La tristeza es una emoción que tiende a generar en nosotros gran malestar, sin embargo, el mayor inconveniente tiene lugar cuando ésta se alarga en el tiempo y afecta a los diferentes ámbitos de la vida, o cuando origina una depresión.
Les traemos unos trucos a modo de paraguas para protegernos de la tristeza cuando esto ocurre y mejorar nuestra salud emocional. Si aun así no conseguís mejorar, te recomendamos que busques a un profesional especializado en esta materia.
- Llorá si te tenes ganas. La tristeza es una emoción como cualquier otra y tiene su función. Tenes derecho a sentirte triste y llorar si lo necesitas.
- Acepta tu momento y date tiempo. No pasa nada, a veces la mejor forma de cambiar algo es aceptarlo y dejar de luchar contra ello. No tenemos por qué sentirnos felices inmediatamente, todo proceso lleva su tempo.
- No juzgues lo que sentís. El juicio que hacemos sobre nuestros sentimientos genera mayor malestar:“lo que se supone que debería sentir, lo que pensarán los demás, lo que pienso que soy por sentirme así…”. Estar triste no nos afectaría tanto si no pensáramos que eso dice algo de nosotros y nos aferráramos a ello; podemos verlo como una emoción que, como cualquier otra, al igual que viene, se va.
- No te aísles. La tendencia a aislarse contribuye a hacernos sentir aún peor cuando estamos tristes. Si bien es verdad que hay momentos en los que necesitamos estar en soledad, compartir momentos con otras personas nos distrae, nos hace pensar en otras cosas para no seguir alimentando el sentimiento negativo.
- Habla sobre ello, compartilo. No tenes por qué pasar por esto vos sola; si probás, vas a descubrir que hablar sobre algo o desahogarse puede ser realmente liberador. Siempre encontraremos al menos UNA persona dispuesta a escuchar: un amigo, un familiar, un conocido, un profesional… ¡Incluso un diario puede resultar de mucha utilidad!
- Ocupa tu tiempo, ¿qué te apetece hacer? Al principio la respuesta puede ser “nada”, la apatía se apodera de nuestro poder decisión. Si esto se mantiene en el tiempo, detente y piensa con calma, ¿seguro que no te viene algo a la cabeza? Las pequeñas cosas llenan nuestro día a día: un baño caliente, una película, dar una vuelta, charlar con una amiga, preparar nuestro plato favorito, anotarte en alguna actividad, etc.
- Cuida tu aspecto e higiene personal. Duchate, vestite y encargate de tu aseo personal. Prestar atención a algo tan básico es fundamental, significa cuidar de nosotros: si hay una persona que no puede olvidarse de ti, sos vos misma. Además, vernos bien contribuye a mejorar nuestro estado anímico.
- Sal a la calle. Si pasamos todo el día dentro de nuestra burbuja el ambiente acabará viciado. Hay más oxígeno ahí afuera, ¡salí a respirarlo!
- Establecer una rutina. Esto nos empuja a organizar nuestro día a día y no abandonarnos.
- Prueba con el deporte. Hacer deporte, además de ayudarnos a desconectar y liberar emociones, provoca que generemos una serie de hormonas que contribuyen a mantener un estado de ánimo positivo.
- Focalizarte en el presente. “Lo hecho, hecho está”, parece fácil decirlo pero no podemos volver atrás para recuperar el tiempo ni cambiar el pasado. Sin embargo sí que podemos focalizar nuestra atención y esfuerzo en ‘hoy’, para aprovechar el tiempo y cambiar el futuro.
- Ponete pequeños objetivos diarios o semanales. Esto hace que nos centremos en otros asuntos y que dediquemos menos atención a lo que nos preocupa. Basta con pequeños hechos que reconforten. Hacer revisión y ver que los conseguimos anima y estimula.
- Busca ayuda profesional. No somos capaces de reponernos apoyándonos únicamente en nuestro entorno, pero eso no significa que no haya salida. Igual que vamos al médico cuando nos duele el pie, ¿por qué no ir al psicólogo cuando nos duele el corazón?
Opinar