trata de recrearte y rumiar tu desdicha, solo de trabajar en vos para alcanzar tu objetivo. ¿Hay algo que pudieras cambiar de tus citas? ¿Sos amable, educado, sonreís, sacas temas de conversación interesante, sos prudente, te interesas por la otra persona, sos natural?
Pensá si hay algo que pueda justificar tu creencia, y si decidís que puede ayudarte a mejorar, tratá de cambiarlo. Una creencia, y el malestar que provoca, si la utilizas de forma correcta, igual puede provocar un cambio positivo en vos. Y lo mismo con el deporte. Si tu creencia te dice que no intentes otra vez anotarte al gimnasio, que vas a perder el dinero, que no sos constante, si crees que de verdad no lo sos, pensá en cómo cambiar la parte de la creencia que es cierta: planificá horarios, metá la ropa deportiva en el auto, buscá un amigo con quien anotarte, etc. Soluciones, se trata de buscar soluciones.
6. Podés actuar al margen de tus creencias
A pesar de que tu mente diga que no, que es difícil, que tú no sos experto en esto, podés desatender esta premisa e intentarlo de todos modos. Lo hemos hecho así cuando éramos pequeños. Salvo que las creencias no eran nuestras, venían de nuestros padres. Seguí siendo rebelde.
7. Visualizá cómo querés que sea tu vida si no tuvieras esa creencia
Al cerebro le cuesta diferenciar entre ficción y realidad. Así que cuando visualizás una situación determinada, se configura para ayudarte a crear esa experiencia de forma real. Si te imaginas yendo al gimnasio después de trabajar, haciendo amigos, encontrándote a gusto, manteniendo una continuidad, terminará creyendo que esta versión de vos mismo es posible y te ayudará a lograrlo.
Tus creencias no son verdades. Ni vos sos tu enemigo. Es el momento de salir a ponerlas a prueba.
Fuente: Sportlife
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